lunes, 6 de junio de 2016

¿Es la Conciencia una 'propiedad emergente' de la Materia?

Las tendencias del pensamiento en Occidente


Durante los últimos cuatro siglos (y lo que va del siglo XXI), el círculo de los intelectuales y eruditos que más han sobresalido en la cultura y los ámbitos ‘académicos’, sea en la Filosofía o en las Ciencias desarrolladas en Occidente, supuestamente tomando como base las experiencias de toda la humanidad, han ‘reflexionado, especulado y discutido’ acerca del origen de la Conciencia y de su relación con la Materia, y en especial si existe alguna  “prioridad” de una –y por ende un carácter secundario de la otra- en relación con la Realidad. En general, y en la medida que “la mayoría que sobresale” tenga relevancia en cuestiones filosóficas tan profundas, durante el transcurso de esos cuatro últimos siglos en Occidente, podemos observar –entre los integrantes del mencionado círculo-  las siguientes tendencias:


1. Una marcada preferencia por concebir que nuestros “conocimientos” –todos ellos, salvo quizás los puramente matemáticos o lógicos- no son a priori (como suponen el Racionalismo y el Idealismo), sino que son a posteriori, o sea que provienen o surgen sólo de nuestras experiencias en el mundo (Empirismo); y además,

2. Una tendencia mayoritaria a concebir que existe una Realidad Objetiva Externa a nosotros, en la que la Materia es la base fundamental (Materialismo), y que ve a la Conciencia como algo “derivado” de la Materia, como una “propiedad emergente” de la Materia, cuando ciertos sistemas físicos (materiales, como el sistema nervioso de algunas especies animales) alcanzan un grado suficiente de complejidad. Contrastando con esta postura, siempre ha habido una minoría que optó por la tesis opuesta, es decir, que ve a la Conciencia  Pura como la  base fundamental (Idealismo ‘extremo’), y a la Materia como una concreción producida (o emanada) por la Mente.

3. Una variante en cierto modo ‘intermedia’ entre ambas tendencias, la predominante “empirista-materialista”, y la “idealista-espiritualista”, fue la concepción “psicologista” del filósofo inglés John Stuart Mill (1806-1873), quien pensaba que los llamados “fenómenos externos” y la “Realidad Objetiva” de la Materia son una mera “apariencia”, una ilusión de nuestras sensaciones, emociones y pensamientos. Más aún, Mill sostenía que es también una mera apariencia ilusoria la del “Ego” noumenal, Psique o “Alma”, como si éste fuera algún tipo de “Realidad Subjetiva”. En rigor, en lo que al ser humano concierne –según Mill-, sólo tenemos certeza de la cadena de nuestros cambiantes estados mentales y de sus “leyes de asociación” -del pensamiento-. Esa sería toda la “Realidad”: un “monstruo de dos cabezas ilusorias” (lo Subjetivo-Interno y lo Objetivo-Externo), como bien se la describió. En todo caso, es interesante señalar que en ese lapso, así como hubo occidentales que pensaron la materia generando a la mente –la mayoría-, o al revés, la mente generando a la materia, también hubo otros (como Mill) que, en cambio, se decidieron por la mente (o los variables estados de la conciencia) como dando lugar a las ilusiones de la “Materia” y del “Ego”.

Hemos de aclarar que, a diferencia del antiguo Oriente, en el pasado Occidente no tuvo casi nunca el cuidado de diferenciar entre la “conciencia pura”, o conciencia ‘en sí’, como fuente de ‘luz’ y de atención, de inteligencia y compasión, de esa otra “conciencia cerebral”, que –casi siempre- está condicionada, programada como una computadora, surcada por innumerables hábitos y modos ‘pre-juiciosos’ de pensar, dominada por  múltiples emociones, pasiones y vicios, que reacciona violentamente ante lo que la hace sentirse amenazada o le da miedo, etc. Como estas últimas cualidades son las que más parecen predominar en toda la historia de la humanidad, no es de sorprenderse que los occidentales hayan considerado a la ‘conciencia’ (física y cerebral) como una propiedad emergente de la materia (en particular de la ‘materia gris’). Y es que eso es verdad. ¿No? 
¿O acaso la ‘conciencia’ de un asesino serial –elijo un ejemplo bien grosero para hacer patente la respuesta- viene de otra parte, ‘más sutil’ que la enfermiza contaminación de su cerebro?

Pero ahora quisiéramos inquirir en la ‘conciencia pura’, en la esencia de la vida inteligente y la fuente de la sabiduría y el amor. ¿También ella es ‘fabricada’ por la materia?

La influencia ejercida por dos grandes revoluciones científicas del siglo XX:


1. La Física Cuántica –desarrollada en la primera mitad del siglo XX-.

2. La Teoría de los Sistemas Dinámicos Caóticos –surgida en la segunda mitad del siglo XX-, a veces designada simplemente –aunque no es lo mejor- Teoría de Caos.

Pero ahora debemos advertir que, desde el siglo pasado, se han ido borrando cada vez más las diferencias entre Occidente y Oriente –en particular, en lo que hace al pensamiento y la actividad científica-. Muchos orientales –ya no sólo los occidentales- han contribuido apreciablemente a los dos últimos desarrollos mencionados.

Antes de seguir, quiero puntualizar que, rigurosamente hablando, las dos teorizaciones anteriormente señaladas son “científicas”, y por ende, no tratan “directamente” los aspectos más abstractos y filosóficos del Sujeto y del Objeto. Sin embargo, es sensato “filosofar” un poco sobre este tema tomando como base esos dos hallazgos científicos tan notables.  La Cuántica apunta en la dirección de que “el Observador modifica lo Observado”. Por lo tanto, no sería válido separar “el Sujeto del Objeto” o viceversa. Tan es así, que el notable físico norteamericano John A. Wheeler, acotó que –a partir de la Cuántica- en Física no hay que hablar más, como antes se hacía, de los “Observadores”, ya que todos somos “Participantes” activos en lo que “observamos”. Dicho de otro modo, la siguiente afirmación sería coherente con la visión aportada por la Física Cuántica:

El Universo que percibimos “objetivamente” depende del Estado de Conciencia “subjetivo” desde el cual lo apreciamos.

En particular, si –como afirman muchos místicos, esotéricos, clarividentes e incluso mucha gente ‘común’ pero que ha tenido experiencias ‘sui generis’, tal como las hoy llamadas ECM’s: experiencias cercanas a la muerte- existen otros “Estados Alterados de Conciencia”, entonces habría varios “Universos”, o por lo menos existirían varias “visiones” sub-ob-jetivas muy distintas del mismo Universo.
Eso en lo que a la Cuántica se refiere. Por su parte:

La Teoría de Sistemas Dinámicos Caóticos nos ha demostrado que las complejidades, inestabilidades, la imprevisibilidad e incluso el caos no son privativas de la psicología de las Mentes de los humanos, así como de nuestras sociedades –como antes pensábamos- porque también existen en la Materia. Y recíprocamente, que el majestuoso orden matemático de la Materia, tiene su correlato en las maravillas del Arte y la Razón, en la brillante organización y sistematicidad de que es capaz la Mente.

En otras palabras, las mismas cualidades de “desorden y caos aparente” que se observan en buena parte de las Mentes humanas (la ‘Materia gris’), se pueden observar en la –que hemos descubierto sin ninguna duda- “ordenadísima” Materia (de los físicos). La Materia es caótica en muchísimos fenómenos, incluso si la suponemos “aproximadamente” sometida a las más rígidas y deterministas leyes clásicas. 

Para los antiguos griegos, Caos y Orden eran conceptos contradictorios y antitéticos. Sin embargo, los sistemas dinámicos caóticos, nos han enseñado que:


El Cosmos y el Caos –así como la Mente y la Materia- tienen algo en común, y no son tan incompatibles como suponíamos, sino que son como los dos extremos de un mismo termómetro: el extremo “caliente” y el extremo “frío”. O mejor aún, son los dos extremos de un “espectro de órdenes” similar al espectro de las ondas electromagnéticas. Sólo que, en vez de depender su graduación –como en este último- sólo de las frecuencias, o sea de las Energías, (quizás más intensas y diferenciadas en la Mente-Cosmos y menos en la Materia-Caos) dependen también de la producción de Entropía. Es decir, que sus lugares en el espectro dependen de cómo las dinámicas que les son propias procesen la Información, haciendo variar así su grado de predictibilidad a medida que van completando o madurando sus posibilidades de evolución dinámica hasta llegar a un estado final.

El Reloj Químico


Existen sistemas como el llamado “reloj químico” (basado en la reacción química de Belusov-Zhabotinsky, conocida desde 1960) que pasa muchas veces del caos al orden, y del orden vuelve al caos, repitiendo cíclicamente –como un “reloj”- este notable comportamiento. Se puede apreciar “la auto-organización” que va sucediendo en este sistema por la vivacidad de los colores que van siendo producidos por la serie de reacciones químicas encadenadas. Uno comienza observando la composición gradual de un orden lleno de hermosos colores, y luego de un ratito, el “bello y colorido orden” del sistema comienza a modificarse, hasta disgregarse en un caos monótono y homogéneo. Y después de otro ratito, comienza a resurgir nuevamente el orden a colores, aunque no es exactamente igual al primero. Y así sucesivamente, durante una cantidad (limitada) de ciclos.

Las nuevas “experiencias” de científicos, sabios y gente espiritual del siglo XXI


6) Consideremos las “experiencias akáshicas” mencionadas por el Dr. en Filosofía de la Ciencia –entre otros muchos títulos y notables cualidades, autor de 83 libros traducidos a 23 idiomas- Ervin Laszlo. Él ha reunido las experiencias profesionales, psíquicas y espirituales, así como también las opiniones de muchas autoridades mundiales en campos como la física, la filosofía, la psiquiatría, la antropología, etc. Muestra con claridad magistral la existencia de “un campo de memoria cósmica” –llamado los ‘Registros Akáshicos’ en la antigua India- en el que se aloja toda la información universal. Es el contenido del “Espacio” (que es el significado de ‘akasha’ en sánscrito) que nos vincula y conecta a todos en una Unidad espiritual. Los entrevistados por él afirman que les fue posible acceder a una parte de ese campo, y cuentan sus experiencias de vida (no nos ofrecen meras teorías intelectuales, aunque personalmente puedan ellos ser intelectuales), así como las notables consecuencias que les dejaron. [Ahora lo expresaré ‘al modo mío’] Dichas experiencias, demuestran la enseñanza cuántica de que la Materia o la Naturaleza “Físis” (cuya letra inicial Φ en griego, se usa en física cuántica para los campos de materia) es inseparable de la Información contenida en la Psique o “Psijé” (cuya letra inicial ψ en griego, se usa en física cuántica para los estados y la información que guía a los campos de materia).


7) El autor Gregg Braden, que desde hace varios años se dedica a conectar la Ciencia (su campo ha sido la Geología y la Computación, aunque ha leído sobre muchos temas) con la Espiritualidad, tema sobre el que escribió varios libros. También ha viajado por casi todo el mundo, aprendiendo y relacionando la sabiduría antigua con la contemporánea. Él se refiere al campo akáshico como “La Matriz Divina”, un campo de energía que conecta todas las cosas, y del que todo en el Cosmos surge. “Es el puente entre las creaciones de nuestro mundo interior y nuestro mundo exterior”. “Esta Matriz de toda la Materia es una Mente Inteligente y Consciente”.

8) El psiquiatra ‘transpersonal’ Stanislav Grof, autor de tantos libros y estudios sobre este tema, y creador de la famosa ‘respiración holotrópica’, se ha dedicado durante mucho tiempo a investigar los Estados Alterados de Conciencia (EAC’s) en sí mismo y en otros, y se ha convencido de que la Conciencia no es algo ‘secundario o derivado’ de la materia, sin que es algo primario, que es ‘por sí misma’.


9) Las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM’s), en particular la del neurocirujano norteamericano Eben Alexander (que fue 15 años Profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard), quien pasó por una ‘experiencia consciente fuera del cerebro’ durante el coma profundo de una semana producido por una grave meningitis bacteriana. Él confiesa haber pensado antes de su ECM que la conciencia –por lo menos la humana- sólo existe en relación al cerebro, el cual es su ‘fabricante’, y declara que luego de experimentar por sí mismo esa “ultra-realidad” –como la describió- con su cerebro anulado por la meningitis, tuvo que cambiar su parecer respecto al origen de la Conciencia. (Los invitamos a escuchar su propio testimonio en el valioso reportaje que le hizo Andrés Oppenheimer para CNN en español, aquí en nuestro blog).

10) El testimonio viviente de Krishnamurti. Él ha dejado en claro que la conciencia cerebral es muy limitada y, además, está condicionada o contaminada. Por eso, los tremendos problemas de la humanidad, que provienen –en su totalidad- del pensamiento (basado en la actividad cerebral), jamás podrán ser resueltos por éste, que sólo les cambiará de forma. El futuro de la humanidad mejorará solamente si nos damos cuenta con todo nuestro ser –y no sólo intelectualmente”- cómo estamos condicionados y esclavizados por nuestra conciencia cerebral. Entonces, decía, el cerebro se calmaría y en su estado pasivo, habría espacio y silencio para contactar con lo que se halla “más allá del pensamiento”: una “Mente” incontaminada, universal, inteligente y compasiva, con otro tipo completamente diferente de Conciencia. (Ver el libro, o mejor aún, las dos partes del YouTube’s “El Futuro de la Humanidad”, diálogo de Krishnamurti con David Bohm).

Los antiguos aportes de la Sabiduría de Oriente


Considerando lo anterior, estamos ahora en mejores condiciones de comprender los grandes aportes que el Oriente ha brindado a la humanidad –ininterrumpidamente desde hace milenios-. En efecto, muchos de sus sabios antiguos y modernos,  han examinado (e incluso habrían investigado “experiencialmente”, según sus relatos) las relaciones entre  la conciencia y la materia en cada condición de la existencia en que esa diferenciación (o dualidad, como la de onda-corpúsculo de la cuántica, o el Yin-Yang) se presenta. Y ellos han afirmado siempre lo que las últimas conclusiones de Occidente han mostrado, y hoy somos testigos de la confirmación de su ancestral sabiduría.

Es conocido que el esoterismo (hindú y universal) sostiene una “cosmovisión septenaria”. Según ésta, habría Siete Principios tanto en el Hombre como en el Universo, y también, Siete Centros de Energía (Chakras) en cada vehículo de conciencia del Alma, cada uno con sus cualidades características, etc. De ahí, toda la proliferación de septenarios en todos los símbolos y arquetipos religiosos: Los 7 Días del Génesis, los 7 colores del espectro de la luz blanca, las 7 notas musicales, los 7 Espíritus ante el Trono del Apocalipsis, los 7 caballos que tiran del carro solar en el Rig Veda, etc.

Restringiéndonos a considerar sólo la condición humana y sus potencialidades, (alcanzables sólo al completar la total “liberación espiritual”: Moksha, Nirvana, etc.), habría Siete Estados posibles. Mejor dicho, según aclaró el sabio brahmín y teósofo T. Subba Row (contemporáneo de la Sra. Helena P. Blavatsky, y cuyos “conocimientos esotéricos” eran muy apreciados por ella), habría  Seis Estados de Conciencia, ya que el “Séptimo” sería una “Inconciencia” imposible de concebir mentalmente, pero que, sin embargo, constituiría “el  Germen o la Raíz” de los otros Seis.

Esto se ve reflejado en la Música. En efecto, si bien hay 7 Notas (Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si) en cada Octava, sin embargo, sólo existen 6 Tonos de diferencia entre ellas ya que si bien hay un Tono entre el Do y el Re, el Re y el Mi, el Fa y el Sol y el Sol y el Si, hay sólo un Semitono entre el Mi y el Fa, así como entre el Si y el Do de la siguiente Octava.

Por lo tanto, habría Seis Estados diferentes de Percepción del Universo, conocidos como Planos cada uno con diferente cualidad de Conciencia y Materialidad, y un Séptimo “nivel o dimensión” que no es, en rigor, ni de Conciencia ni de Materia, sino “un Rayo de la Absolutividad” (del Tao). Aunque, según dicen los más grandes Sabios, así como ocurre con los ciclos menores que yacen dentro de Ciclos Mayores, siempre hemos de tener presente que se trata de “septenarios anidados” unos dentro de otros: los 7 planos del sistema solar son los siete Subplanos de 7 Planos Cósmicos y así siguiendo, ‘hasta que la mente vacila y queda exhausta’. Pasa como con las inimaginables cifras numéricas astronómicas.

Así pues, ¿Cómo terminaría nuestra investigación de la pregunta formulada en el título?


1) La Conciencia y la Materia constituyen una dualidad inseparable y por ende ninguna es “secundaria” respecto de la otra. Ninguna ‘sale’ de la otra como ‘producto emergente’.

2) Son como el vapor de agua y el hielo: ambos son H2O pero en diferente densidad. Como dice H. P. Blavatsky en su libro “La Doctrina Secreta”: “El Espíritu es materia en un plano superior, y la Materia es espíritu en un plano inferior”. Pero no hay Uno sin la Otra, y viceversa. Son como los dos polos inseparables de un imán (no hay ‘cargas magnéticas’ separadas, como hay sí ‘cargas eléctricas’).

3) Esta dualidad existe en 7 niveles (Planos, chakras, etc.) diferentes, desde la conciencia física hasta la Inconsciencia original.

4) El 7mo nivel es ‘especial’: constituye la “fuente originaria”, necesariamente Inconsciente, tanto de la Conciencia como de la Materia.

5) De la conciencia física cerebral puede decirse, en cierto sentido, que ‘emerge’ de la materia gris cerebral.

6) Pero existen tipos “diferentes” –más que alterados- de conciencia – correlativos a la materia más sutil que no están tan condicionados como la que se asienta en la triple estructura de nuestros cerebros: el neocórtex, el cerebro límbico y el paleocórtex.
Por ejemplo, según el Plano de que se trate, hay estados de conciencia sin ‘un centro’ o sentido de “yo”, o donde ‘no se notan separaciones entre uno mismo y otros’. Es como la luminosidad que percibimos en una sala con varias fuentes de luz encendidas, donde sólo vemos una luz, no varias luces diferentes entrecruzadas. Conciencia de una profunda sensación de ‘unidad amorosa’ con todo, de una paz maravillosa, sin la experiencia de una separación entre un  “adentro” y un “afuera”, sin ningún tipo de miedos, sin una acumulación de memoria psicológica, etc.

7) En realidad la Conciencia y la Materia son como la trama y urdimbre de ‘la Tela con la que están tejidos los Mundos’, y durante los periódicos Ciclos de Manifestación, ambas van descendiendo (en el ‘arco involutivo’ del ciclo) desde los Planos más “paradisíacos” hacia una mayor insensibilidad y rudeza en el Plano Físico (piénsese en las rocas, las montañas, los extremos climáticos de frío o de calor, los tornados, etc.), y luego van re-ascendiendo (en el ‘arco evolutivo’) hacia la ‘Gloria radiante’ –así es descripta la sutil “Materia” correspondiente- del Espíritu (o la “Conciencia” en la Paz más plena) en el Plano Monádico. Para finalmente, al cerrarse el ciclo, quedar ambas sumidas en un Hálito Indescriptible en el Plano Ádico (el 7mo comenzando a contar desde el Físico). 

2 comentarios:

  1. Me encantó el artículo. Me estimula para hacer muchas vinculaciones con lo que se ha encontrado en el campo de la Psicología. También aquí se habla de 'Observador Participante' y que el 'Observador modifica lo Observado'. Por otro lado, en relación al vínculo entre Conciencia y Materia, Jung se pregunta dónde empieza y dónde termina la Psique, y llega a una conclusión análoga a la de la Teoría del Caos y la Filosofía Oriental: No existe una diferenciación absoluta entre 'adentro y afuera' (ésta es la base del fenómeno de Sincronicidad), por lo tanto, todo el Universo es Psíquico, o la psíquico se extiende desde la misma base material hasta alcanzar los confines del Espíritu. Por lo tanto, desde esta perspectiva psicológica, es impensable un cambio de conciencia sin un cambio material (alquimia).
    Muchas gracias, Adolfo, nos das mucho material importante, valioso de reflexión.

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    1. A mi para pintarr!!caos y orden cosmos y caos
      ABRAZO!!

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