miércoles, 13 de febrero de 2019

Reflexiones epistemológicas sobre la Astrología - 13° Entrega



Respuestas a algunos cuestionamientos (continuación)

Complemento a la respuesta
A pesar de lo expresado por Trías en el Prólogo del mencionado libro de Eguillor, esta última hace dos citas en el Capítulo I, que están en contradicción con el “recurrir al saber astrológico sólo desde su interior”. Primero cita a la “Teoría general de los sistemas” de Ludwig von Bertalanffy, y luego a un interesante libro de Daniel Verney. Como la primera obra es muy conocida, pero la última no, y sin embargo, la juzgamos especialmente significativa, transcribiremos un pasaje de la misma:

“…la verdadera ‘justificación científica’ de la astrología procederá de estos desarrollos nuevos y revolucionarios de la ciencia y, principalmente, de lo que se halla en germen en la noción de sistemas abiertos a la información: la existencia de rizos entre diferentes niveles de lo ‘concreto’ y de la ‘información’, o también, de ensamblajes entre fenómenos aparentemente diferentes pero unidos entre sí por condiciones estructurales. Todas las premisas de esta obra parten de la idea de que uno de esos ensamblajes privilegiados se establece entre estructuras humanas y formas espaciotemporales astronómicas, portadoras éstas de una estructura de significaciones. Este ensamblaje no es en absoluto arbitrario: es posible por el hecho del carácter discontinuo y ordenado de las formas astronómicas percibidas por el hombre. Asimismo, puede pensarse que las escalas de tamaño relativo entre el hombre, la célula viva y el sistema solar intervienen como favorecedoras de una resonancia particular”
“Cuatro siglos después de la astronomía, la astrología aborda su ‘revolución copernicana’: ésta se basa para ello en las teorías científicas más recientes (sobre todo la teoría de los sistemas abiertos) y muestra cómo las figuras objetivas del mundo astronómico constituyen modelos estructurales y no deterministas de las situaciones vividas por el hombre. De este modo, podemos considerar el nacimiento (¿O renacimiento?) de una ciencia astrológica, de una ciencia del ser en el mundo y en el tiempo.
“Fondément et avenir de l’astrologie”, Daniel Verney, Librairie A. Fayard, 1974.
 (Los párrafos en negrita han sido seleccionados por el autor).

Observemos que en Verney hay una clara disposición a considerar a la Astrología como una Ciencia, y a relacionarla con varias otras disciplinas científicas. Incluso se puede apreciar una similitud en el modo de abordar varios temas de los que hemos tenido ocasión de tratar en estos artículos. El sostener esta disposición seguro redundaría en algo beneficioso. Por ejemplo, podríamos comprender lo que decíamos sobre el determinismo, y las dinámicas lineales o no lineales. Uno puede entender mejor esto, aprendiendo acerca del “determinismo caótico” en los sistemas dinámicos de la Física Clásica y del “determinismo cuántico”, a través del uso de la noción de "información activa" de Bohm, de la incerteza, y la probabilidad, con las leyes acausales y todo lo que implican, la comprensión de la sincronicidad de Jung, etc. En otras palabras, está el matema para comprender “el justo medio” entre el determinismo absoluto y el puro azar, lo cual viene dado por la introducción que se hace en Cuántica de las medidas de probabilidad dependientes del estado, que, añadidas al Principio de Incerteza, dan lugar a la posibilidad de lo creativo.
Mi intención es mostrar que la Astrología es plausible a aquellos intelectuales, que hoy en día se niegan a lo astrológico por prejuicios ya “anacrónicos”. ¡En estos tiempos que corren y nos corren hemos de mantenernos “actualizados” hasta en nuestros prejuicios!
Por lo demás, todo esto lo digo en un plano exploratorio. No hablo desde ninguna “certeza”. Y considero que sería bueno que podamos pensar lo astrológico, con un poco más de libertad. No tan “tradicional” y condicionadamente.
Se trataría también de hacer un aporte orientado a que todos juntos logremos “enderezar la historia de la Ciencia”. A mí me interesaría -como científico- que la Ciencia flexibilizase esta dura postura frente a la Astrología, el Psicoanálisis, etc. debida fundamentalmente, a prejuicios, y malosentendidos. Esta “desviación” tiene graves riesgos, y produce efectos de largo alcance en lo personal y en lo social. “La ciencia en una sociedad libre”, es uno de los libros de Paul Karl Feyerabend, un epistemólogo todavía más radicalizado que Thomas Kuhn. Él comenta ahí justamente todo lo que se ha hecho con la Astrología -a pesar de que, posiblemente, ésta no le interesaba particularmente-. Sin embargo, decía que si bien el Anarquismo había demostrado no ser bueno a nivel político, tal vez no sería tan malo a nivel epistemológico. Tendríamos que dejar competir (en fair play) a Charles Darwin, con el Génesis y el Poimandros del hermetismo egipcio. Que compitan sanamente, sin hacer trampas.
Por ejemplo, hay ciertas cosas muy interesantes del Génesis, como la creación súbita del Universo (como en la teoría del Big Bang). Los griegos, en especial Aristóteles, creían que el Universo era eterno. Nunca había comenzado y nunca terminaría. Pero en el Génesis el Mundo surge en un “fiat lux”, y la luz se hace en el primer día. El Sol y la Luna, las luminarias mayor y menor, son creadas recién en el cuarto día. Entonces uno se pregunta: ¿Cómo, si el Sol y por lo tanto también las estrellas, se formaron en el cuarto día, aparece la luz en el primero? Ahí hay como una contradicción. Uno dice “no hay que ser literal, con las escrituras todo es simbólico”. Sin embargo, independientemente de los “simbolismos extra” que pueda haber, la moderna Cosmología nos dice que, efectivamente, al principio hubo un caldo de materia y radiación a altas temperaturas, y a unos trescientos mil años del Big Bang (casi “simultáneamente” con el Big Bang, para lo que son los tiempos cosmológicos, es decir “en el primer ‘día’ del Universo”) la luz se separó de ese caldo y a partir de ahí vemos hoy al Universo. Cuando miramos la noche vemos las estrellas contra un fondo oscuro. Lo mismo le pasa al Hubble cuando mira, hay un fondo oscuro. Este fondo oscuro, hoy sabemos en Física, tiene que ver con esos trescientos mil años del Big Bang, donde no se emitía radiación. Por eso es que nosotros no lo podemos ver, ni lo puede ver un satélite tan poderoso como el Hubble.
Toda la Cosmología moderna, y la Ciencia se han hiper-racionalizado peligrosamente, y necesitan “un sentido”. Más aún, requieren urgentemente de una “comprensión más cardíaca”, más sensible, y que –con motivo de la “ascepcia científica”, u otra escusa- no pierda el “contacto” con la realidad y la vida. Yo creo que la Ciencia sin sentido ni sensibilidad es el equivalente de un hombre inteligente, pero que puede ser un “depredador tecnológico” muy cruel, que no sabe dónde está el Norte ni donde está el Sur Éticos. Y al estar sin una brújula, le cuesta vivir sin miedo a perderse. El sentido y la sensibilidad, nos darían “un Norte verdaderamente Ético, humanista y ecológico” capaz de corregir el peligroso curso que está tomando nuestra existencia.
Pues bien, y para terminar, me parece que la atenta consideración del saber Astrológico aportaría de modo natural un maravilloso sentido del Orden Holográfico Cósmico, el cual posibilitaría percibir y sería un llamado al despertar de nuestra adormecida sensibilidad, ante la profunda vivencia de “pertenencia al Cosmos” y su consecuencia inevitable: “la confianza en la Vida”, que nos está haciendo tanta falta.

Dr. Adolfo R. Ordóñez


“Fondément et avenir de l’astrologie”, Daniel Verney, Librairie A. Fayard, 1974.
Cualquier persona sensible –no necesita de mucha capacidad psicológica- puede observar los preocupantes rasgos de locura presentes en muchos científicos modernos, así como en nuestra sociedad, en general.

Reflexiones epistemológicas sobre la Astrología - 12° Entrega



Respuestas a algunos cuestionamientos


"No existe ninguna razón científica para negar la conciencia en la totalidad de la naturaleza"
Rupert Sheldrake

Aclaraciones y comentarios finales
Quizás a alguno de ustedes le haya llamado la atención el hecho de que he dividido esta temática en 11 Partes, en vez de hacerlo en 12, lo que estaría más "en consonancia" con la Astrología. La razón es que deseaba esperar la recepción de las "devoluciones" que me fuera haciendo la gente, a fin de poder hacer un cierre más mandálico.
A continuación presentaré algunos de estos cuestionamientos y planteos,que me hicieron en relación a los 11 artículos precedentes, elegí los más significativos, y -debo decirlo-  "sorprendentes".

Primer cuestionamiento:

"La Ciencia, que tiene esta potencia para presentarnos y ayudarnos a comprender la Física Cuántica, no necesariamente tiene la capacidad de explicarnos la Astrología, que es un saber de otro nivel, de una complejidad superior. Entonces: ¿Cómo puede la Astrología ser explicada desde la Física Cuántica?"

Respuesta:
No, claro, pretender explicar a la Astrología sólo con la Física Cuántica sería hacer un "reduccionismo" muy ingenuo, en vez de "complejizar" nuestro pensamiento -como el asunto lo demanda-. Por eso, y lo deseo aclarar muy bien, mi intención no es hacer un reduccionismo de la Astrología a la Física.
Ahora está muy de moda hablar de las "Teorías de Todo" (TOE´s en inglés: "Theories of Everything"). Bueno, la Cuántica no es una teoría de todo. Hay muchísimas cosas que deja por fuera de su ámbito. Y en esto, sí concuerdo con la opinión del Dr. Mario Bunge.
En cambio, sí considero que:

1) una presentación actualizada de la interpretación de Bohm de la Física Cuántica -que no la reduce al ámbito microscópico "por decoherencia", como muchos experimentos modernos han demostrado-
2) una generalización de los Principios Cuánticos -similar a los del tipo planteados por el biólogo Rupert Sheldrake con sus "campos morfogenéticos" y la "resonancia mórfica" (que son tan afines a la interpretación de David Bohm de la Física Cuántica),
3) así como de los Principios Astrofísicos y Cosmológicos, más 
4) la Psicología (de Jung, de Freud, de Lacan o de quien sea, si lo consideramos serio y valioso),

todo ello podría darnos un primer "esbozo explicativo" de la Astrología, (que debería luego ser desarrollado con más detalle, revisado y corregido). Es decir, básicamente, quisiéramos entender por qué razón podrían estar tan íntimamente correlacionados los dibujos que van formando los astros -y que generan un Álgebra de Operadores, tal como la que caracteriza a todos los sistemas físicos- en el espacio, con nuestra red de vínculos interpersonales.
Por otra parte, intento promover un diálogo interdisciplinar, para ser coherente con mi posición de aceptar a la Astrología como Ciencia (con las reservas anteriormente hechas). Pues como hemos dicho al principio de estos artículos, dicha apertura al diálogo con las demás disciplinas científicas es una condición básica necesaria para ser una Ciencia.
Sencillamente, y desde diferentes ángulos estamos tratando de comprender la Naturaleza, el Universo con todo ese gigantesco y agitado "océano de incontables galaxias", el majestuosamente rítmico Movimiento de la Vida y su correlación con nuestros procesos psicológicos humanos....
Hoy en día, hay varios enfoques que sería bueno integrar con la Astrología, aunque no se trata sólo de que ésta "reciba", porque la Astrología tiene también mucha riqueza que "aportar" a todas las otras disciplinas científicas. Así como los principios de la Física Cuántica, por ejemplo, pueden ayudar a interpretar ciertas cosas de la Astrología (sobre todo cómo actúan los llamados "Aspectos") de otra forma, del mismo modo, la misma Astrología puede ayudar a la Física a interpretar mejor los fenómenos cuánticos. Y lo mismo sucedería con muchas otras ramas del "árbol" de las Ciencias.

Segundo cuestionamiento:

"¿Se acusa a la Astrología de "pseudociencia"? Y bueno, ¿No será que la Astrología, efectivamente, no es una Ciencia, y por ende, no necesita aspirar a ser la "convalidada" por ninguna teoría obtenida siguiendo el método científico? De hecho, podría ser el caso de que la Ciencia llega a lo que llama "verdades", o al menos, a un "conocimiento confiable", vía un método específico que tiene sus reglas, y que la Astrología arriba a otro tipo de conocimiento, que también puede ser "verdadero" -en algún sentido-, o "útil" pero accediendo a él por otra vía, que no tiene por qué justificar "científicamente", o utilizando el "método científico"1. Más aún, puede que, eventualmente, la Astrología llegue a conocimientos que la Ciencia descubrió de una manera, pero percatándose de ellos de un modo diferente".
Complemento al segundo cuestionamiento
En la misma línea de este cuestionamiento que me hicieron, se halla lo expresado por el Filósofo y catedrático de "Historia de las Ideas", Eugenio Trías en el prólogo del libro "Orígenes del simbolismo astrológico" de Guiomar Eguillor2. Dice Trías3:

"Se parte de la premisa de que la astrología está hoy, en cierto modo, "bajo sospecha". La gran tentación consiste, entonces, en quererla "dignificar" mediante diversos expedientes posibles: por ejemplo, conduciendo el cúmulo de información que encierra hacia el ámbito de la psicología; o bien tratando de adaptar, mal que bien, los conocimientos astrológicos en que se funda la astrología a nuestras premisas4 astrofísicas y cosmológicas.
Guiomar Eguillor evita esas "facilidades"5, o no se facilita las cosas mediante esas medidas con las cuales, de modo falsificado, quiere "dignificarse" un arsenal de conocimientos tradicionales que no tiene por qué ser cuestionado. Ese arsenal está ahí y "es como es" 6. Se trata, por tanto, de aceptarlo y asumirlo como lo que es: una verdadera enciclopedia de informaciones y conocimientos que debe ser examinada desde adentro.
Frente al modo externo de buscar el sentido de la astrología fuera de su ámbito de pertenencia (en la psicología, en la astrofísica o en otros terrenos), Guiomar Eguillor adopta el método más adecuado para alcanzar el conocimiento específico del objeto de su atención: un método inmanente que asume el objeto tal como se presenta y que trata de examinarlo por dentro".

Respuesta:

En primer lugar, quisiera agradecer al Profesor Trías por admitir la "dignidad intrínseca" del saber astrológico. No obstante, no estoy seguro de que su modo de hacerlo exclusivamente "desde adentro", sea el único "adecuado". Más bien me parece que ello ni siquiera sería posible, ya que -como hemos señalado a lo largo de este trabajo- lejos de tratarse de "un arsenal que ya está ahí", o de una "enciclopedia de informaciones y conocimientos tradicionales", tanto los contenidos cognitivos como los avatares del desarrollo histórico de la Astrología han ido cambiando radicalmente -por fortuna- con el paso del tiempo, y siguiendo la evolución general de la historia y del resto de los conocimientos y experiencias de la humanidad. Porque la antigua Astrología mesopotámica del "Mul-Apin" o del "Enuma Anu Enlil" (compilado alrededor del siglo XI a. C.), en la que el planeta Júpiter era el Dios Marduk; la Luna era el (masculino) hijo de la suprema divinidad de la Tierra, Enlil; y Anu era el dios del Cielo, no es la misma que la del "Tetrabiblos" de Ptolomeo, ni ésta que toda la medieval, y menos aún que la Astrología renacentista..., y así hasta nuestros días7.
A mí me parece que si hay algo "Tradicional" con respecto a la Astrología, es su condición de Ciencia -con mayúscula-. Eso sería devolverle a la Astrología el lugar que ocupó desde un principio, y que la "modernidad" le arrebató indebidamente. Porque, de hecho, lo que hoy se considera Ciencia, surgió -en particular- de lo que fueron la Astronomía, la Matemática y la Astrología juntas. Entonces, más bien, tendríamos que repetir el sabio gesto mítico de Isis, y volver a unir los dispersados fragmentos en los que el Seth de nuestro "cientificismo" dividió al cuerpo del Osiris "epistémico". O, si lo preferimos, sería continuar el verdadero camino que nos legó Isaac Newton. Éste último es universalmente considerado el físico más grande de todos los tiempos, sin embargo, también era astrólogo, alquimista y cabalista. Hoy se conoce esto porque se ha hecho accesible parte de su correspondencia privada, así como los numerosos libros que tenía Newton sobre Alquimia. Incluso hay estudios que nos hacen creer que su muerte fue -en parte- por probar excesivas cantidades de mercurio y de otros productos químicos usados en sus años de prácticas alquímicas. Es decir, como vimos que decía Keynes (el famoso economista que retuvo los escritos privados del genio): "Newton no fue el primer 'positivista', sino el último de los 'magos' caldeos" 8 -mundialmente conocido, se entiende-.
Pero quisiera volver al tema de la necesidad, por parte de los astrólogos, de entablar diálogos con gente de otras Ciencias, tanto Naturales como Sociales (y no sólo con la Física, la Matemática y la Psicología). No se trata de "los astrólogos por su lado y los científicos por el suyo"9. Considero que eso sería dejar aislada a la Astrología, que nació y creció junto a la Astronomía, la Matemática y la Física, y las demás Ciencias. Me parece mal en un doble sentido: Frenaría el avance de la Astrología y también el de las otras Ciencias, y además el de la Filosofía. Acá -como ocurre en lo psicológico- 'aislarse es morir, o peor, enloquecer'. "Vivir es estar relacionado, vinculado", decía sabiamente Krishnamurti.
De hecho, si la nueva Astrología ("nueva" porque -insistimos- ha ido evolucionando pari pasu con la cultura y el mundo) les aporta algún tipo útil de "conocimiento" o epistéme, es porque ha crecido con muchos aportes provenientes de la Psicología, la Antropología, la Biología, etc. Uno puede y debe aprovechar lo que la Humanidad ha podido aprender en el campo de la Ciencia moderna, la nueva visión, los nuevos paradigmas, para ayudar, con los nuevos matemas, a poder concebir lo astrológico de un modo nuevo o renovado. Y de alguna manera, la Ciencia genera nuevas perspectivas. Las teorías son visiones, son puntos de vista. A través de esas nuevas visiones, uno puede tener una re-visión y re-novación de lo astrológico que puede ayudar ¡Y mucho!


1) Discúlpenme, pero no entiendo. Si no se trata de Filosofía o de alguna forma de nóesis ¿De qué otra forma de epistéme "no científica" se trataría la astrología (por lo menos nuestra astrología, la que ahora estamos practicando? Eso, descartando que sea mera "opinión" (doxa), o "fe" (pístis), o bien de que sea una "ilusión" (eikasía), ya que -según estamos suponiendo- se trataría  de un "conocimieto verdadero", o al menos, de uno "confirmable" mediante alguna praxis.
2) "Orígenes del simbolismo astrológico", de Guiomar Eguillor, Ediciones Índigo, Barcelona, 1997. La autora es una Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Barcelona, y se ha graduado en la Faculty of Astrological Studies, de Londres.
3) ¡Vaya "pseudociencia" ésta, que sigue dando que hablar a tantos filósofos hasta hoy en día!
4) Supongo que por "premisas", el autor se refiere a las hipótesis y teorías vigentes en esos campos.
5) ¡Son tan "fáciles", mi estimado Profesor, que he tenido que estudiar e investigar en varias áreas diferentes durante décadas para poder escribir estos artículos!
6) A mi juicio, todo conocimiento -y en especial el que tiene el carácter de "Tradicional"- DEBE poder ser sometido a juicio crítico. No por casualidad las palabras "tradición" y "traición" son tan parecidas: muchas veces -aunque no siempre- el recurso al pasado y a "lo que debería ser" de la tradición, termina traicionando al presente y a "lo que es".
7) Aunque no descarto la posibilidad de que siempre haya existido una "Tradición esotérica e iniciática" del saber astrológico más profunda de lo que sondeamos a través de los documentos históricos que se han hallado, dicha "Tradición" sería -como todas las de su tipo- "simbólica y viviente", y por lo tanto, podría y debería ser decodificada y conscientizada de formas siempre nuevas, a medida que van cambiando las condiciones planetarias.
8) Como todavía nos quieren hacer creer en la Escuela y aún en la Facultad.
9) Maniobra intelectual a la que también recurren algunos "religiosos" para seguir propagando ya superadas supersticiones, tales como las creencias de que no hubo una evolución natural, o la de que el universo fue creado hace unos pocos "miles" de años. Estaría bien, si le agregaran a "miles" "de millones", como ha quedado bien establecido experimentalmente. Esto sólo puede esclarecerse en un diálogo respetuoso pero entre personas cuerdas.


Reflexiones epistemológicas sobre la Astrología - 11° Entrega

 Tres Principios básicos para un “Paradigma Astrológico”

Dr. Adolfo R. Ordóñez

“Ahora, Kitty, si tan sólo prestas atención, en vez de hablar tanto, te contaré lo que pienso de la Casa del Espejo. Primero está la habitación que puedes ver a través del espejo. Es igual que nuestra sala, sólo que las cosas están al revés…”
“¡Es irritante! [Alicia] ¡Ya he cortado varias tajadas, pero siempre se unen de nuevo!”
“Tú no sabes cortar tortas de espejo –observó el Unicornio-. Distribúyela primero y córtala después”
                                                                                                         Lewis Carroll “A través del espejo”

Astrología y mirada Arquetipal
Los antiguos egipcios, que se interesaron mucho en la Astronomía-Astrología (ellos no diferenciaban entre ambas disciplinas), notaron que la “vivificante” inundación anual del valle del río Nilo tenía lugar poco después de la llamada “salida heliacal” de Sirio, es decir, cuando esta estrella salía por el Este de Egipto justo antes que el Sol (1). Sirio es la estrella más brillante del Cielo –en ambos Hemisferios- y los egipcios la denominaban Sothis, y la consagraban a la diosa Isis-. Posiblemente, sentían una asociación de dicha “inundación” con el fluir del “líquido amniótico” durante el “parto anual” de la Madre-Naturaleza, dando a luz a “las primicias” de una renovación de la vida. Cuando ello sucedía, Sirio oficiaba del “heraldo” que anunciaba la prodigiosamente salvadora crecida de este río, transformando sus orillas en el mayor de los oasis, enmarcado en el desierto más grande del planeta. Detrás de este “hecho natural”, que sin embargo, llama de forma no menos “natural” al sentido simbólico, sin duda imaginaron o “mitologizaron” que se hallaba la Divina Madre Isis, la Gran Proveedora de la vida y del alimento.
Desde nuestra perspectiva actual, “pensamos que desde luego” la lejana estrella Sirio no
era más que una indicadora de un ciclo, de la llegada del período cálido y del consiguiente derretimiento de los hielos de montaña que alimentan al Nilo y lo hacen desbordar. En otros términos, nuestra cultura nos “hace preferir” la explicación racional de que aquí se trata “sólo” de “causas físicas” perfectamente lógicas, y que no “se requiere” de ningún mito: la salida heliacal de Sirio señalaba entonces, fortuitamente y sólo para Egipto – sin que a esto se halle asociado ningún significado o arquetipo mítico- que vendría el calor que derretiría los glaciares y produciría mediante ese “mecanismo natural” la próxima crecida del río Nilo.
Aquí es necesario remarcar que la explicación racional del fenómeno físico citado no excluye la presencia activa de un sentido mítico arquetipal. Más aún, privarlo del mismo, empobrece y fragmenta artificialmente la conexión del ser humano con su entorno vital. De ahí a los dramáticos “problemas ecológicos” que hoy padecemos, hay una sencilla y “lógica” relación “causa-efecto” y un breve período de tiempo (2).


Astrología y explicaciones cientificistas usuales para descalificarla: Mirada causalista

Muchos niegan a la Astrología, o la consideran “una tan antigua como descabellada superstición” porque la piensan exclusivamente desde lo causal, y desconociendo o rechazando el valor de lo mítico, y además porque esa misma valoración tan negativa que los condiciona, obviamente les impide acceder a formarse una experiencia directa del enorme valor psicológico de la información que la Astrología brinda. Hemos de poder juzgar con conocimiento propio la metodología que utiliza, y los múltiples beneficios psicológicos que resultan tanto de la tarea de aprender a “extraer” o “leer” esa vital y preciosa información, como de la de “abrirnos” a ella e ir “procesándola”, ya que pone en evidencia lo que realmente somos, nuestras potencialidades aún dormidas, así como los ciclos de su desenvolvimiento pari pasu con los ciclos del cosmos.
Ahora bien, aunque el Universo in toto incide indudablemente sobre nosotros en ciertos aspectos causales –basta considerar las mareas, la influencia electromagnética de los vientos y de las manchas solares, los rayos cósmicos, los meteoritos capaces de traer vida a nuestro planeta, o bien de causar extinciones masivas, etc.- evidentemente, la relación del Cosmos con nuestra psique y nuestras relaciones vinculares no se trata de un “efecto” producido o “causado” por alguna de las cuatro interacciones o “fuerzas” conocidas: gravitatoria (que hace caer a las cosas), nuclear débil (responsable de la radiactividad), electromagnética (que explica la química, la luz y los motores) o nuclear fuerte (fuente de la energía nuclear).  ¿Cómo podría serlo?. ¡Más aún, la Física Cuántica nos ha enseñado que la acausalidad está en la base de esas mismas interacciones!

Probabilidades, 'dados cargados' y Sincronicidad  (Relaciones Acausales)

 De ahí la necesidad de recurrir a las medidas de probabilidad (en plural, nótese bien, pues varían –tal como ocurre con un dado cargado- con el estado del sistema y con el
“observable” que se mida). Es como si el estado y el observable elegido para medir, tuvieran el efecto análogo al de “cargar los dados”, haciendo que aumente la medida de probabilidad de que ocurran ciertos sucesos usualmente “improbables” y que disminuya la de otros, habitualmente muy “probables”.
¿Acaso no vemos cómo resulta afectada nuestra posibilidad de ganar una partida de cualquier juego de azar cuando estamos deprimidos, malhumorados, pesimistas, negativos, “con mala onda”, etc.? Como saben muy bien los médicos cirujanos, tales estados “de desánimo” pueden incluso afectar –para mal- los resultados en el paciente de una intervención quirúrgica. ¡No sólo es cuestión de preparar la dieta, sino también la psique de quien ha de ser operado!

Compárese lo anterior con lo que dice Jung (3) [la letra en negrita es mía]:

“Si consideramos la sincronicidad o los arquetipos como pertenecientes a lo contingente, esto último adquiere el aspecto específico  de un “modus” que tiene el significado funcional de un factor formador del mundo”.
“El arquetipo representa la probabilidad psíquica, por cuanto representa el acontecer común e instintivo en una especie de “tipos”. Es una especial instancia psíquica de la probabilidad general, que consiste en leyes del azar y sienta reglas para la naturaleza exactamente del mismo modo que la mecánica”


Por ello, a nuestro juicio:

Acausalidad y Física Cuántica
Lo más importante de la interconexión astrológica hombre–Cosmos, lo que hace que aparezca “reflejado en el cielo” lo que nos ocurre adentro y en nuestros vínculos “aquí en la Tierra”, es de índole acausal y sincronística. Hay una forma de entender dicho nexo que no requiere de la causalidad, sino de un “entrelazamiento” del tipo de la Física Cuántica, y de la “no localidad” (4) a éste asociada, tal como dijimos que ocurre en las mediciones de las partículas gemelas cuánticamente entrelazadas.

Así como en nuestros ojos se “envuelve información cósmica” al mirar el cielo nocturno, que nuestra mente luego decodifica o “desenvuelve”, mostrándonos el bello panorama del cielo estrellado, así el Todo “entrelazado” se refleja holográficamente en cada parte, y haciendo que todo marche sincronísticamente. Como es “adentro”, así es “afuera”. Como es “afuera”, así es “adentro”. Porque, en realidad, hay un Único e inseparable “Holofluir”.
La Astrología, se basa en una “extrapolación” a otros niveles –sobre todo psicológicos- de los mismos Principios Teóricos Fundamentales sobre los que descansa la Cosmología y la Física Cuántica.
Habiendo ya desarrollado -lo más sucintamente que me fue posible- por separado cada uno de dichos tres Principios que nos parecen particularmente relevantes, los enunciaremos ahora en forma conjunta y compacta:



1°) El Principio Cosmológico (viene de la Cosmología)
Todo el Cosmos (5) surgió de un “Punto (o Puntos) Primordial (es)” que lo contenía (n) Todo, pero “envuelto” y de un modo potencial, mediante un “Big Bang”, a partir del cual se fue diferenciando y actualizando en partículas subatómicas, átomos de hidrógeno y de helio, nubes de gases que se fueron condensando, formando así cientos de miles de millones estrellas y planetas, en cada una de los cientos de miles de millones de galaxias, todas unidas entre sí por un “tejido espacio-temporal” que se ha ido expandiendo durante unos 13.700.000.000 millones de años a partir del “gran estallido” inicial.

2°) El Principio Holográfico (derivado de la Física Cuántica expresada por David Bohm”)
La Única Realidad Sustancial es la Holokinesis u Holomovimiento, que se caracteriza por tener un “Orden Implicado”. Este es tal, que cada una de sus partes” puede tener “envuelta” o “plegada”
información de la totalidad, o sea “del todo” (“holos” en griego); y –lo que resulta más obvio- el todo (en particular, el Cosmos) envuelve la información concerniente a cada una de sus partes”. Dicho Orden Implicado (o “plegado”) se va desplegando gradual y sucesivamente en innumerables “subtotalidades” relativamente autónomas, que son proyecciones del mismo Todo y que poseen cada una su propio “orden explicado o desplegado”, (en particular, son ejemplos las constelaciones dentro de nuestra galaxia, el sistema solar, y cada ser humano). Por tal motivo, todas estas proyecciones guardan entre sí muchísimas correlaciones.

3°) El Principio de la Sincronicidad (viene de la Física Cuántica y de la Psicología Analítica de
Carl Jung)  Principio de conexión acausal entre el Cosmos (cuánticamente considerado) y el hombre (psico-físicamente considerado). La cual, junto con los “patrones de orden significativo” de todo lo que observamos y que está dado por los arquetipos, acciona tanto en la “psi-que” aparentemente interior y subjetiva (6) como en la materia aparentemente exterior y objetiva ("fi-sis"), originando “adentro” todos los mathemas y mythemas, las fórmulas matemáticas más geniales y los sueños simbólicos o las Mitologías, y “afuera” las correlaciones que los astrólogos han ido identificando durante siglos (7).

A mi juicio, estos tres Principios constituyen la clave para:
i) concebir porqué es posible que la Astrología funcione, así como también,
j) cómo es que debemos –o podemos- entenderla.
Recurriendo a una metáfora aclaratoria: cuando nos miramos al espejo y vemos que nos salió algún granito, no lo atribuimos al espejo: éste no fue su causa, tan sólo refleja nuestro rostro, y al hacerlo nos brinda una útil información. Además, somos nosotros mismos, ya sea por nuestra acción directa o simplemente dejándolo, los que hacemos que el granito se seque, pero en todo caso por mecanismos que nada tienen que ver con el espejo. Y al final, después éste terminará reflejando nuestro rostro ya sin el granito. De modo similar, cuando miramos la hora en nuestro reloj, no pensamos que el tiempo es “causado” por el movimiento de sus agujas: éstas sólo están correlacionadas sincronísticamente con la marcha temporal y la indican
Del mismo modo, los astros no hacen sino reflejar nuestros rasgos personales en el espejo del firmamento y en el movimiento de los planetas en relación al fondo de las constelaciones. El asunto es aprender a “mirar y ver” en el abovedado espejo estelar, así como “aprender a leer la hora” en el complejo reloj astral. Pero cualquier cosa que hayamos aprendido a ver sobre nosotros mismos o de nuestro tiempo, y lo que luego hagamos, habrá sido iniciada por nosotros mismos y nuestro entorno.

Genuina actitud científica frente a la Astrología
Y para saber si ello es verdadero o falso, hemos de recurrir a la observación de muchos casos. ¿Acaso no es esa la genuina “actitud científica (observar, formular una hipótesis y contrastarla experimentalmente antes de negarla rotundamente y “a priori”)? Claramente, no basta que tratemos de entender “por qué funciona” desde nuestra estrechez mental o la del paradigma que condiciona nuestra mirada.
Después de todo, ya hemos mencionado un antecedente “científico” en el cual se aceptó algo (las tres leyes de Kepler) a partir de su formulación descriptiva y se lo consideró posible, es decir, no se lo negó a priori, hasta que muchos años después Newton pudo explicarlo físico-matemáticamente. En efecto, las tres leyes de Kepler no fueron menos válidas en el intervalo entre su formulación –meramente descriptiva de lo que sucedía- y la explicación teórica pensada por Newton -y posteriormente "afinada aún más" por Einstein- de porqué sucedía de ese modo.
Por eso, y con el propósito de “hacer plausible” la Astrología entre los más escépticos, propongo aprovechar los notables avances actuales en todas las áreas del saber que me son conocidas, e intentar llegar desde un “keplerismo astrológico” hasta un “esbozo” de explicación de las posibles razones implicadas en el funcionamiento de las reglas astrológicas.
Por favor, no deseo que me malinterpreten. No pretendo menospreciar la imprescindible, complejísima e invalorable labor “descriptiva” que debe preceder a cualquier intento “explicativo”. Sin la precursora labor de Kepler no hubiera sido posible la -notable pero perfectible- explicación de Newton.

¿La Astrología, una Ciencia Mayor?
En relación a esto, la situación de la Astrología es muy diferente que la de la Astronomía
y la Astrofísica, puesto que “la mera descripción” astrológica es una tarea monumental de trabajo de campo, de relacionar datos y de hermenéutica, llevada a cabo por muchísimas generaciones de astrólogos de todo el mundo. Y además, si bien “explicar” es importante desde el punto de vista epistemológico, la buena práctica astrológica requiere –como la de la Psicología y en general, la de todas las Ciencias Sociales- sobre todo elcomprender” y “sentir” lo más finamente y del mejor modo posible el nexo entre “el Cielo” y “la Tierra”.
En este sentido, considero imprescindible profundizar en la tarea pionera de Carl Gustav Jung, que “describe” con gran claridad los fenómenos sincronísticos, y –en general- de la Psicología Analítica que él inició, sin los cuales resulta imposible “captar” la importancia y sutileza de todo lo que está juego en la fenomenología astrológica. Eso no podría surgir nunca de la “mera explicación” del tipo más físico y metafísico de David Bohm –por mucho que éste haya aportado en la elucidación de los “supuestos teóricos subyacentes”-.
Esto tampoco lo digo con el ánimo de descartar las otras muchas ramas de la Psicología y del Psicoanálisis. Cada una de ellas tiene su lugar en el maravilloso despliegue de esa “Ciencia Mayor” sintetizando a todo un Grupo de Ciencias que presiento subyace en la Astrología, y que tiene una base filosófica, teórica y experimental tan sólida, que ha sobrevivido a todos los ataques e intentos de considerarla “desde afuera” como una “pseudociencia” o incluso de destruirla “desde adentro”, mediante una práctica “pseudo-astrológica” omnipotente, fatalista y carente de idoneidad.



(1) Así como ocurre “en pequeño” con Venus (la "Diosa del Amor"), “el Lucero del Alba”, cuya bella y conmovedora luz que parece mayor -como la luminosidad de Sirio, justamente- anuncia que vendrá la mañana.
(2) Aquí es donde protestamos: ¿qué seguridad tenemos de ello? No se trata de lo que nuestra cultura afirma, que es muy claro e indudable, sino de lo que niega. Esta es, generalmente, la causa principal de muchos malentendidos e injusticias entre los pueblos de diferentes culturas, o entre los seguidores de distintas religiones.
(3) “La interpretación de la naturaleza y la psique” (ya citada), pág. 119
(4) Ello significa –esencialmente- que, aún cuando los objetos ocupen regiones muy alejadas uno del otro en el espacio, no están, sin embargo, realmente separados en el sentido de que pueden seguir afectándose mutuamente. Dicho de otro modo: no es verdad que sólo son posibles vínculos locales entre dos cuerpos, o sea cuando están en contacto cercano, , como cuando el pié le da un impulso a la pelota al chocar contra ella. Como ejemplo de una influencia “no local” están las dos partículas gemelas de la EPR, que se afectan instantáneamente y a la distancia a través de ψ, su “estado cuántico” común. Einstein nunca pudo aceptarlo como un hecho –él lo señaló (en “la paradoja EPR”) “como una predicción que evidenciaba lo defectuosa que era la cuántica”, pero los experimentos realizados en décadas posteriores a su muerte, han confirmado la existencia de correlaciones del tipo que predice la cuántica.
(5) Por lo menos con el “Cosmos” o "Universo" con el que estamos físicamente conectados y que nos es –al menos en teoría- accesible. Esta observación es importante por la especulación en la existencia de un "Multiverso", ¡Del cual "nuestro Universo", surgido de "nuestro Big Bang", sería sólo una parte! Así como antes de 1930 creíamos que sólo existía la Vía Láctea -que era considerada "el Universo"- y hoy sabemos que hay miles de millones de Galaxias sólo en este Universo.
(6) Obsérvese la relación con el símbolo de “la esfera cuyo centro está en todas partes y su circunferencia en ninguna” de los antiguos; correspondiente al arquetipo del “Unus Mundus” de Jung. Recomendamos para este tema el libro del físico canadiense F. David Peat, “Sincronicidad. Puente entre la mente y la materia”, Editorial Kairós, Barcelona 1988; y “La sincronicidad. ¿Existe un orden acausal?, que contiene trabajos de diferentes autores, especialistas de renombre en distintos campos científicos, gedisa editorial, Barcelona, 1987.
 (7) Esto es análogo al estado cuántico, y a “la función de ondas” que en cuántica se anota con la letra griega ψ (“psi”) y a los campos de materia, simbolizados por la letra Φ "fi". Esta notable analogía fue señalada por David Bohm. Es un ejemplo de hecho sincronístico, verdaderamente.