Dr. Adolfo
R. Ordóñez
¿Tienen la Astrología y la Física Cuántica alguna conexión?
“Nosotros siempre tratamos de buscar la causa por la que
algo ha sucedido. Los antiguos chinos, en cambio se preguntaban: ¿Qué es más
probable que suceda en conjunto? …Si leemos las crónicas históricas chinas,
simplemente dicen que en el año del dragón, la emperatriz se fugó con su amante;
los tártaros invadieron el país; las cosechas se perdieron; y en la ciudad de
Shangai hubo una epidemia de peste" [...] "[...] en el Bhagavad Gita 'Yo soy el juego de dados' el dios Krishna dice de sí mismo. Soy el Ser que se asienta en el corazón de todos los seres. Soy el principio, el medio y el final de todos los seres. Soy Vishnú, el sol radiante entre todos los cuerpos luminosos” 3
Dra. Marie Luise Von Franz
Es notable la similitud entre esta antigua Astrología China
con la Mecánica Cuántica. En efecto, en esta última, en la imagen o
representación de Schrödinger, cada sistema, en cada momento o instante, tiene un estado,
que viene dado por una función de onda ‘psi’ ψ, que satisface una cierta ecuación
de evolución temporal -que hoy se llama en homenaje a él- Ecuación de
Schrödinger. Dicha ecuación regula cómo varía el estado “psi” en el tiempo, lo
cual depende de cómo es el observable “energía” del sistema. Esta ecuación con la que evolucionan 'los estados' sucesivos (o sea 'los hexagramas' del "Libro de las Mutaciones" o 'I Ching') por los que va pasando el sistema, cumple un rol parecido al del 'I Ching'.
El sistema tiene también un álgebra de observables. Dicha álgebra codifica la información de todas las cosas o propiedades que tienen alguna probabilidad de observarse ya sea separada o conjuntamente en el sistema. Este último caso 'conjunto' se da cuándo y sólo cuándo conmutan los operadores matemáticos –digamos, A y B- asociados a los observables A y B. Es decir, cuando AB = BA.
El sistema tiene también un álgebra de observables. Dicha álgebra codifica la información de todas las cosas o propiedades que tienen alguna probabilidad de observarse ya sea separada o conjuntamente en el sistema. Este último caso 'conjunto' se da cuándo y sólo cuándo conmutan los operadores matemáticos –digamos, A y B- asociados a los observables A y B. Es decir, cuando AB = BA.
Semejanzas: [Además de las que ofrece el I Ching, tal como ya señalamos] el “sistema social chino” tenía entonces en cada 'momento' anual un estado, el cual venía descrito en la Astrología China como “el año del dragón”, o "el de la serpiente", o "el del caballo", etc. Si se objeta que “un año no es un
instante”, basta flexibilizar la noción de “momento” para que pueda durar un año
(o incluso más según el sistema de que se trate) y no sólo un instante sin duración –lo cual
también fue propuesto, por David Bohm-. Así como el físico cuántico busca
“clases de observables que se puedan medir conjuntamente en cada momento” del tiempo, y
sigue su evolución matemáticamente, el astrólogo chino con sus datos, y basado
en múltiples “observaciones empíricas” acumuladas durante muchos siglos por la
Astrología China, proporcionaba información acerca de clases de propiedades que
tenían una probabilidad no nula de ser observadas conjuntamente en dicho “sistema
social”, y el modo cómo irían variando con los años, según fuesen los restantes
estados que el sistema debería ir atravesando. En ambos casos, los resultados sólo
pretenden (o pretendían) ser probabilísticos.
Así se entiende que Niels Bohr, uno de los “padres” de la
cuántica, y autor del llamado “Principio de Complementariedad”, haya elegido
para su escudo de armas, al ser honrado con el Título de “Caballero” danés, el
antiguo símbolo chino del Tai Chi con el Yin y el Yang, rodeado de la
inscripción “contraria sunt complementa”4.
Uno de los principios básicos de la Mecánica Cuántica
–motivado por décadas de experimentación y múltiples intentos teorizadores
alternativos, que finalmente mostraron ser inadecuados- es que:
La Naturaleza, en sus fundamentos últimos, no descansa sólo
sobre la causalidad, sino sobre una “aleatoriedad (acausal) sui generis” que
depende del 'estado' de cada sistema. Es decir, las probabilidades de que algo le
ocurra a un sistema, o del valor que podríamos medir en sus “observables”
característicos dependen de su estado.
Para decirlo de un modo metafórico pero que a todos nos
resultará más familiar: “¡Si estás en un “estado” psicológico pesimista y
deprimido, mejor no vayas al casino! Todas las probabilidades de ganar estarán
en tu contra. Si, en cambio, 'estás psicológicamente optimista, en ganador' tus chances serán mejores
(aunque nunca se puede estar 'seguro').”
Pasa como en un dado. Si no está “cargado”, la probabilidad
de que salga 6 es de 1/6. Pero si está “cargado” con un peso mayor sobre la
cara opuesta al 6, la que corresponde al número 1, la probabilidad de que salga el 6, es mayor que 1/6.
Podríamos decir que la famosa expresión de Einstein: “Yo no
creo que Dios juegue a los dados con el Universo” –que él usaba para oponerse a
la naciente Física Cuántica, que nunca aceptó- estaba equivocada, porque
suponía que se trataba de dados comunes, “sin cargar”. En rigor, el Cosmos no
es “determinista” o “causalista” de modo absolutista, porque ello nos quitaría
todo libre albedrío. En lugar de ello, está organizado para que podamos “dar y
recibir” mediante un ingenioso sistema de “dados cargados” por el 'peso' de nuestros 'estados'.
¿Queremos cambiar nuestra suerte? Por ejemplo, ¿Desearíamos
que ciertos eventos que nos desagradan dejen de rodearnos como molestas
moscas? ¡Se puede! ¡Simplemente debemos cambiar de “estado psicológico”! ¿Cómo
se hace eso? ¡Ah, ahí está en juego toda la Mágica Ciencia de la Vida y el Arte
de Vivir! Pero si no se informan mínimamente y maduran psicológicamente de
acuerdo a lo que aconseja la verdadera espiritualidad y la verdadera
Astrología, me temo que les va a costar mucho!
A la par de los grandes Arcángeles Miguel o Mija-El (‘¿Quién
como Dios?’) o Gabriel (Gavri-El, ‘la Fuerza-Poder de Dios’), etc., podemos
pensar que los Destinos de la Vida son administrados por el 'imaginario' Arcángel “Azar-El”…
(¡El Arcángel de la Magia de la Vida, la Sincronicidad!)
La notable relación de Jung con Pauli
Wolfgang Ernest Pauli, (nacido en Austria el 25 de abril de
1900, y fallecido el 15 de diciembre de
1958). Primero se nacionalizó suizo, y
luego estadounidense. Fue un físico teórico de los más brillantes del siglo XX,
y uno de los pioneros de la Física Cuántica.
Luego de ser nominado por Albert Einstein, recibió el Premio
Nobel de Física en 1945 por su “decisiva contribución de una nueva ley de la
Naturaleza, el Principio de Exclusión de Pauli”, que involucra a la teoría del
Espín, apuntalando la estructura de la materia y de toda la química. Dicho
Principio es de naturaleza acausal, al igual que lo es, el de la Sincronicidad
de Jung.
Los ‘Bosones’ y los ‘Fermiones’
La idea básica del descubrimiento de Pauli es que en el
mundo hay dos tipos de comportamientos muy diferentes en los dos tipos de materia
que se conocen: los bosones y los fermiones. Cada uno de los dos tipos de
partículas efectúa permanentemente un “giro sobre sí”, una clase de “danza”
diferente, -siguiendo una bella metáfora del físico David Peat 5-.
Los “bosones” –son partículas que hacen de 'mediadoras' en las “fuerzas” o
interacciones, tales como los mesones, los fotones, el gravitón, etc.- tienen 'espín' entero (0; 1; y 2; respectivamente) y “danzan” en forma simétrica. Eso
les permite estar tan “cerca” unos de otros como quieran, generando “estados
coherentes", tal como ocurre con el láser o los superconductores.
Los “fermiones”, tal como los electrones, protones, electrones y
neutrones, son partículas más asociadas a lo que comúnmente llamamos “materia” (como los átomos), en cambio,
tienen 'espín' semientero (1/2; 3/2; etc) y “danzan” en forma antisimétrica. Y
ello hace –por un proceso demasiado complicado como para contarlo aquí- que
surja una especie de “repulsión” entre ellos, que no puede ser considerada una
“fuerza”, por lo menos no del mismo tipo de la que separa a las cargas del mismo signo), pero que los
“excluye” de poder hallarse en el mismo estado cuántico. La “danza
antisimétrica” de los fermiones es de tal naturaleza que hace que estos “se
eviten” entre sí de un modo holístico y no local, tal como ocurre en la EPR (Experiencia de Einstein-Podolsky-Rosen).
Esto permite explicar nada menos que la impenetrabilidad de la materia; por qué los electrones que
rodean al núcleo atómico se disponen en diferentes niveles de energía, lo que a
su vez explica las propiedades químicas de los distintos elementos, etc.
También sirve para explicar la formación las diferentes posibilidades de la
evolución de las estrellas, desde una estrella común hasta un púlsar o un
agujero negro. Con esto se podrán dar una idea de la importancia capital de la
obra de Pauli. Ahora bien, resulta que esa “repulsión” a que hicimos
referencia, no es una “fuerza” ordinaria, ni es de naturaleza causal, sino que se trata
de un fenómeno holístico, no local y acausal, tal como la sincronicidad de
Jung.
El científico sujeto a sincronicidades muy humanas
Hacia finales de 1930, un año después de asumir su cátedra
universitaria de Física en Zürich, y de postular la existencia del neutrino –partícula
hasta entonces desconocida-, Pauli sufrió dos duros golpes del destino. Murió
su madre, y se casó con una cantante de cabaret que lo abandonó a las pocas
semanas. Tal como cabría esperar, Pauli sufrió un colapso psíquico severo. En
ese momento lo consultó a Jung, quien rápidamente comenzó a interpretar sus
sueños profundamente arquetípicos. Pauli, se convirtió en uno de sus mejores
estudiantes de psicología profunda.
Acá vemos el accionar de “Azar-El”. Resulta que Pauli tenía
como función principal la racional siendo, por ende, el sentir su función
inferior. Como ya indicamos en artículos anteriores, si esta última no es
trabajada con esmero –cosa que evidentemente no sucedía en este caso- se hace
presente de forma compulsiva y con características primitivas: la “bailarina”
¡no fermiónica ni bosónica, sino de cabaret! Y como esposa del genial
científico.
Sin embargo, pronto Pauli mismo comenzó a aportar con su
vasta experiencia científica y epistemológica a la teoría junguiana, y esto
contribuyó a una clarificación de los pensamientos posteriores, especialmente
los relacionados con el concepto de sincronicidad. Esta influencia fue
determinante para que Jung se decidiera finalmente a publicar sus ideas acerca
del tema de la sincronicidad. Una gran cantidad de estas discusiones están
documentadas en las cartas entre Pauli y Jung, publicadas hoy como "Atom and
Archetype". Jung elaboró el análisis de más de 400 sueños de Pauli, los
cuales aparecen en "Psicología y Alquimia". Si bien Jung no da la identidad del
soñante y se refiere él como un ser con un 'carácter espiritual superior', se
supone que los mismos pertenecen al físico austríaco.
Un ejemplo más de la “Ley de Sincronicidad” se dio cuando
Pauli “supo” que se iba a morir cuando lo internaron en la habitación número
137, porque pensó: “¡Son los números que dan la constante de estructura fina! 6” -para los
cuales la Física no tiene explicación-. Así que, infirió: “¡de ésta no me
salvo!”. Acertó: allí terminó sus días. Tal vez, otro hubiera sido su destino
si hubiera podido profundizar -más de lo que efectivamente hizo- en la Kabaláh
(¡Cuyas letras hebreas suman justamente 137, significando “recepción” de
luz!)....
Entre la comunidad internacional de los físicos circula la
versión del llamado “efecto Pauli”. Parece ser que a este brillante físico teórico
le desagradaba tanto tener que hacer experimentos concretos, que se dice que no
podía entrar a un laboratorio sin que -al instante- se rompiera o descompusiera
algún delicado aparato de medición. Obviamente, de ser esto cierto –como muchos
de los que los presenciaron sostienen- se trataría de otro notable ejemplo de
“eventos sincronísticos”.
La Sincronicidad es una importantísima Ley
Psicológico-Espiritual que, tal vez, no pudo ser enunciada en la antigüedad con la precisión y
referencia experimental explícita que la Ciencia actual demanda, hasta que apareció la notabilísima
presentación de Jung. Sin embargo, era ya conocida y usada bajo el nombre de "Ley de Simpatía entre lo Semejante", tanto por
los pueblos del extremo oriente como por los de todo el mundo antiguo, en
particular por los cabalistas.
Dr. Adolfo R. Ordóñez
3 Sobre adivinación y
sincronicidad; M.L. von Franz; Paidós; Barcelona 1999.
4 Es decir, en latín:
“Los contrarios son complementarios” tal como la Cuántica ha mostrado que
ocurre con la naturaleza tanto ondulatoria como corpuscular de la materia
(electrones, protones, etc.) y la radiación electromagnética (tal como la luz,
los rayos ultravioletas, los rayos X, etc.). Ninguna de ambas imágenes, la de
la materia como 'ondas' (u 'olas'), ni como formada por 'corpúsculos' (tipo 'bolas
de billar') puede por sí sola dar cuenta de los experimentos. Ambas imágenes
son necesarias y complementarias, según el contexto de que se trate.
5 Sincronicidad. Puente
entre mente y materia; F. David Peat; Ed. Kairós; Barcelona 1988.
6 Es una de las veinte
constantes fundamentales de la Naturaleza. Cualquier cambio aparentemente
insignificante en alguna de ellas… y ya nada sería igual en el Universo. Tal
vez no hubiera habido galaxias, ni estrellas, ni planetas, ni seres vivos. En
particular, la constante de estructura fina, cuyo valor es muy aproximadamente
1/137, rige todo lo referente a la luz, a la estructura atómica y a cualquiera
de las interacciones electromagnéticas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus dudas o comentarios son bienvenidos!