lunes, 21 de mayo de 2018

El FOHAT de H. P. Blavatsky y el Poder del “TZUR TAK” de la Kabaláh


El FOHAT de H. P. Blavatsky y el Poder del “TZUR TAK” de la Kabaláh
Adolfo Ramón Ordóñez

La ‘Doctrina Secreta’ de H. P. Blavatsky y la ‘Creación de la Nada’ concebida e interpretada por la Kabaláh
         
Según H. P. Blavatsky, y muchísimos otros serios pensadores en estas cuestiones filosóficas, de la nada nada puede surgir: ‘exnihilo nihil fit’, y por ende, no existe algo que pueda ser considerado como una ‘creación de la nada’, por más que así lo afirmen tantos religiosos y teólogos.

Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891)

         Y, si hemos de tomar las palabras ‘creación’ y ‘nada’ en sus significados más comunes y triviales, estaríamos completamente de acuerdo. Pero si lo que nos interesa es el ‘esoterismo’, y tomamos en cuenta que éste intenta trasmitir verdades muy profundas pero veladas tras las apariencias externas del lenguaje, debiéramos ser más cautos.

Según la Kabaláh, por ejemplo, la Ilusión de una separatividad absoluta, y de la existencia completamente independiente (de ‘Algo’ o ‘Alguien’) que ha emanado de la Esencia Divina, no pudo producirse de la Ideación Pre-cósmica irradiada de dicha Esencia, y por ende, cabalísticamente se acepta que debió ser –de algún modo- creada “de la Nada”.
Y hay aquí un “misterio”, que está relacionado con lo que en la Kabaláh se llama la Creación de la Nada. ¿La verdadera creación ‘ex nihilo’, o de la nada, no podría –por ejemplo- ser un ‘Maya’, en el sentido de ser el Poder o Shakti creador de una “ilusión” en las conciencias manifestadas? Pues está claro, y eso sí es aceptable, que algo que no tiene ‘consistencia real’, puede ser “creado de la nada”. Por ejemplo, uno puede creer que está enfermo, sin estarlo realmente. Una ilusión sí puede surgir “de la nada” en el sentido trivial y literal del término. En todo caso, este tema de la “Creación de la Nada” de la Teología judía, que siempre ha sido objeto de severas críticas, debería ser ‘repensado’ con más cuidado y respeto, y considerado desde otros ángulos, sobre todo ahora que tanto hemos aprendido de la “realidad virtual”, y de la posibilidad de que el Cosmos mismo sea un Holograma, hasta el punto de constituir hoy día una respetable ‘Teoría Cosmológica’. 
También hay otras formas ‘lógicas’ de entenderlo. Así, un físico moderno, pensando en la Mecánica Cuántica, podría hoy pensar las ‘formas-ideas’ en término de ‘estados-funciones de onda’, y la ‘materia’ como el resultado de los ‘colapsos’ de las funciones de onda, como los ‘corpúsculos’ o los quanta. O bien, considerar que en la Teoría Cuántico-Relativista de Campos, se explica la materia como emergiendo a partir ‘de un estado de vacío de los campos’ por la acción de ‘los operadores de creación y de destrucción de partículas’. ¿Es eso tan ‘absurdo’? Un cabalista, traería aquí a colación la famosa guematría de: Dios o ‘Elohim’ = 86 = La Naturaleza = ‘HaTeva’ =  הטבע, que incluye, vía la ‘Hei’ inicial, al Aliento Divino sobre la faz de ‘las Aguas’.
Ahora bien, a fin de convencernos de que los sabios judíos –a los que hemos de recurrir si queremos entender las ‘doctrinas’ judaicas, y no a los menos capacitados- tenían en mente algo más profundo y sutil que la tontería que pretenden los exotéricos,  consideremos lo que explicó [Séfer Ietziráh 1: 14, Aryeh Kaplan, Ed. Mirach, Madrid, 1994, p. 119] el Arí (Rabí Itjak Luria): en la Kabaláh hay dos tipos diferentes de ‘nada’. Un primer tipo, ‘el menos incomprensible’, es Áin (אין) que se aplica a la Sefiráh Keter. Permutando sus tres letras, se obtiene Aní = Yo, lo cual ya nos está sugiriendo el intento de velar una concepción subyacente nada trivial, y similar al ‘Nirvana’ budista, del ‘Yo’ que finalmente se sumerge en ‘un tipo de Nada’. Y el segundo tipo, que está ‘completamente fuera del alcance de nuestra mente’, es el que se aplica al Ein Sof, al Ser Infinito más allá de Keter, que es Éfes (אפס), y se suele traducir por ‘Nada Absoluta’, ‘Cero’, ‘Fin’, ‘Extremo’, ‘Término (de todo lo que existe)’. 
Según el gran cabalista sefaradí Rabí Moshé Ben Najmán (Najmánides, apodado 'el Ramban', 1194-1270), lo único que fue ‘creado-traído de la Nada Absoluta’ fue el hiulí, término similar al ‘hylé’ o ‘Materia Primordial’ de los griegos, ‘el primer estado de la existencia’, un Elemento intangible y sutilísimo, la ‘potencialidad preparada para hacer aparecer una forma y proceder de lo potencial a lo concreto’. 


Pero –según Najmánides- después del hiulí, nada más fue ‘creado de la Nada Absoluta o No Existencia’, sino que todo fue formado y hecho a partir de dicho Elemento. “Luego de crear esta materia prima, Él no creó más, sino que formó e hizo de ella. Todo lo trajo de ella, le dotó de formas y luego lo perfeccionó”. [“Acerca del Estudio del Jasidismo”, editado por JABAD LUVABITCH ARGENTINA, Buenos Aires, 2da. Edición corregida, 1983, Nota N° 58]
Así pues, según la Kabaláh, el Divino “Diseño o este Pensamiento, se vio materializado ‘ex nihilo’ a través de un Poder Especial que no se encuentra en las Sefirot, llamado por el Séfer Ietzirá: Tzur Tak [‘acabado o perfeccionamiento de la forma’]. Sin este Poder, el Diseño habría permanecido en el Pensamiento de las Sefirot y no se habría llevado a cabo. Esto ocurre porque las Sefirot pueden emitir únicamente lo que ellas son, es decir, poderes espirituales, pero no una realidad de entes separados”.  [“El canto del Alma”, Rabí Iejiel Bar Lev, Ediciones Obelisco, Barcelona, 2003, pág. 213]
Luego, las 10 Sefirot sólo contienen la Ideación o “Diseño” de todas las cosas. Y para que una Forma-Idea de la Ideación Precósmica pueda ‘venir a la existencia’, en el sentido de pasar de la esencia-potencial a la existencia-concreta, hace falta un Poder Especial del Eterno.
Entonces, para que existan -tal como los conocemos- tanto el Mundo como nosotros los hombres, capaces de experimentar la materialidad más ‘opaca’ a la Luz Divina, y la separación más completa, son necesarios tres aspectos: 1) la Ideación Divina, 2) el Hiulí, y 3) un Poder Especial del Ein Sof -que luego es trasmitido vía el Rayo de Luz o “Kav”, al Adam Kadmón y al Tetragramaton-, llamado “Tzur Tak”. Además, todo fue formado y hecho a partir de la Materia Primordial, y no ‘creado de la Nada Absoluta’, como suele malinterpretarse.
         Y si lo meditamos un poco (aún sin saber ni un ápice de física cuántica), es natural que la mera planificación de una Forma-Idea (morfé) no baste para dejarla plasmada en la ‘Materia Prima’. También es necesario un ‘Poder Plasmador’ relacionado con una especie de ‘Voluntad Cósmica’, que –además- debe ser capaz de ‘Saber’ si dicha Idea está ‘sincronizada’ con Todo el resto del Universo. Lo mismo que decimos del Macrocosmos, podemos repetirlo para el microcosmos humano: nuestros ‘planes’ para la vida en este plano de materia no son suficientes, sin un Poder o Destino favorable, nada ocurrirá. Es como una ‘frustración de quedarnos sin nada’. Como dijo el General José de San Martín: "Serás lo que debas ser, o si no nada". 
Ahora quisiéramos relacionar lo anterior con uno de los más grandes y difíciles ‘misterios’ dejados -esta vez- por H. P. Blavatsky: el de lo que en tibetano se llama ‘Fohat’.

“El Espíritu (o Conciencia) y la Materia, sin embargo, deben ser considerados, no como realidades independientes, sino como los dos símbolos o aspectos de lo Absoluto, Parabrahman, que constituyen la base del Ser condicionado, ya sea subjetivo, ya objetivo.
El Universo Manifestado, por lo tanto, está informado por la dualidad, la cual viene a ser la esencia misma de su Ex-istencia como manifestación. Pero así como los polos opuestos de Sujeto y Objeto, de Espíritu y Materia, son tan sólo aspectos de la Unidad Una, en la cual están sintetizados, así también en el Universo Manifestado existe “algo” que une el Espíritu a la Materia, el Sujeto al Objeto.
Este algo, desconocido al presente para la especulación occidental, es llamado Fohat por los ocultistas. Es el “puente” por el cual las Ideas que existen en el Pensamiento Divino pasan a imprimirse sobre la sustancia Cósmica, como Leyes de la Naturaleza. Fohat es así la energía dinámica de la Ideación Cósmica; o considerado bajo su otro aspecto, es el medio inteligente, el poder directivo de toda manifestación, el Pensamiento Divino trasmitido y hecho manifiesto…”
[“La Doctrina Secreta”, vol. I, Proemio, Ed. Kier, Buenos Aires, 1962, p. 80]
Siendo Fohat uno de los más, sino el más importante carácter de la cosmogonía esotérica, debe ser minuciosamente descrito. Así como en la cosmogonía griega más antigua, que difiere por completo de la posterior, Eros es la tercera persona de la trinidad primitiva, Caos, Gaea, Eros [que corresponde a la Trinidad kabalística: Éin Sof, el Todo Sin Límites (pues Caos es el Espacio, de χαίνω, abrir por completo, estar vacío), Shejináh y El Anciano de los Días o el Espíritu Santo], del mismo modo Fohat es una cosa en el Universo aún sin manifestar, y otra en el Mundo fenomenal y cósmico. En el último, es el poder oculto, eléctrico y vital, que bajo la Voluntad del Logos Creador une y relaciona todas las formas, dándoles el primer impulso, que se convierte con el tiempo en ley. Pero en el Universo Inmanifestado, Fohat ya no es esto, como Eros no es el ulterior y brillante Cupido alado, o el Amor. Fohat nada tiene todavía que ver con el Cosmos, puesto que éste no ha nacido, y los Dioses duermen aún en el seno del “Padre-Madre”. Es una idea abstracta y filosófica. No produce todavía nada por sí mismo; es sencillamente el poder creador potencial, en virtud de cuya acción el Nóumeno de todos los fenómenos futuros se divide, por así decirlo, sólo para reunirse en un acto místico suprasensible y emitir el Rayo creador. Cuando el “Hijo Divino” [el Universo Ideal] se destaca, entonces se convierte Fohat en la fuerza propulsora, en el Poder activo, que es causa de que el Uno se convierta en Dos y en Tres (en el plano cósmico de la manifestación). El triple Uno se diferencia en los Muchos, y entonces Fohat se transforma en la fuerza que reúne a los átomos elementales, y hace que se agreguen y combinen. Hallamos un eco de estas enseñanzas antiquísimas en la primitiva mitología griega.” [“La Doctrina Secreta”, vol. I, Comentarios (2) A la Estancia V, Ed. Kier, Buenos Aires, 1962, pág. 151-2]


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