sábado, 10 de octubre de 2015

2º Encuentro: Atención Plena, Vida Plena, Registro del Cuerpo



A cargo de : Psic. y  Mg Patricia Fernández A. de Ordóñez

2º Encuentro
 Atención Plena, Vida Plena: Registro del Cuerpo


Haciendo un poco de historia

Jon  Kabat- Zinn,  en la Clínica de Reducción de Estrés, ubicada en el centro Médico de la Universidad de  Massachusets, llevó a cabo el siguiente programa: Comprometerse a llevar a cabo durante 8 semanas la disciplina de abrirse y escuchar (su respiración, postura, emociones, pensamientos y entorno), sin pretender cambiar los graves problemas que tenían.

Es decir, es un llamamiento simplemente a ‘ser’, sin esforzarnos en ‘hacer’ nada.

El resultado: Importantes  y sorprendentes transformaciones mentales y corporales.
A lo largo del Taller iremos practicando para que ustedes vean por sí mismos los cambios en ustedes. Y también, les iré contando de modificaciones corporales (neuronales/cerebrales: en la estructura y en la funcionalidad del cerebro, inmunológicas, etc).
Estos estudios se multiplicaron en otros países y centros de salud de todo el mundo, y hoy hay numerosos estudios científicos de estos cambios que son demostrables.
Citaremos a varios de ellos a modo de ejemplo, para que podamos dimensionar el impacto de la práctica que estamos iniciando juntos. Implica, nada más y nada menos que la posibilidad de que se modifique nuestra calidad de vida, nuestra percepción de ésta para siempre, sin pretender cambiarla ( y ésta es la paradoja).

El núcleo central aquí es que la raíz de la modificación no proviene del ego (yo), sino de la gradual manifestación del ser mismo -que se va imponiendo-, en cada uno de nosotros, produciendo éste modificaciones en toda nuestra naturaleza.


Cómo ‘estamos’ hoy
·         La OMS predice que para el 2030 la depresión será el mayor problema de salud del planeta.
·         Queremos superar el estrés en nuestras vidas, vivir en paz, sentir más confianza, tener una buena relación con la pareja, o disfrutar de nuestras carreras.
·         Hoy, el 30% de los casos de un psicólogo son problemas de depresión y ansiedad. Otro 30% están relacionados con síntomas que no tienen explicación médica y están vinculados al estrés[1].
·         Hacemos de todo para lograr ’bienestar’, seguros que si hacemos el esfuerzo adecuado, encontraremos la solución para nuestro malestar.
·         Somos cuerpos y mentes ocupadas. O estamos trabajando febrilmente para llegar a una meta, o estamos intentando resolver los problemas, o nos consume la culpa.  En nuestro afán por avanzar y alcanzar nuestros objetivos o cumplir con el ‘deber’, nos desconectamos del aquí y el ahora.
·         Al 50% de las personas les cuesta muchísimo desconectarse, relajarse, están siempre pensando en los que  les preocupa o deben hacer.
¿Y si el esfuerzo en mejorar las cosas fuera un problema? ¿Y si nuestro hábito compulsivo por ‘el hacer’ y el ‘actuar’ fuera parte del problema?
Sin duda, tenemos muy poco espacio en la mente. Cuanto más de prisa vamos, menos espacio
Ocupados externa y mentalmente como estamos, dejamos de estar presentes en nuestras vidas.

Nos perdemos el registro (reacción, respuesta) de nuestro cuerpo, de nuestro entorno. Y así vamos reproduciendo el estrés.


 Lo curioso es que si preguntamos qué nos haría sentir mejor, el 80% de las personas responde:

  • ·         Bajar el ritmo acelerado de la vida.
  • ·         Bajar la cantidad de cosas que tenemos que hacer.
  • ·         Seríamos más felices si pudiéramos ir más tranquilos por la vida.
  • ·         Atentos al momento que vivimos.

¿Qué nos impide, entonces, vivir mejor?
Hacemos un culto del logro. También está la presión de lo colectivo: la televisión, las instituciones. En suma,  nuestro pequeño ego buscando cobtrolar. Después de todo, el estado actual de la Humanidad es la proyección en masa de nuestros pequeños egos, la dimensión de nuestra existencia anímica identidficada aún con lo colectivo.

Aprendiendo a ‘ser’, hacer menos, percibir más: Nuestro Cuerpo
En nuestra cultura occidental, desde hace unos siglos hemos venido separando cada vez más la mente del cuerpo, como si fueran entidades separadas. Las vivimos como una dicotomía. El resultado: no registramos la información, las señales que constantemente nos está enviando éste.
Llegar a establecer una relación más consciente con nuestra dimensión física puede llevarnos a una curación profunda.
Ejemplos de relaciones problemáticas habituales con nuestro cuerpo:
·         Puede que no nos guste nuestro aspecto (demasiado alto/bajo, demasiado delgado/gordo, demasiado viejo, etc.).
·         Hay quienes adoran su cuerpo: hacen excesivo énfasis (obsesivo) en una dieta, ejercicios, etc.
·         Puede que estemos desconformes con la forma en que nuestro cuerpo se comporta: sentimos dolor, ya no funciona como antes.
No estamos en paz en nuestro hogar físico, y al habitarlo nos disociamos de él, ya que establecemos una relación tensa a través de nuestra mente discursiva: Nos regimos más por el ‘cómo debería ser’ (lo que pensamos), que por el ‘cómo es’ realmente, acompañándolo. Estamos buscando cambiarlo constantemente.

Todas estas situaciones tienen algo en común: ninguna se relaciona con el cuerpo tal como es, desde un lugar de aceptación, compasión, sin juzgamiento, amoroso.

La práctica de la atención plena –meditación en la salud
Con esta modalidad de vinculación -que constantemente juzga, rechaza o busca cambiar- nos perdemos la información que nos transmite el cuerpo, perdemos lo que éste tiene para decirnos.
Ejemplos de informaciones que nuestro cuerpo nos envía:
·         Cambios en la temperatura corporal: pueden desde indicarnos que debemos abrigarnos o desabrigarnos, hasta la presencia de alguna infección corporal.
·         Síntomas neurovegetativos típicos: transpiración de manos, sudor, sequedad en la boca, sensaciones en el plexo solar, etc. Pueden indicar desde nerviosismo ante una situación, hasta que nos sentimos amenazados.
·         Cansancio, agotamiento: señal de que necesitamos descanso.
La práctica de la atención plena desarrolla una percepción corporal más sutil.
A veces, estamos tan distanciados de nuestro cuerpo que sólo recién escuchamos cuando aparecen  señales mucho más contundentes: Cuando nuestro cuerpo se enferma.


[1] Mindfulness, pág. 18, del Dr. Heaversedge y Ed Halliwell, edit. Sirio.

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