lunes, 8 de septiembre de 2014

Luna Llena de Virgo - Parte 1

Introducción

Los invito hoy, a que me acompañen en la meditación mensual de Luna Llena. Esta semana, girará en torno a la luna llena de Virgo.

Preparémonos, entonces, a disponer de un ámbito tranquilo, íntimo, calmo y de recogimiento, el cual nos invite a abrirnos a este viaje de exploración simbólico, macro y microcósmico.

Alice Bailey, hace algunos enunciados llamativos en relación a este signo.

                 "Virgo es el signo más significativo del zodíaco porque su simbología concierne a la meta del proceso evolutivo."

Esta afirmación impacta al leerla, si lo hacemos desde una actitud ingenua o desprevenida, pues Virgo se relaciona con la materia. La misma forma de su símbolo zodiacal lleva inscripta en él, la "m" de materia.

Tradicionalmente, cuando se habla de "meta del proceso evolutivo", se hace referencia al espíritu y no a la materia. Solemos decir esa persona es muy "espiritual" como un calificativo positivo, y por el contrario, cuando nos referimos a alguien como "muy materialista", lo hacemos como una descalificación, o dándole un sentido peyorativo a la valoración.

Sin embargo, A. Bailey en esto es directa y asertiva. Cuando se refiere a Virgo, un signo de Tierra y relacionado con la materia, afirma: "es el más significativo del zodíaco porque su simbología concierne a la meta del proceso evolutivo[1]".Es decir, usando términos de la psicología actual, Virgo pliega en su simbolismo y en su propósito el objetivo del Proceso de Individuación[2].

¿Qué implicará esto?

Dejemos abierta la pregunta para que vaya generando ese espacio meditativo del que tanto hablamos en otras ocasiones.

Otra afirmación del texto de A.  Bailey señala:

                 "Virgo representa  la síntesis de los tres aspectos femeninos: Eva, Isis y María".

Como decíamos arriba, si observamos el símbolo de este signo, notaremos que representa a una "m" que tiene una línea final como vuelta hacia sí misma. Es la "eme" de "Matter", madre, materia, como el mismo símbolo femenino de la Virgen también lo indica. 

Además, la frase alude a una materia con una triple potencialidad femenina, representada en Eva, Isis y María. A. Bailey sugiere que esta triplicidad femenina se corresponde con tres estados diferentes de despliegue-maduración de la materia.

Claro, para aceptar este enunciado, tendríamos que aceptar a la materia como viviente[3], es decir, tendríamos que tener una posición hilozoísta: considerar -como lo han hecho tantas culturas- que en el Universo todo está vivo[4], incluso hylé (del griego, materia primordial, e indeterminada).

Si aceptamos a la materia como viviente, entonces, la dualidad espíritu /materia, constituirá una unidad en la cual, al espíritu, lo ubicaremos en un extremo de la misma como puro Ser y propósito; y en el otro extremo, ubicaremos a la materia, como la sustancia que hará de sostén de manifestación al Ser, e irá reflejando progresivamente el propósito del espíritu. Desde este abordaje complementario de espíritu/materia, no existe la materia sin espíritu (por poco que éste se refleje en la misma), ni espíritu sin materia.

Asimismo, si aceptamos una materia viviente, queda instalada necesariamente la posibilidad de su desarrollo y de su maduración. Éste es el tema abordado por los alquimistas de todos los tiempos. El Opus alquímico, consiste, precisamente en acompañar, concientizándolo, atentamente este proceso. El mismo, es inherente a toda la materia, tanto la humana como la cósmica.  Involucra un pasaje progresivo desde un estado más primitivo y ciego de la misma  mediante su transmutación, hacia otros estados en que la materia llegará a albergar -e incluso fructificará- al Lapis Philosoforun, representado éste en la figura del Cristos (o sus equivalentes en otros sistemas religiosos, el Mesías, el Iman Mahdi): Esta es "la meta del proceso evolutivo", citando a A. Bailey : la transmutación de la sustancia (Virgen María) hasta un punto en que vehiculice el mismísimo Principio - Propósito Viviente.

Virgo, condensa, entonces, el simbolismo de tres estadios madurativos y alquímicos de nuestra constitución humana y cósmica -insisto-, que estarán representados metafóricamente en la progresiva transmutación del aspecto sustancia en Eva, Isis, y María.

   Eva, en nuestra tradición occidental, representa la figura femenina que tienta a  probar lo prohibido, a la desobediencia y al pecado... pero también, a ese acto inaugural sin el cual no nos hubiéramos convertido en seres humanos con posibilidad de autoconciencia, de libre albedrío y su correlato, la asunción de las responsabilidades por nuestros actos.

   Isis, en la mitología egipcia, representa a la viuda desesperada que vaga buscando reunir los restos de su esposo, Osiris, (símbolo del  principio integrador y religador de la individualidad más esencial), quien había sido mutilado, fragmentado, despedazado por su oscuro hermano, Seth (representante de las fuerzas anárquicas aún no ligadas, no integradas a la conciencia que desafían la integridad y por lo tanto, amenazan la salud psicoespiritual).

Amorosamente, Isis -recorriendo todo el país- va reuniendo los distintos fragmentos de Osiris, a excepción del falo -que había sido comido por oxirrinco un pez que respondía a Seth.  Isis con su poderosa magia logra insuflar nueva vida al cadáver momificado de Osiris, quedando embarazada de él. Así es como nace Horus. Osiris resurrecto pierde el falo físico. Pero resurge con una nueva potencia generadora: La segunda creación implica una acción fálica proveniente de una dimensión trascendente.

           María, en el mito cristiano, simboliza a esa figura pura, quien alberga en su vientre a un niño muy especial, concibiendo a Cristo sin unión sexual. Como físicamente es imposible concebir el nacimiento  de un niño sin una unión femenino - masculina, evidentemente la afirmación del nacimiento de Cristo "sin pecado concebido" tiene que aludir a otro tipo de nacimiento que no se refiera meramente al físico. Observemos a esta altura, que a Osiris se lo considera un dios de resurrección (porque después de muerto, y gracias a los oficios restauradores y curadores de Isis, Osiris vuelve a la vida y da nacimiento a un hijo de un modo extraordinario). Del mismo modo, Cristo, después de haber estado muerto tres días, renace con un Cuerpo de Gloria, y esto celebramos en las Pascuas cristianas, la resurrección de Cristo, en su  "Veste o Cuerpo de Luz".


Evidentemente el gran misterio en estos mitos religiosos es el rol de lo femenino. ¿Qué estarán simbolizando?

  En síntesis, en esta primera parte del artículo hemos abordado la profunda conexión de Virgo con la "sustancia viviente" en los distintos alcances de su espectro de manifestación, y cómo este signo nos propone un casamiento entre una energía masculina in abscóndito, y un aspecto femenino - receptivo, la sustancia o materia, con sus múltiples velos.

La materia, primero esconderá entre sus vestiduras para protegerlo, a la resultante de este matrimonio, el germen engendrado. Luego, progresivamente se irá despojando de sus múltiples velos para permitir la revelación del mismo.



Este tema lo abordamos en el actual artículo , en el carácter triple femenino, presente en el símbolo de Virgo – a través de:

Eva: Arquetipo del aspecto femenino carnal, que se une físicamente con lo masculino. Generación física: la sustancia como vestidura física.Representa la inmersión del espíritu en el mundo de la materia.
Isis: Arquetipo de lo femenino espiritual, unión trascendente. Emergencia de la conciencia intuitiva: la sustancia como vestidura o cuerpo sutil, -el alma- oficiando de vehículo  o puente al espíritu. Representa la función reunificadora, inspiradora y sanadora del ánima (aspecto femenino)
María: Arquetipo de la Gran Madre (Colectiva) que da nacimiento y revelación al Cristos, el "Gran Hijo". Se corresponde con la encarnación de la "imago Dei" en el Proceso de Individuación. Representa la cualidad redentora (de las fuerzas caóticas indiferenciadas y no integradas a la conciencia, cotidianamente denominadas "el mal") y vehiculizadora de un principio oculto trascendente.
La diferencia entre Isis y María -en este contexto- es más de énfasis que cualitativa. Aquí Isis referencia y remarca el carácter relacional y vinculante, unitivo, característico del ánima (recordemos la reunificación del Osiris despedazado). Es en este sentido que Jung ubica al ánima del lado de Eros, como esa capacidad de cohesión (y por lo tanto de curación) en la dimensión vincular. La figura de María, en cambio, enfatiza la presencia de la resurrección, de la renovación vital, de la cualidad femenina portadora de la fuerza y el propósito espiritual que brinda a la sustancia el carácter de incorruptibilidad, meta de todo alquimista.


Uno de los aspectos femeninos, el de Eva,  expulsa de un paraíso en el cual vivían la pareja originaria, pero sin conciencia de sí.

Los otros dos aspectos femeninos, el de Isis y el de María,  posibilitan el regreso a un estado de inmortalidad y gloria, pera habiendo pasado por la experiencia de la fragmentación (símbolo de la corruptibilidad y enfermedad psicológica) hacia una de reunificación -con Isis-, y de salvación  y divinización -con María- (símbolo renacimiento a un estado nuevo psicoespiritual). En esta línea de reflexiones, les comento que Jung, consideraba relevante la divinización de María que hizo la Iglesia Católica en 1950. Como venimos de una tradición patriarcal, Jung consideraba al hecho de divinizar la función femenina, como muy positivo, por el efecto balanceador y compensador potencial para la Psique Colectiva: Implica un reconocimiento simbólico -aunque tácito- de que la sustancia y lo femenino hunden sus raíces en lo trascendente, y por lo tanto representan funciones tan sagradas como la del espíritu y lo masculino.

Éste es el mensaje que la función arquetípica de Virgo tiene para darnos.

Mercurio, el planeta regente de Virgo, conecta a este signo con Escorpio[7], y también con Aries[8]. Aquí aparece la triple función de Mercurio, como propiedad transmutadora en sí (Virgo), como función intuitivo- búdica conectora entre "arriba" y "abajo" (Escorpio), y en tanto hermafrodita, relacionado a Aries, pues en este signo hay un casamiento inicial (que pone en marcha la rueda cíclica del devenir) entre espíritu y materia.

El Mercurio de los alquimistas no es Mercurio vulgar, afirman éstos. Justamente los alquimistas quieren mostrarnos que cuando hablan del Mercurio no se refieren meramente al metal, sino a una capacidad de transmutación, la cual es inherente a la sustancia misma, en tanto ésta es viviente.

Esta capacidad transmutadora está representada en los tres estadios de modificación de la materia simbolizados por Eva, Isis y María, los cuales acompañan a tres momentos de despertar de la conciencia que en la literatura religiosa tradicional referiríamos como la conciencia cerebral (Eva), la formación del puente entre el cuerpo y  el espíritu -el alma- (Isis), y finalmente la revelación de la divinidad (María).

En la psicología junguiana, estos tres momentos de maduración/transmutación progresiva de la sustancia, se vinculan a tres momentos del proceso de individuación (o transmutación/ maduración propia de la psique).

Si bien éste es un proceso psíquico espontáneo y autónomo, no obstante, puede verse impedido, o inhibido. Requiere de mucha paciencia, y de un acompañamiento cuidadoso de la gestación del mismo, tal como la virgen acompaña paso a paso la gestación del niño sagrado interno.

Estos tres momentos que representan simbólicamente la triplicidad de Virgo y de Mercurio, su regente, se relacionan en el proceso de individuación con:

Un momento inicial que está orientado hacia el conocimiento de la realidad externa, y que es acompañado por la configuración del yo, y la diferenciación de la función principal. Este estadio correspondería a Eva.
El segundo momento vinculado a Isis, conduce a una apertura progresiva hacia los mundos internos, direcciona a la conciencia hacia un profundo conocimiento de sí mismo. Implica un arduo y laborioso opus alquímico en el cual hay que enfrentar la sombra, a riesgo de verse despedazado como Osiris, así como integrar el ánima (casamiento espiritual entre Osiris e Isis).
El tercer momento culminante -vinculado a María-, conduce a la confrontación entre la conciencia y el arquetipo de totalidad (Selbst).
¡Tremendo simbolismo envuelto en el aparentemente tranquilo signo de Virgo!

Tal vez, ahora podamos atisbar algo de lo que involucra la críptica frase de a. Bailey para este signo: "Virgo es el signo más significativo del zodíaco porque su simbología concierne a la meta del proceso evolutivo."







[1] O, en rigor, "proceso invlutivo/evolutivo", ya que todo despliegue es cíclico y helicoidal.

[2] Y también de la "encarnatio Dei".

[3] Siendo aquí, la "materia", la "piel o pieles", las envolturas, las vestiduras, el velo de lo Desconocido, el cual se expresa a través de las mismas.

[4] En kabalá, "La Naturaleza", se dice "Hateva", la letra Hei, representa al Aliento Divino. Es decir, Hateva, la Naturaleza, contiene el Aliento divino. Asimismo, el valor numérico  de "Hateva" es 86, el mismo valor que uno de los nombres de la Deidad -Elohim-. En Kabalá, cuando dos palabras tienen el mismo valor numérico, están profundamente vinculadas entre sí. De modo que la Kabalá enseña que la divinidad se expresa en toda la Naturaleza.

[5] La precesión de los equinoccios es el desplazamiento con retrogradación ("hacia atrás") del polo norte celeste, que va describiendo un círculo completo alrededor del polo norte de la eclíptica .El ciclo completo tiene un período de 25 780 años. Este desplazamiento es debido al movimiento "hacia atrás" del eje terrestre, causado por diversas influencias  gravitacionales sobre la Tierra.

[6] Se suele denominar "gnósticos" a los cristianos primitivos

[7] Como regente Jerárquico.

[8] Como regente esotérico.


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