Desde el polo Material a la Mente; y del polo Espiritual, a la Supramente
por Adolfo Ramón Ordóñez
Según la Eterna
Sabiduría, todo Universo es el resultado de una doble ‘convolución’ entre los dos polos inseparables (como ocurre en el
magnetismo de los imanes), el del Espíritu Uno y el de la Materia Múltiple.
Desde el Espíritu en el que todo está envuelto o ‘plegado’, hacia abajo, involucionando (o ‘sembrándose’) en la
Materia; y después de llegar al nadir, y alcanzar el equilibrio en este punto
inferior, regresando (o ‘germinando’) en un arco evolutivo otra vez hacia arriba, hasta el zenit espiritual.
Ahora bien, se nos aclara
que –en cualquiera de sus múltiples expresiones- la Mente es sólo una forma preparatoria, y que deberá ser corregida
(a través del tikún, nos dirán los
kabalistas) de una Conciencia más vasta,
profunda y verdadera. La Mente surge en la Materia a través de los órganos
físicos, percibiendo las ‘sombras’ de la oscura ‘caverna material’ de Platón.
Así va preparando a nuestro conocimiento
para que pueda alguna vez reconocer los ‘objetos’ verdaderos. Y luego, para que
se vaya volviendo cada vez más receptiva de la Luz, las Visiones y las Verdades
del Espíritu, que son Una. Pero la Mente no deja de ser siempre un instrumento
de análisis y síntesis, pero no de ‘Conocimiento Esencial’. Citando a Sri
Aurobindo: “La Mente es un pasaje, no una
culminación” [“La Vida Divina”, Libro 1, Cap. XIV]. La conciencia analítica
o divisora de la Mente, sólo puede conocer por fragmentación, por división, o por
distinción. Además, en ella la idea
es una abstracción, y la voluntad es
algo que tengo o de lo que carezco, y ambas son diferentes de lo que soy. En todo caso, en el lenguaje filosófico
de la Samkhya, la Mente está siempre ligada a Prakriti, más que al Purusha.
Pero, más tarde o más temprano,
nuestro Destino Evolutivo nos hará salir de los duros padecimientos de la ‘esclavitud
en la caverna’, e ir hacia ‘el Sol y el
aire libre’.
Sin embargo, como bien remarcaron tanto
Aurobindo como Dhwal Kuhl,
Sri Aurobindo |
Dhwal Kuhl |
ya sea el Platón de “La República”, el Moisés
del “Éxodo”, o el Cristo de los “Evangelios”, nos mostraron que la verdadera
liberación no es una 'huida' del mundo hacia el Nirvana, sino que, como nobleza, obliga a regresar, y en una ‘Entrada Triunfante’ y Avatárica del Espíritu, ‘caminar sobre las
Aguas’ de la Materia, demostrando así que ambos polos son divinos. En el
lenguaje de los Vedas, ‘actualizado’ por Sri Aurobindo, estamos destinados a pasar,
desde la Humanidad Mental, al “Reino de
los Cielos” Supramental ¡Pero descendido a la Tierra! A caminar como
‘Dioses’ sobre esta Tierra.
A fin de clarificarnos,
digamos que, a diferencia de la Mente, la Supramente conoce por Identidad y
Unidad, y no por separación. Pues para ésta última, la Idea es el Ser auto-iluminado,
y conlleva la Voluntad-Energía de
expresarse en la sustancia (el Fohat
de H. P. Blavatsky). La Supramente es Una
verdadera Trinidad ‘creadora de los Mundos’.
Los
‘Dioses’ (o debiéramos decir mejor: los ‘Arquetipos’) de los Vedas, en verdad y
esencia, son sólo los múltiples Poderes de la Supramente (como
lo son las Sefirot del Adam Kadmón, irradiado del Or Ein
Sof o ‘Luz Infinita’ de la Kabaláh –que para
nosotros, es Oscuridad’-). Nacidos de Ella, y morando en Ella
como en su Hogar, son ‘Verdad-Conciencia’ en su Conocimiento (Da’at), y en sus Obras, una
‘Fuerza-Consciente’ los posee y guía con un conocimiento perfecto y
directo de la cosa por hacer, de su Esencia y su Ley.
“Arriba,
la fórmula del Uno eternamente
estable e inmutable; abajo, la fórmula de los Muchos que, eternamente mutable, busca pero difícilmente encuentra
en el fluir de las cosas un punto de apoyo firme e inmutable; en el medio, la
sede de todas las Trinidades.” [“La
Vida Divina”, Libro 1, Cap. XIV]. Es el ‘Trino Logos’ de H. P. Blavatsky.
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