LAS SIETE CLAVES DEL
SIMBOLISMO ESOTÉRICO
SIMBOLISMO ESOTÉRICO
por Adolfo Ramón Ordóñez
PARTE I
El Núcleo Principal
y la Estructura General de las grandes Obras Esotéricas ‘fue trasmitido’ en el Lenguaje Simbólico Universal de los
Misterios, que es un único ‘sub-lenguaje’ oculto, ‘protegido’ tras los diversos
lenguajes ordinarios ('Doctrina Seceta' Vol. II, Secciones I y II), y complementado por Parábolas y Alegorías, que siempre estuvo
Velado por “Siete Claves (o Llaves) Esotéricas que ‘sellan’
su Simbolismo Espiritual”, y por ende, a la vez que lo ‘resguardan’,
también permiten ‘des-velarlo’,
decodificando los Arcanos de la Sabiduría Iniciática (aunque, por supuesto, esto último, dependerá
de la capacidad ‘hermenéutica’ de cada ‘descifrador’).
Quisiera referirme a este asunto que, evidentemente es fundamental para la comprensión del Núcleo,
Alma o nivel esotérico, de una Obra, en general. La falta de atenta
consideración a este tema, y de las vivencias, aprendizajes y adiestramientos
que requiere es una de las razones por las que mucha gente con inquietudes espirituales, a pesar de su
correcta motivación y de poner en ello un gran esfuerzo, lamentablemente, alcanza
a comprender muy poco, y a veces casi nada, de las mejores y más serias ‘Obras
Esotéricas’ tales como “La Doctrina Secreta” (que
abreviaremos DS, y cuyas citas tomaremos de la Edición en castellano de la
Editorial Kier, Bs. As., 1972, que utilizaremos en este artículo) o “Isis
sin Velo”, de Helena Petrovna
Blavatsky, los ‘libros azules’ de Alice
Ann Bailey, y otros, en gran medida
enseñados, o directamente transmitidos a ellas –con su consentimiento
consciente- por ‘Maestros de Sabiduría’, a través de un tipo superior de telepatía.
Sin embargo, afirma Blavatsky
en el Prefacio de la primera edición de la DS, que ésta ha sido escrita “en
servicio de la Humanidad, y la Humanidad y las generaciones futuras tienen que
juzgarla”. Es decir, esta nueva forma de ‘esoterismo’
–paradójicamente, pero debido a la urgencia de las necesidades mundiales- fue
planeado para ser difundido y juzgado por el
público más amplio posible (aunque éste consistiese, al principio,
sólo de unas pocas ‘mentes preclaras’).
Pues bien, hay dos
problemas muy obvios al que se ven enfrentados los interesados:
1)
el muy
variable grado de ‘maduración anímico-espiritual’ en la Vida, y la línea
específica de aprendizajes según los Rayos de cada uno
(las Siete Modalidades diferentes de manifestación de las energías que
nos cualifican );
2)
el no estar adecuadamente
‘capacitados’ –por méritos alcanzados en esta encarnación, o en las pasadas- en
la intuición espiritual de las
Verdades y la Sabiduría subyacentes al Budismo, Hinduísmo, Religiones antiguas,
Filosofía, Psicología, Matemática, Física, Historia, Astrología, Alquimia,
Gnosis, Kabaláh. etc., etc. (Tengamos en cuenta que se trata de ‘un Saber Iniciático Integral’ que
sintetiza todos los saberes humanamente posibles);
Sin embargo, el
‘problema mayor’ que tienen, es el siguiente:
3)
El
desconocimiento, o la falta de destreza en el uso de las Siete
Claves Esotéricas.
En efecto, sin ellas, ‘los Portales Internos’ del buscador
permanecen literalmente ‘cerrados’, y no le
resultan accesibles, sino insondables, las dimensiones en las que es posible
‘contactar’ las multifacéticas y ‘supramentales’
Verdades que constituyen la base y
fundamento de la “Religión de la
Sabiduría”. Ésta fue llamada “la
Doctrina Hilo”, por ser como el hilo (o sutra)
de un collar que enlaza a todas esas ‘perlas esotéricas’, que son el alma y el corazón de esos ‘cuerpos’ en que se han diferenciado y articulado todas las
grandes tradiciones espirituales y religiones.
Detrás de los grandes Mitos
Universales y su ‘velado simbolismo’, las 7 Claves Esotéricas nos permitirán intuir o, por lo menos, vislumbrar
algunos aspectos de la inagotable profundidad
de la Sabiduría Eterna, aunque para
ello debamos ir más allá de las teologías exotéricas ortodoxas, retrotrayéndolas
a su esencia original e indiferenciada.
Recordemos la importancia del Número 7, ‘el Telésforos’
de Pitágoras, es decir “el Número que todo lo porta (‘foros’) hacia
su finalidad (‘télos’)” [así como ‘fósforos’
es el que porta (‘foros’) la luz (fos, fotos)]. De ahí los simbólicos 7
Días de la Creación en el Génesis bíblico, la Menoráh o Candelabro de 7
Luces hebreo, etc.
Todo Mito, Leyenda o Alegoría relevante
de la antigüedad, puede ser comprendido
-en su significación esotérica- a través de siete claves que lo descifran o
decodifican desde siete perspectivas diferentes. Si bien éstas son complementarias
y conforman un todo orgánico, no deben confundirse ni mezclarse, para no caer en
serias equivocaciones, tal como ha ocurrido en el exoterismo de las diferentes
religiones mundiales.
Para citar sólo unos pocos ejemplos ilustrativos, puede
tratarse de Mitos como los de la “Guerra
en
los Cielos” (en cualquiera de sus varios niveles); o el de la “Caída” (ya sea de los Ángeles, o de la Humanidad); o el de la “lucha del Dragón con un Ángel, o con un Héroe”; el “del Árbol y la Serpiente”; “el viaje del Héroe” o “los doce Trabajos de Heracles (o Hércules)”; “Orfeo y Eurídice”; “Prometeo encadenado”, etc.
los Cielos” (en cualquiera de sus varios niveles); o el de la “Caída” (ya sea de los Ángeles, o de la Humanidad); o el de la “lucha del Dragón con un Ángel, o con un Héroe”; el “del Árbol y la Serpiente”; “el viaje del Héroe” o “los doce Trabajos de Heracles (o Hércules)”; “Orfeo y Eurídice”; “Prometeo encadenado”, etc.
Durante muchos siglos, la gente más ‘racional’ creyó
–equivocadamente, sabemos hoy- que los mitos eran sólo “relatos fabulosos”, o puras
“imaginaciones fantásticas”, inventadas por la ignorancia popular. Los veían
como meros ‘cuentos infantiles’, o a lo sumo
‘fábulas’ con alguna ‘moraleja’, que no debían ser tomados como “verdades”, sino
como “tradiciones generalmente mezcladas con viejas supersticiones”. O bien, los
suponían consistentes en enseñanzas con “algo” de verdad, pero que se hallaban escondidas
tras “máscaras y disfraces más o menos exóticos”. Pero desde hace ya más de un
siglo, nuestra comprensión de los mitos ha cambiado radicalmente, no sólo por
su importancia cultural, sino por su carácter
estructurante de todas las sociedades. Así como cada ciencia está
‘estructurada’ sobre la base de sus diferentes “Paradigmas”, en el sentido
epistemológico de Thomas Kuhn, de modo similar, cada civilización y cultura
social están ‘estructuradas’ sobre la base de ciertos “Mitos fundantes”. En este
insight somos deudores del antropólogo
Claude Levy-Strauss. Pero además, hay toda una Escuela
de Antropología ‘Mitográfica’ (Ernest Cassirer; Mircea Eliade; Gilbert
Durand, Fernando Schwarz, etc.) que intenta recuperar el gran patrimonio de
Sabiduría y de Valores espirituales que subyace en los grandes Mitos de la
humanidad. Y además, están los trabajos de la Psicología Analítica en relación con los Mitos y Arquetipos universales
realizados por el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung; las numerosas y
multifacéticas clarificaciones acerca de los mitos de Edgard Morin; la
meritoria tarea enciclopédica, pedagógica y de difusión de Joseph Campbell; y
un largo etc.
Sin bien los ‘especialistas académicos’, han realizado (y continúan haciéndola) una
loable tarea hermenéutica en algunos aspectos importantes,
pero más o menos ‘exotéricos’ de los mitos, aún nos queda mucho por aprender de los ‘aspectos esotéricos’ de éstos.
Sin embargo, quisiéramos
realzar la excepcional tarea hermenéutica de Carl Gustav Jung, que se dio cuenta de la importancia de las claves septenarias del simbolismo esotérico
incluso para su nueva ‘formulación científica’, al descubrir la relación entre las etapas de su ‘Proceso
de Individuación’ (que describe el desarrollo psico-espiritual del ser
humano) con los 7 Chakras del Yoga. En
su obra “La Psicología del Yoga
Kundalini”, (Ed. Trotta, Madrid, 2015; basado en Notas suyas de un
Seminario de 1932) dice:
“Así pues, el yoga Kundalini, en su sistema de chakras, simboliza el
desarrollo de la vida impersonal. Es también, por tanto, simultáneamente un
simbolismo iniciático, y es el mito cosmogónico.” (pág. 82)
Así pues, con ayuda de las
Siete Claves Esotéricas, cada uno de esos grandes Mitos, Alegorías y Símbolos, pasa a revelarnos
profundos e inesperados significados filosófico-espirituales,
e incluso, nos proporciona importantes datos y una valiosísima información científica.
A fin de que comprendan por ustedes mismos ‘lo natural’ y la ‘eficiencia’ de esta hermenéutica múltiple (que, obviamente, está asociada
al carácter ‘polisémico’ de los símbolos), les propondré dos ejercicios para
que se den cuenta por ustedes mismos de
la realidad de la existencia de estas claves ‘descifrantes’, todas diferentes y no 'mezclables' entre ellas, aunque estén analógicamente
relacionadas entre sí.
Ejercicio 1: Piensen
en diferentes formas (metafísica, psicológica, histórica, etc.) en las que
podrían decodificar la célebre ‘Alegoría de la Caverna’ del Libro VII de ‘La
República’ de Platón, y relaciónenla
con los 7 chakras del Yoga. [Ayuda para esto último: los hombres atados en el
fondo de la caverna que sólo ven sombras, se relacionan con el chakra inferior,
el muladhara o de la base de la
columna vertebral; el fuego central, con el chakra manipura o plexo solar; y el Sol más allá de la caverna con el
chakra sahasrara o coronario]. En
resumen, cada Mito y Alegoría, nos brinda “7 importantísimas dimensiones diferentes”,
cada una de ellas, a su vez, séptuple, simbolizadas en él.
Por lo tanto, alguien “suficientemente alquimizado” (en el sentido de ‘espiritualmente
maduro’) y con la intuición (“supramental”,
diría Sri Aurobindo, o Buddhi) suficientemente desarrollada
como para ser capaz de ‘hacer girar estas llaves’ o claves, cada una en su
correspondiente ‘cerradura’, podría ser capaz de “abrir los Portales” que conducen a los maravillosos “Tesoros de Luz” de la
Sabiduría Perenne, normalmente velados y celosamente resguardados por
‘Dragones’ [Hierofantes Iniciados] de “los que aún no están aptos” (o que aún están
espiritualmente inmaduros) para comprender sus enseñanzas, asimilarlas y darles
un uso benéfico, tanto para ellos mismos como para los demás.
La llave o clave es algo “que puede abrir” una puerta que
está cerrada o “sellada”. Se dice también que a cada una de estas siete
“llaves”, además de hacerla penetrar en su correspondiente cerradura, luego hay
que hacerla girar siete veces. Otros autores proponen hacerlas
girar diez veces –de acuerdo al número de Sefirót del Árbol de la Vida
cabalístico-. Es decir, ¡Para liberar el significado completo que se halla
oculto en cada Mito, habría que dar entre 49 y/o 70 vueltas con esas 7 llaves!
Por ejemplo, en la Kabaláh (o
Judaísmo Esotérico) se habla de las “70 facetas que tiene la Toráh (o el Dharma, dirían en la India)” asemejándola a un diamante
pulido con 70 caras o “facetas”. Además, se habla de los 4 (o 5)
‘niveles’ de la Toráh, simbolizados
por la palabra hebrea PaRDéS (huerto paradisíaco), de donde viene la palabra
italiana ‘Paradiso’, que nos recuerda
a la esotérica “Divina Comedia” de Dante Alighieri. Estos niveles son el literal, el alegórico, el homilético-moral
y el cabalístico (este último es el del ‘vino’, que se vuelve agrio si no
se mantiene convenientemente ‘encerrado’ en sótanos y cubas de roble). Hay
además un quinto nivel, considerado el Nivel Mesiánico o de la Quintaesencia
(que se dice es el del ‘aceite’, con el que se ungían los Reyes, y que no se
daña estando a la intemperie –como ocurre con el vino-, y por eso no necesita
estar ‘encerrado’). Pero estos 5 Niveles son otra cosa, que no debe confundirse
con las ‘70 facetas’.
En Egipto, a Isis se la representaba siempre con una cruz ansata
en la mano. Si ustedes observan este símbolo, tiene forma de
llave. Isis es un símbolo de Venus, el Lucero matutino y vespertino. Era considerado el planeta de
“Lucifer”, es decir, “el hacedor de la luz”, cuyas órbitas alrededor del Sol
forman –vistas desde la Tierra- una estrella de 5 puntas. Se consideraba –en la
‘Clave Astronómica’- que Isis–Lucifer-Venus abría la puerta celeste (y
‘anunciaba’) la alborada. Además, como Lucero vespertino, Isis anunciaba la
llegada de la noche. Es decir, Isis, Venus, Ishtar, Astarté, en la aurora
abre las puertas del cielo, y durante el crepúsculo de la tarde
cierra las puertas del día. Es claro el sentido de que Isis encarna y es
la guardiana, con su llave o clave, de la Sabiduría Esotérica,
-de allí el nombre de una de las obras de H. P. Blavatsky, “Isis
sin Velo”-.
Como evidencia de que esto es algo que fue conocido y utilizado en la
antigüedad, veamos una cita del Apocalipsis –que en griego
significa “Revelaciones”, por lo que ese libro también es llamado
así-. Se lo ubica en el Nuevo Testamento, y se
lo atribuyó al Apóstol San Juan, pero su fundamento y esencia, en realidad,
es mucho más antiguo. Está escrito en forma de revelación profética, y –al
igual que el Libro de Job, o el Libro de Enoch-, es
un fragmento arrancado de los antiguos Misterios Iniciáticos que se usaron
cual “especias esotéricas” para condimentar la Biblia. Estas Obras están en
clave y son completamente cabalísticas.
Lean el Capítulo 4 y el 5 del Apocalipsis. Verán que tiene un cierto
parecido con la célebre Visión del Carro de Ezequiel. Consideren el
siguiente versículo 1 del capítulo 5:
“Vi también en la mano derecha del que está sentado en el trono un
libro, escrito por el anverso y el reverso, sellado con siete sellos”
Fíjense que dice: “un libro, escrito
por el anverso y el reverso”.
Lo de “anverso” alude a la interpretación externa, exotérica de un tema. Y el
“reverso”, a la interna, o esotérica. También dice: “sellado con siete
sellos”. Esto significa que está en clave, cifrado, sellado, o en
código, y que tiene siete claves para decodificarlo.
Al comienzo del Cristianismo, cuando aún había Iniciados difundiéndolo
en obras sumamente esotéricas como la Pistis Sofía -anterior al Apocalipsis
y evidentemente de la misma Escuela que éste (DS II, Sección X)-, se llevaba al
candidato a la Iniciación ante el Primer
Misterio, ‘el Dios de 7 Vocales’.
Ejercicio 2: Piensen en diferentes formas, además de la
meramente religiosa (por ejemplo, metafísica, psicológica, etc.) en las que
podrían ‘decodificar’ la oración cristiana por excelencia, el “Padre nuestro”.
[Ayuda: Siguiendo una antigua -pero bien conocida- enseñanza rosacruz (además
de teosófica y antroposófica), se pueden utilizar los 7 ‘principios’ que estructuran
al Ser humano para esta ‘decodificación en clave septenaria’:
1)
“Padre nuestro que estás en los cielos, (la Mónada y también su Prototipo Mayor, el
Rayo -o el Dhyani Buddha- al que
pertenece el Espíritu del que ora)
2)
Santificado sea tu Nombre (comienza una Tríada Superior; ‘Manas’, la Mente que distingue en base a
los nombres, el más externo de los principios espirituales del hombre).
3)
Venga a nosotros tu Reino (‘Buddhi’,
la luz de la sabiduría-amorosa e intuitiva que compartimos con los Ángeles)
4)
Hágase tu Voluntad (espiritual, el núcleo del Alma “a imagen y
semejanza” de la Divinidad, llamada en India ‘Atma’, del que Buddhi es como
un vehículo de expresión) así en la
Tierra como en los Cielos –en plural-
5)
El Pan nuestro de cada día dánosle hoy (comienza el ‘Cuaternario Inferior’ con cuerpo
físico o ‘sthula sharira’, reflejo
átmico invertido)
6)
Y perdónanos nuestras Deudas (kármicas),
así como nosotros perdonamos a nuestros deudores (doble etérico o ‘linga sharira’, que extiende y entreteje
sus hilos de energía con mucha gente, con la que estamos “endeudados”)
7)
Y no nos dejes caer en la Tentación (del cuerpo astral o ‘kama’, vehículo de la “luz astral”, contaminada por fuertes apetencias
‘amorales’ y por irracionales pulsiones que lo jalan constantemente)
8)
Mas líbranos del Mal (el egocéntrico ‘yo’, o el ‘ahamkara’ anclado en -e identificado
con- la mente concreta y el cerebro físico, lo que convierte al hombre
-potencialmente- en más astuto, peligroso y cruel que cualquiera de los
depredadores animales)
9) Amén.”]
¡Qué diferente es la significación y la practicidad espiritual resultante!
¿No les parece?
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