lunes, 11 de abril de 2016

Reflexiones Epistemológicas sobre la Astrología - 9° Entrega

Tres Principios básicos para un “Paradigma Astrológico”

II. El Principio Holográfico
Dr. Adolfo R. Ordóñez

“Ver un mundo en un grano de arena
y el cielo en una flor silvestre,
asir la infinitud en la palma de la mano
y la eternidad en una hora.”
William Blake

Veamos a continuación varios ejemplos ilustrativos tomados de diferentes campos, que espero les permitan vislumbrar las inusitadas posibilidades explicativas encerradas en la idea del “Principio Holográfico”, del “orden implicado” (o implícito, o plegado) y su des-pliegue en una multitud de “órdenes explicados” (o explícitos, o desplegados).
Antes que nada, deseo aclarar que, hoy en día, se está usando una versión diferente del “Principio Holográfico”, de acuerdo con una propuesta teórica del físico holandés Gerard t’Hooft de 1993 (el año siguiente al fallecimiento de David Bohm) y continuada por Leonard Susskind (de la Universidad de Stanford, USA), así como por el notable físico argentino Juan Martín Maldacena (hoy investigador en Princeton). Según esta otra versión, el contenido informativo de un volumen de espacio puede estar “envuelto” o codificado en la superficie que lo rodea. Aunque guarda cierta relación con nuestro asunto, y es una teoría muy importante en la Física actual, no es a esta última a la que aludimos en el presente trabajo.

Ejemplo 1: el holograma. Fue enunciado matemáticamente “como una posibilidad” en base a la interferencia de ondas electromagnéticas, en 1947 por el inglés Dennis Gabor, y fue realizado experimentalmente recién en 1960, gracias a la invención del rayo láser, que posibilitó la fabricación de los hologramas. La razón es que los patrones de interferencia hechos con la luz del láser son especialmente nítidos, en cambio los que permite obtener una luz ordinaria son mucho más difusos, y eso hace que se pierda mucha información. Estos “patrones de interferencia” son la analogía electromagnética de los que se producen en una bañadera o en el río, cuando se “suman y restan” las olitas de agua. Si pudiéramos congelar una porción de interferencia de olas de agua de la bañadera, eso sería una buena analogía de lo que es un holograma. Claro que eso es diferente a los muy difundidos -y posteriormente descubiertos- “hologramas ópticos” a los que estamos habituados (en los que sí se ve una figura, y con luz ordinaria).
En una diapositiva común, digamos, con la fotografía de un hombre, cada parte contiene sólo información sobre sí misma. Por eso, si proyectamos toda la diapositiva, veremos la figura del sujeto completa. Pero si cortamos una parte, por ejemplo, la porción de la diapositiva que contiene la mano izquierda del hombre, y luego proyectamos sobre una pantalla esta “parte”, aparecerá sólo dicha mano y no “todo” el hombre. Si, en cambio, se tiene la “holografía” de un hombre  –mirando la cual, a simple vista no se ve más que un claroscuro de manchas-, y se corta una parte, a la que luego se proyecta con luz láser, se seguirá viendo todo el hombre (aunque quizás con menos nitidez). Es decir, en el holograma u holografía, la parte contiene información del todo (1).

Ejemplo 2: la clonación. Ésta es posible porque el diminuto núcleo de una sola célula tiene envuelta información acerca de todo el organismo. El Principio Holográfico, de hecho, viene siendo utilizado en Ciencias Biológicas desde hace décadas. Por ejemplo, cualquier célula de un organismo viviente (no importa a qué tejido u órgano pertenezca), tiene presente la misma información genética. Que el ADN del núcleo de una célula epitelial, de una célula hepática o de una neurona -no importa su especialización-, sea el mismo, permite a los biólogos clonar un tejido, un órgano y hasta una “oveja Dolly”.

Ejemplo 3: el holoflujo cuántico (o la “holokinesis”). Esto ya ha sido larga y notablemente explicado por el físico David Bohm. A fin de trasmitir una pálida y resumida idea, digamos que Bohm mostró cómo en la Física Cuántica ocurre algo parecido a lo siguiente: Pensemos en el “flujo electromagnético” de ondas de luz, de celulares, de televisión, de radio, etc. que nos atraviesa o “permea” constantemente. Cuando abrimos los ojos, encendemos nuestro celular, o televisor o radio, decodificamos una información que estaba “envuelta” y era “transportada” en esos campos electromagnéticos ondulatoriamente oscilantes.
Ya hemos utilizado el ejemplo del holograma y el del “pez tridimensional” (ver el artículo: La Sincronicidad (Parte 2): el misterio del "entrelazamiento cuántico"). Veamos ahora un tercer modelo, simple pero muy gráfico, que era muy usado por Bohm para trasmitir intuitivamente otros aspectos del “orden implicado”. Consideremos dos cilindros concéntricos de vidrio, uno de radio menor (digamos 5 cm) y el otro de un radio mayor (de unos 15 cm), capaz de girar alrededor del eje común de ambos cilindros. Supongamos que el espacio entre ambos está lleno de un fluido muy viscoso, por ejemplo de glicerina.
i) Coloquemos una gota de tinta mediante una jeringa en medio de la glicerina. Al hacer rotar al cilindro de radio mayor en sentido horario las partes del fluido más cerca de éste, rotarán con una velocidad mayor que las que están más cercanas al cilindro menor. Por lo tanto, debido a la viscosidad, lo que era al comienzo una gota de tinta azul, será arrastrada por el movimiento de la glicerina, y se irá estirando en una hebra cada vez más larga y delgada a medida que damos varias vueltas al cilindro externo. Como esta operación de estirado va disminuyendo la densidad de las partículas de carbono que forman la tinta, hasta quedar por debajo del umbral mínimo que el ojo necesita para ver, llegará un momento en el que la gota se habrá “envuelto” en el fluido hasta volverse invisible. Ahora bien, este proceso es reversible: si hacemos girar el cilindro mayor en sentido inverso, o sea el contrario al de las agujas del reloj, irá aumentando la densidad de las partículas de carbón disueltas en la glicerina, hasta hacer reaparecer o “des-plegar” a la gota. En el lenguaje de Bohm, cuando la gota está envuelta y resulta invisible igual “está presente” pero en un “orden implicado o plegado. Cuando se nos vuelve perceptible como gota, está presente en un “orden explicado o desplegado”. Bohm nos propone este modelo para entender la famosa “dualidad onda-corpúsculo” de la materia. La gota visible sería el estado corpuscular.
ii) Imaginemos que, en lugar de una única gota, inyectamos una sucesión de gotas de tinta, del siguiente modo. Primero inyectamos una, giramos el cilindro exterior n veces hasta que se vuelva invisible. Luego inyectamos otra un poquito más hacia la derecha que la primera y hacemos lo mismo, y así varias veces, digamos m veces. Al retroceder el cilindro, haciéndolo girar en sentido contrario nm veces, observaremos una aparente serie de “saltos cuánticos” de gotas-partículas que desfila delante de nuestra mirada. Bohm sugiere que algo similar al ocurre cuando un electrón “salta” de un nivel de energía de un átomo a otro, sin hacerlo gradualmente, es decir, pasando por todo el espacio intermedio siguiendo una espiral, sino en forma discontinua. Es como saltar del primer piso al tercero, pero sin pasar por el segundo... 
iii) Si la separación entre las gotas es suficientemente pequeña, se tendrá la ilusión de un movimiento continuo de una partícula por “el espacio” (en realidad, se trata de un movimiento por una pequeña porción de todo el espacio ocupado por la glicerina). Y, según Bohm, algo parecido ocurre en el “orden desplegado” de tipo “cartesiano” de nuestras engañosas percepciones. Nos parece ver cosas sólidas moviéndose con "aparente" continuidad de un punto a otro del “espacio tridimensional” (en realidad, es un movimiento discontinuo, pero con un "aparecer-desaparecer" tan rápido que es imperceptible para nuestra vista, como ocurre en los filmes del cine).
iv) Finalmente, supongamos que repetimos la operación de ii) pero inyectando alternativamente gotas de color azul y de color rojo. Al envolverlas, se pierde el rastro de las gotas de ambos tipos. De hecho, si se mira con un microscopio en “el orden implicado” se verán mezcladas partículas azules y rojas. Sin embargo, dicho orden es de una naturaleza tal que “sabe distinguirlas”, y las reúne en gotas azules y rojas (sin mezclarlas). Bohm dice que nos podría parecer que todas las gotas del mismo color “comparten un mismo Destino” (2).
            En el lenguaje de Bohm, lo real es un “Orden Implicado” (o “plegado” o “envuelto”), como en una holografía, pero en movimiento o flujo –tal como pasa con el orden sutil en el que están dispuestas las hebras invisibles de tinta en la glicerina en el ejemplo de los cilindros-. En el orden Implicado “el todo está en cada parte y viceversa”. Matemáticamente, se trata de un tipo de orden que –en particular- caracteriza a un “espacio de ondas” de infinitas dimensiones, lo que en Matemática se conoce como un “espacio de Hilbert”, junto con un “álgebra de observables” y un “operador unitario” que describe la evolución dinámica del sistema. Y desde éste se van desplegando “Órdenes Explicados” (o des-envueltos, decodificados, tal como aquel en el que percibimos las gotitas “reconstituídas”, y del que tenemos la ilusoria impresión de ser un movimiento continuo).
Pero nosotros estamos habituados a creer que “lo sustantivamente real” está constituido como un orden explicado, enfatizando sólo aquellas características de “lo que percibimos”. Otra analogía, sería decir que consideramos “a lo real” como si tuviera un “orden explicado” similar al que es característico de las diapositivas. Ahí –en el orden desplegado- sólo hay yuxtaposición de partes moviéndose como en la Física Clásica No Relativista (que es muy diferente de la Física Cuántica) “en el devenir temporal desde un lugar del espacio a otro”, pero dentro de un “espacio-pantalla” de dos (o tres) dimensiones. En la Física Clásica Relativista habría diferencias sutiles en ciertos aspectos –que no vienen al caso-, pero igual que antes habría una descripción en un “espacio-tiempo-pantalla” de cuatro dimensiones. Pero Einstein también supuso que lo real – consistente en el espacio-tiempo conteniendo toda la energía-materia en movimiento relativo-, se caracteriza por un “orden desplegado”. Sólo con el surgimiento de la Física Cuántica se fue desarrollando –aunque inconscientemente hasta Bohm- el sentido de que lo que habría que enfatizar como nuestra representación teórica de “lo sustantivamente real” no es lo perceptible, sino un “substratum fundamental” con un orden implicado multidimensional del cual sólo percibimos las proyecciones o los “desplegamientos” en el espacio-tiempo.

            Con respecto a la vida, la mente y la conciencia, Bohm nos hace ver que también están envueltas en el “holoflujo”. No sólo la materia, sino las plantas, los seres vivos y hasta nuestros pensamientos e intuiciones “repentinas” aparecen y desaparecen como las gotitas del experimento de los cilindros. Duran con una “relativa estabilidad” un período más o menos breve, y luego son “reabsorbidos” en la holokinesis que los generó en medio de sus vueltas o “ciclos del devenir”. ¿Acaso no tenemos “envueltos” en nuestras mentes el lenguaje y la cultura que “por destino” –o por propia elección- nos tocó? Realmente, estamos permanentemente “envolviendo” y “desenvolviendo” en todos los aspectos de nuestras vidas (3).
            ¿Y qué hay de la importante relación entre “el observador y lo observado? Según Bohm, son dos desplegamientos “explicados” desde un mismo “orden implicado”. Como las dos imágenes del único pez tridimensional (Ver el artículo del 'pez cuántico'). Por eso existen tantas correlaciones y eventos sincronísticos.

Citando al mismo Bohm (4):

“Por lo que se refiere a la mente… el contenido explícito fácilmente accesible de la conciencia se incluye en un fondo implícito (o implicado) mucho mayor… de profundidades de inconsciencia desconocidas (y por cierto, en último extremo incognoscibles), que puede considerarse como análogo al “mar” de energía que llena el espacio que percibimos sensiblemente como “vacío”… 
Al igual que el vasto “mar” de energía en el espacio está presente para nuestra percepción como una sensación de vacío o de nada, del mismo modo el vasto fondo “inconsciente” de nuestra conciencia explícita, con todas sus implicaciones [o “envolvimientos”], está presente de un modo similar”

Ejemplo 4: las correlaciones astrológicas. Este Principio es también esencial para comprender lo astrológico, porque nosotros, como “humanos”, somos “parte” de un “Todo” en permanente vibración ondulatoria (el Cosmos).
En tanto “parte” del Cosmos, los humanos tenemos la posibilidad, de “portar” información de la totalidad, en forma análoga a lo que sucede con una célula perteneciente a un organismo. Y también de “aportar” información al Cosmos, la cual se reflejaría o “quedaría matemática y mitológicamente representada” en las configuraciones astrales, y en todos los eventos sincronísticos que –si observamos con cuidado- nos rodean permanentemente bajo la apariencia de “nuestras circunstancias”, o nuestro “destino escrito en las estrellas”.
Esta es la consecuencia natural que se desprende de la expresión del Principio Holográfico en la naturaleza y en el Cosmos. Las Ciencias –en sentido usual- están hoy en condiciones de mostrar la efectividad del principio holográfico en los reinos mineral vegetal, animal y humano. La Astrología puede comprenderse si se extiende la aplicación de este Principio, aún más allá. En todo caso, esto es lo que les propongo: extender este principio que gobierna la Física Cuántica, y que la Biología ya viene aplicando (por lo menos en la clonación de tejidos) a la relación “parte–todo” entre “el hombre – el Cosmos” .
            Como ya hemos dicho, mientras que en la fotografía de un cuerpo humano la cabeza y los pies están claramente separados entre sí, en una holografía de ese mismo cuerpo humano, tendríamos información acerca de todo el cuerpo, en cada uno de sus puntos. Por ende, ahí no habría “separación espacial” entre la cabeza y los pies. Es como si en ese “orden implicado” u holográfico, en cada punto estuvieran “envueltos juntos” tanto la cabeza como los pies. Ahora traslademos esto con nuestra imaginación al Espacio Cósmico –con toda su Holokinética Profundidad, y abarcando lo explicado visible y lo Implicado Desconocido-. La cabeza representaría –digamos- a “nosotros y nuestras circunstancias”, y los pies serían símbolo de las posiciones y la marcha relativas de los astros del sistema solar en un momento dado. En el orden explicado estamos muy separados de los Planetas del Sistema Solar y de las Constelaciones. Pero en el Trasfondo Implicado, estamos plegados juntos, somos parte del mismo “Punto” del Holograma Móvil. En esto consiste la No-Localidad o No-Separabilidad cuántica.

            Otro tanto podemos hacer con la separación temporal”. Porque el espacio y el tiempo son inseparables, según nos enseñó Einstein. Luego, si Todo el Espacio está envuelto en cada punto, Todo el Tiempo debe estar envuelto en cada momento (5). En vez de pensar en la “separación” entre la cabeza y los pies, piensen en la “separación” entre el pasado, el presente y el futuro de algún suceso. 
Como ejemplos:
1) Recuerden el caso del escrito del siglo XIX acerca del “Titanic”. En 1897 (14 años antes del naufragio del Titanic) un escritor de novelas llamado Morgan Robertson escribió una obra llamada “Futility” (vanidad). Posteriormente fue reeditada en el año 1912, es decir, el mismo año de la tragedia con el nombre “The Wreck of the Titan” (El naufragio del Titán). Lo que tiene de especial esta obra, son las numerosas y acertadas coincidencias con los datos del famoso naufragio del Titánic. En este libro encontramos a un buque llamado “Titán” que es el más rápido, grandioso y seguro del planeta; en él encontramos la tecnología más avanzada del momento. Se construye expresamente para realizar la travesía del Atlántico norte a una velocidad desconocida hasta el momento, y conseguir un nuevo récord. La compañía ha dado la orden expresa al capitán de navegar a toda máquina – a pesar de la niebla existente y la amenaza de accidente-; además, el buque no dispone de los botes salvavidas necesarios en caso de accidente, ya que dadas su “súper características” lo consideran “insumergible”.
2) En el cielo nocturno de cada noche, se envuelve en nuestros ojos y “vemos” –sobre todo con la poderosa ayuda de los telescopios espaciales- nada menos que “el Museo de Historia del Cosmos”, hasta unos 300.000 años después del Big Bang ocurrido hace 13.700 millones de años –ya que sólo podemos “ver” desde el momento en que la luz se separó del “caldo” de materia a miles de grados, el período previo se nos presenta como “lo negro del cielo”.
3) Recientemente, se han hallado registros enterrados 50 metros bajo el hielo de la Antártida de la explosión de la supernova que vieron los chinos a plena luz del día en 1006 (d.C.).
4) Existen muchos ejemplos de este tipo de fenómenos sincronísticos “temporales” estudiados por Jung.

             ¿No experimentamos muchos “encuentros” con “gotitas de nuestro mismo color” y a los que nos sentimos “predestinados”? No quiero para nada sugerir que todo está “escrito” -evidentemente tenemos la posibilidad de hacer elecciones y cambios de destino- pero sí que todo “se va escribiendo” entre los cilindros”. Hay algo así como un “Libro de la Vida”. Aquí debemos contrarrestar el “pesimismo” de las doctrinas fatalistas meditando en el “optimismo” que nos trasmite el Principio Holográfico. Porque nos dice que “la parte” no es tan insignificante como cabría esperar: no es sólo “la parte”, sino “un modo de ver el Todo”.
            Es muy evidente la analogía entre los “desplegamientos” cíclicos de las “gotas de tinta sucesivas” con la progresiva actualización de las potencialidades “implicadas” en el mandala de nuestra carta natal, en las sucesivas revoluciones solares.

Observación:
Nótese la diferencia del Principio Holográfico con el “Principio Holístico”. Éste último enuncia: “el todo es más que la suma o agregado de sus partes”. Este Principio, también es válido en la Física Cuántica –así como en la Gestalt-. Por ejemplo, un átomo de Hidrógeno es más que un núcleo formado por un protón (eventualmente con algunos neutrones, según el isótopo de que se trate) y un electrón en interacción electromagnética. Un rostro es más que un conjunto de dos ojos, una nariz, una boca, etc. Una oveja es más que un conjunto de células. Pero eso es distinto que decir que cada célula contiene “envuelta” información acerca de toda la oveja.




(1) Además de “El Paradigma Holográfico” (Ed. Kairós); los libros de Bohm, por ejemplo: “La Totalidad y el Orden Implicado”; también “Ciencia, Orden y Creatividad”, de Bohm y Peat; "Sincronicidad. Puente entre mente y materia" de David Peat, todos de la citada editorial; “Diálogo con científicos y sabios” de René Weber (Ed. Los libros de la liebre de marzo); y de Briggs y Peat: “A través del maravilloso espejo del universo” (Ed. gedisa). Si leen este material, verán que Bohm –y toda la Física Cuántica detrás de él- logran “explicar” lo que –genial y anticipadamente- Jung meramente “describió”.
(2) “La Totalidad y el Orden Implicado”, págs. 250-251.
(3) Porque en rigor todo está en todo. ¿Cómo separar las moléculas de bióxido de carbono que pasan desde el aire al interior de las células de la hoja verde de una planta? O bien nosotros, en cuanto comemos, bebemos, e inspiramos, hacemos excrementos, despedimos toxinas y respiramos ¿dónde empezamos y dónde terminamos? No, hay un “continuo” cuerpo-mundo.
(4) “La Totalidad y el Orden Implicado”, págs. 290-291.
(5) Lo cual no significa que podamos “desenvolverlo”, ni siquiera parcialmente sería algo fácil, aunque podría haber personas más dotadas para ello, como algunos “Profetas”; Nostradamus o Julio Verne. También se halla relacionado con la aparente diferencia en la percepción temporal del inconsciente.

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