La misma se lleva a cabo físicamente, en un valle en los Himalayas de la zona del Tíbet, al cual van llegando peregrinos de diferentes lugares, estratos sociales y religiones.
La Leyenda (1)
Los viajeros van acercándose y reuniéndose, aguardando expectantes el momento exacto de la Luna Llena.
Preparándose para la ceremonia, van entonando cánticos y mántras (2). A medida que se acerca el evento, va creciendo en la atmósfera un espíritu de consagración y paz.
Narra la tradición que en el instante exacto de la Luna Llena, el señor Buda -cuyo nombre significa "el iluminado, el que despertó"-, retorna espiritualmente a la Tierra, para bendecir al mundo, transmitiendo una energía de renovación.El clímax de la ceremonia dura ocho minutos, desde la primera aparición distante del Buda, el cual se acerca hasta establecer contacto, para luego volver a alejarse hasta su retiro final, regresando al lugar elevado de donde provino y desde el cual trabaja, en espera de la liberación de cada ser humano hasta el último de ellos.Hasta aquí, la historia de esta ceremonia de significación sagrada para la comunidad budista.
Qué conmemoran en Wésak
Wésak es el festival más importante del budismo. Durante el mismo se celebra la iluminación de Siddhartha Gautama, la cual según narra la leyenda, ocurrió una noche de luna llena de Tauro en el año 542 a.C. A partir de ese momento, lo llamaron Buda, el despierto, el iluminado.
De modo que en Wesak los budistas conmemoran el día en que Siddhartha Gautama se liberó de los condicionamientos y de las limitaciones del samsara (3). Debido a samsara los seres humanos estamos atados al devenir de la existencia, hasta que comprendamos la ilusoriedad del ego, y por lo tanto, que las diferenciaciones y las identificaciones son en última instancia, transitorias.
Hay diferentes corrientes budistas. Este hecho da lugar a diferentes modos de celebración de la ceremonia en distintos lugares del mundo. Algunos encienden velas, otros recitan cánticos, otros se reúnen y asisten a conferencias o reflexiones que giran en torno al tema que conmemoran.
Wésak nos recuerda que Buda, el hombre que encontró el camino, abrió a su vez el camino para que el resto de la humanidad pudiera seguirlo. El budismo considera que todos los seres humanos son capaces de madurar hasta convertirse en budas; y que el camino hacia el despertar y la iluminación, en realidad, fue reabierto, ya que de forma tradicional, se dice que otros budas lo antecedieron.
Las historias religiosas, son historias simbólicas
El hecho de que algo sea simbólico no significa que no esté sustentado en elementos que efectivamente hayan tenido lugar, tal cual como sucede con las leyendas, según señalábamos (ver llamada a pie de página). Afirmar -como lo hace Jung, Campbell, y tantos otros-, que las historias religiosas son simbólicas, de ningún modo implica negar la existencia de esos seres que han sido las flores que ha ido dando la Humanidad como conjunto en su proceso de individuación colectivo o proceso de maduración de la especie. Enfatizar el carácter simbólico de un proceso, nos estimula a no quedarnos con la mera narración ( no sólo de una historia religiosa, sino de cualquier hecho, incluyendo nuestra propia vida) y en cambio, aprovechar a ésta -la narración- como un portal que al mismo tiempo que nos da un mensaje, lo vela.
¡Quedarnos solamente con la mera narración, es como si nos quedáramos con el envoltorio del regalo que recibimos, y descartáramos el regalo! El envoltorio anticipa un regalo, pero de ningún modo revela la naturaleza de lo que recibiremos... a lo sumo nos da alguna pista.
Los mitólogos no dejan de asombrarse, cuando estudian estas historias sagradas, con qué lujo de detalles se narran las mismas. En cada una de ellas aparecen señalamientos puntuales que para una mirada desinteresada parecerían insignificantes. Podríamos preguntarnos en el caso de Wésak: "-¿Qué importancia tiene que este renovado contacto anual del señor Buda dure sólo 8 minutos? ¿Porqué no, 9 o 10 minutos? ¿Qué relevancia tiene cuánto dura este contacto?"
Y he aquí un hecho fundamental que caracteriza la lógica del Inconsciente, sea éste personal o Colectivo: cada detalle es portador de un sentido, aunque este sentido escape a nuestro entendimiento. El número 8, por ejemplo, tiene interesantísimas connotaciones simbólicas, que les propongo explorar por ustedes mismos.
También tienen repercusiones simbólicas el lugar de la ceremonia: el hecho de que acontezca en un valle rocoso en el medio de las montañas, el cuello de botella, la asistencia de los peregrinos. Otro tanto sucede con el momento en que acontece este ritual sagrado: durante la luna llena de Tauro. Hay una profunda relación entre la iluminación de Buda como metáfora, y la estrella Aldebarán, en Tauro, que representa al ojo de Toro...
En fin, toda la historia está maravillosa y exquisitamente entretejida como para invitarnos a despertar el ejercicio de nuestra capacidad simbólica. Los seres humanos fuimos bendecidos por la vida con el don de la capacidad simbólica. Pero al igual que sucede con cualquier don, para poder disfrutarlo, hay que desarrollarlo primero, y ejercitarlo luego, sino se atrofia.La falta de despliegue de la función simbólica o la ausencia de su ejercicio es la tragedia de humana. Pues es en el despliegue y florecimiento de esta capacidad donde radica nada menos que el sentido de ser de la presencia humana sobre la Tierra. Cuando convocamos al orden simbólico, somos remitidos a otro registro que involucra una modalidad psíquica de funcionamiento radicalmente diferente a la cotidiana habitual.
Desde la Psicología Evolutiva, la aceptación literal de las historias, sin poder captar otros sentidos a los cuales éstas dan lugar, es una característica del pensamiento mágico infantil. Es decir, la comprensión literal, puramente semiótica (cerrada) de una narración, de un mito y -de hecho, como señalaba más arriba, de cualquier acontecimiento de nuestras vidas-, corresponde a una etapa de desarrollo del psiquismo humano en la cual, el niño no está aún en condiciones de abrirse y de captar la posibilidad de otros sentidos.
Desde la Psicología Clínica, el entendimiento literal de una narración o mito, sin la posibilidad de captar que hay varios sentidos alternativos, involucra al ámbito de la psicopatología (es decir, de la enfermedad). La enfermedad en psicología está siempre asociada a una actitud regresiva que fue característica de cierta etapa del desarrollo temprano inicial, pero que ya debió ser trascendida por una adquisición posterior, propia de la maduración del sujeto. La aceptación literal y cerrada de una narración es característica de una estructura no saludable. Y esto no es un hecho menor, en un momento del planeta en que asistimos a tantos fundamentalismos -literalismos a ultranza- (no sólo religiosos) de todos los colores y para todos los gustos. Esta cerrazón nos muestra que es harto frecuente la falta de apertura a esta dimensión simbólica y la importancia de ser receptivos a ella. El literalismo tiene como característica una rigidez e inflexibilidad que daña la posibilidad del contacto con nuestra esencia (nuestra cara interna); y a su vez, obstruye el contacto de ésta con la personalidad (nuestra cara externa). Si el literalismo es a ultranza, ya no meramente obstaculiza, sino que incluso impide el flujo y reflujo cíclico entre estas dos dimensiones básicas de nuestra constitución humana.
Por capacidad simbólica no me refiero meramente a la posibilidad de captar otros sentidos alternativos ya hechos -además del literal-. Dar significados ya hechos de un símbolo no es ejercitar el don de lo simbólico, sino meramente acumular información. Esto es "erudición" y no, "capacidad simbólica", la cual, por su propia naturaleza nunca "está hecha", sino que siempre "nos sorprende y acontece".
Por capacidad simbólica me refiero puntualmente a la facultad de estar abierto a la emergencia de nuevos sentidos, aún desconocidos para el ego (y por lo tanto, no controlables por su manipulación característica, ni anticipables por él). Al abrirnos a lo desconocido, esta emergencia de sentido nos modifica para siempre, y resignifica la totalidad de nuestra vida. Hay algo del orden de lo irreversible, de la muerte y de la revitalización, involucrados en un acto simbólico.
De este modo, podemos asistir y presenciar todos los años determinado ritual o ceremonia, y sin embargo, sentir que en cada ocasión, ésta es nueva, diferente y fresca.
La apertura simbólica: actitud meditativa
Tomemos esta historia -la de Wésak-, y expongámosla a nuestra consideración con una mirada simbólica como en su momento hicimos con la de Pésaj y la de la Pascua.
Leamos nuevamente esta historia, desde un espacio psicológico neutro, tranquilo, receptivo, y dejémonos embeber y empapar por ella, permitiéndole que opere en nosotros dándole la posibilidad de producir un efecto de sentido -no anticipable-.
La opción del abordaje simbólico, consiste en asumir una posición psicológica poco frecuente en nuestras vidas; una posición meditativa. La misma implica aceptar un compás de espera, un bajar y dejar los mecanismos defensivos habituales, nuestras "armas" -al igual que hacían los guerreros en el pasado cuando pisaban un suelo sagrado-. La posición o actitud meditativa también nos convoca a animarnos a entrar en este espacio nuevo con entrega confiada (pero no ciega) hacia aquello que aguarda. Esta opción, la actitud de apertura simbólica, implica "un alto, un hiato, una hendidura" por un instante, en el incesante e incansable movimiento del pensar egocéntrico.
La posición o actitud meditativa, y la apertura a esta dimensión simbólica, tienen un tremendo poder renovador.
Momentos como éste, Wésak, son ocasión de permitirnos amorosamente esa apertura a algo trascendente que nos convoca y cuyo efecto conmovedor, renueva nuestro sentido de propósito en la vida.
Por lo tanto es terapéutico y nutricio para la psique y para la totalidad de nuestro ser.
Los invitamos a celebrar Wésak. Los podemos hacer dos días y medio antes del instante exacto, hasta dos días y medio después del mismo. Esto es porque la fase de luna llena tiene ese orbe de alcance.
Un Wésak con mucha luz para todos.
Notas
(1) La leyenda es una narración oral o escrita, que posee elementos imaginativos, pero que también se encuentra sustentada en un elemento de la realidad. Habitualmente se transmite de generación en generación, casi siempre de forma oral, y con frecuencia experimenta supresiones, añadidos o modificaciones.
(2) (Del sánscr. mantra, literalmente, man "mente" tra "liberación"). En el hinduismo y en el budismo, por "mantra" se entiende a las sílabas, palabras o frases sagradas, generalmente en sánscrito, que se recitan para invocar a la divinidad o como apoyo de la meditación.
(3) La palabra Saṃsāra, deriva del sánscrito ''saṃsārí, que significa "fluir junto", "pasar a través de diferentes estados", "vagabundear". La persona sujeta al saṃsāra se llama saṃsāri.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus dudas o comentarios son bienvenidos!