Dr. Adolfo Ramón Ordóñez
“Según
la dialéctica de lo Sagrado, una parte (un árbol, una planta) se ‘sacraliza’…
si por su consagración se ‘transustancia’, considerándola entonces equivalente
al Todo [es decir, si se la ‘holografica’], o sea al Cosmos, a la Vida Una; un
objeto ‘profano’ se convierte en una hierofanía”.
Mircea Eliade
¿Por qué Aritmética "sagrada"?
A pesar de la maravillosa ‘definición’
de lo sagrado que nos brinda la cita inaugural de Eliade, aquí adoptaré otra
versión –en cierto modo equivalente- pero que es más psicológica: llamaré
"Sagrado" a Aquello que está más allá del pensamiento.
Los humanos creemos que más allá del pensamiento no hay nada, creemos que el
intelecto que usa como asiento a nuestro cerebro es nuestro tope. Pero no es
así, la "cosa" no termina en nuestra cabeza. Hay
"Algo" más allá (al que aluden los turbantes de la India, las kipot
judías, las musulmanas, o las de las autoridades eclesiásticas cristianas,
etc.). Análogamente, la matemática simbólica está más allá de
cualquier formalismo, de cualquier lógica, de cualquier "circuiterío"
cerebral. Nuestro pensar es como las nubes, debajo de las cuales ocurren
frecuentes tormentas. Más allá... reina la calma rodeada de una bella
Inmensidad. ¿No es así?
Nosotros, al igual que los átomos de la
cuántica, estamos "ex-tendidos" en el espacio - tiempo y también,
estamos "in-tendidos" (o “envueltos”) en otros espacios que ni nos
imaginamos. Por eso ocurren las sincronicidades: porque nosotros no terminamos
donde termina nuestra piel. Nuestro cuerpo es como un cuánto (de
"quantum", dosis, en latín). Pero el resto de nuestra energía
está latente -o activa- en un campo psico-espiritual mucho más
abundante y abarcativo. El "darse cuenta" de
que somos ese "campo viviente" ex-tendido e in-tendido, es
una vivencia mística. Como lo expresa tan bellamente el final de un poema
de Borges dedicado a Baruj Spinoza, quien -dice Don Jorge Luis-
adoraba a "Aquel que es todas sus estrellas"... Y Ello,
obviamente, no está en el pensamiento... Éste no lo puede asimilar, así como
ocurre con las verdades indemostrables de Gödel -si no se desea caer
en incoherencias-. Cuando está la intuición de que "somos
Eso", el pensamiento cesa.
La Matemática tiene su
"fuente" en esa zona que está más allá de la actividad cerebral, del
formalismo lógico y todo su complicado ‘palabrerío’. El mundo de
significados está más allá del pensar. Eso es lo sagrado.
La palabra ’sagrado’ -o 'sacro', que
tiene la raíz sacr- deriva de sajor, que en
hebreo que significa falo. "Falo" (de falux)
significa "rayo de luz". También, ’sagrado’, deriva
de la palabra hebrea séjer, que significa recuerdo,
re-membranza. Es lo contrario de des-membrarse,
enloquecer, identificarse con unos míseros fragmentos. Entonces, lo sagrado es
aquello que nos lleva a la "cordura" (sanándonos de la
humana locura). También aquello que nos lleva al "cordis" (al corazón,
núcleo, al verdadero ser) y nos ilumina. Y finalmente, nos hace 'entretejer' con una misma 'cuerda' todo lo que sucede en nuestra vida y en el Cosmos. Entrelazar lo que llamamos 'interno' con lo que creemos que es 'externo' a nosotros. Esta metáfora de la 'cuerda', a su vez, nos recuerda a los Yoga-'sutras' que engarzan en un magnífico sistema (como el de Patanjali) todas las 'sagradas' enseñanzas del Yoga; y al "sutratma" (o "alma-hilo") que engarza -como las perlas de un collar- los diferentes 'Principios' que constituyen nuestra naturaleza espiritual, según enseñan los yoguis de la India -y todas las Tradiciones Espirituales-.
Pregunta: A mí, sin embargo, me enseñaron
que la Matemática es "la" disciplina por excelencia que nos enseña a
pensar...
Adolfo: Si, es absolutamente correcto. Es
así. Decíamos que la Matemática brinda ese inapreciable don de "aprender a
aprender". Pero, para que ello sea posible, su fuente de origen debe
estar más allá del pensar. Para poder usar de un instrumento, hay
que estar más allá de éste (si yo soy el martillo ¿cómo voy a agarrar el
martillo para usarlo?). Las circunferencias (que son entes ideales y
‘arquetipos’) trascienden al compás que traza su ‘sombra sensible’ sobre el
papel. Y noten de paso las resonancias "musicales": ¡Se baila
"al compás" gracias a que las vibraciones sonoras siguen leyes
"a-ritméticas", … bien pitagórica es la cosa! (En griego "aritmós"
es número)
¿Los números fueron "inventados", o más bien "descubiertos" por los hombres?
a) La importancia de las preguntas
Quisiera instalar en ustedes "la
pregunta por el número". Observen que enfatizo aquí el "instalar la
pregunta" y no "la respuesta". Porque es la pregunta la
que nos "abre" a una dimensión que nos transforma y nos acerca a las
posibles respuestas.
Educar es educir. Educar no
consiste en "meter información" en el otro. Sócrates contaba
que él había heredado la profesión de su madre: partera. Pero
que, a diferencia de su madre, que ayudaba a traer niños al mundo; él era "partero
de almas". Aquí en su mayéutica, está presente
el educir, el saber del otro instalando preguntas. Sócrates con su método, a
través de preguntas, nos hace dar cuenta de nuestra ignorancia, y al mismo
tiempo, si dejamos que la pregunta opere en nosotros, eventualmente
el conocimiento brillará con la potencia del ‘Lucero del alba’ que anuncia la
proximidad de la mañana. Pero antes, es preciso dejar que termine la “brillante
oscuridad” de la noche, cuya silente marcha –para nuestra sordera espiritual-
siempre es escoltada por los ‘Coros Celestiales’ de los Astros, mientras
irradian Su Sagrada “Música de las Esferas” reflejada en los permanentes
patrones numéricos que forman sus Ciclos. (¿Se acuerdan la serie televisiva del
2012 “Touch”, donde el personaje principal, interpretado por Kiefer
Sutherland, hacía del siempre asombrado padre ‘Martin Bohm’ -aludiendo
al físico ‘espiritualista’ David Bohm-. El personaje vivía asombrado de
las captaciones geniales de su hijo ‘seudo-autista’, Jake, que no hablaba pero
percibía toda la vida como un fluir permanente de patrones numéricos
‘omni-sincronizantes’?)
Sin embargo, por lo general, no nos asombramos
ni interrogamos lo suficiente sobre las cosas. Lao Tsé decía
que un vaso es útil, no por el (variable) material del que está hecho, sino por
el “espacio vacío” que dicho material deja. Igualmente, las respuestas más
profundas que transforman nuestro vivir y nos conmueven, no se generan a partir
de nuestro "acervo mecánicamente informativo". Se producen
cuando se hace en nosotros "el vacío" (de conocimientos previos)
cuando todo nuestro ser se vuelve un signo de pregunta. Esta
"vacuidad", por sí misma, atrae o "chupa" de la Verdad más
"plena", la anhelada respuesta.
Es a partir del desconocimiento y del
asombro que se instala la pregunta. Si vivimos desde el hábito, con nuestros
conocimientos mecánicos y sin interrogarnos, si vivimos en "la obligación
de saber", la vida se convierte en una tortura. La vida es algo profundo y
“sagrado”. Pero si la vivimos en la superficialidad de las ‘conclusiones’ de
nuestro pensar, la “vida” se torna una empobrecida y pálida “existencia”.
b) ¿Cómo surgió el número?
¿Alguna vez se pusieron a pensar esta
cuestión? ¿Cómo surgió el número? ¿Los números fueron inventados por los
hombres a medida que aprendían a contar? ¿O los descubrieron los
hombres, así como Colón descubrió América?
Esta cuestión ha sido y sigue siendo
abordada por pensadores "especialistas", y hay diferentes
posiciones epistemológicas respecto de ella. Kant, por
ejemplo, decía -a fines del s. XVIII- que si bien todas las nociones
matemáticas surgen con la experiencia, esto no implica que
surjan de la experiencia. Obviamente, si no está dada la
experiencia habrá obstáculos para concebirlas. Imaginemos a un niño con
sordera. Tendrá dificultad para aprender a comunicarse, porque habrá fallas o
estará disminuida la experiencia del feedback auditivo de los fonemas, de los
distintos sonidos y de las palabras. Pero que el niño no pueda escuchar, no
implica que el lenguaje o la palabra no existan. Habrá que buscar otros métodos
para poder enseñarle a hablar.
La experiencia despierta en
nosotros las nociones -de número, tiempo, espacio, etc.- que ya vienen con
"el software humano", pero no las crea.
Yo me pregunto y les pregunto a
ustedes:
¿Acaso no nacemos ya con trece
(13) grandes articulaciones (2 pies, 2 rodillas, 2 caderas, 2 axilas, 2
codos, 2 muñecas y 1 cuello), y siete (7) orificios en la cabeza (otra
vez, el número 137), a saber: Dos ojos, dos orejas, dos orificios nasales, una boca.
Además, tenemos dos piernas, dos brazos (cuatro miembros) más la cabeza (que hacen una pentalfa, o estrella de 5 puntas), y una asombrosa simetría bilateral? ¿Cómo hizo el "supuesto hombre inventor" de los números para nacer ya con tanta matemática incorporada? Mmm… ¡Me parece que plagió a ‘Alguien’!
Además, tenemos dos piernas, dos brazos (cuatro miembros) más la cabeza (que hacen una pentalfa, o estrella de 5 puntas), y una asombrosa simetría bilateral? ¿Cómo hizo el "supuesto hombre inventor" de los números para nacer ya con tanta matemática incorporada? Mmm… ¡Me parece que plagió a ‘Alguien’!
Más avanzado el curso, veremos, además,
la maravilla del cuerpo humano: cómo por ejemplo, éste tiene toda una
matemática implicada en él; la altura del ombligo está en proporción áurea
respecto de toda la altura del cuerpo. Hay varias otras apariciones de la
proporción áurea (en particular, la posición del entrecejo en la longitud
de la cabeza). La proporción áurea en el cuerpo humano… ¿"Aparece"
recién cuando el hombre se da cuenta de ella, o estuvo allí todo el tiempo? ¿A
ustedes qué les parece?
¿Y el Universo? ¿En el Big Bang,
momento cósmico inicial en el que surge todo el Cosmos en el que luego nacerán
las partículas, los átomos, las galaxias y las estrellas, no había ya número
o matemática implicada? En caso contrario, ¿Qué trajo al (o cómo vino el)
Cosmos a la existencia?
Y en la época de los dinosaurios en que
todavía no había hombres sobre la Tierra, cuando dos "dinos"
se peleaban, ¿No eran dos?
Evidentemente, el hombre sí captó
el concepto, y lo representó mediante un signo y acuñó
la palabra que designa al número dos. Incluso pudo demostrar lógicamente
muchas propiedades de los números gracias a los ingeniosos sistemas
axiomáticos que inventó (esos sistemas sí fueron ‘inventos creativos de los
hombres’). Pero detrás del concepto y de la palabra, está la atemporal
"idea" del dos, y más allá de los axiomas, “están ya” sus propiedades
y “valen ya” sus futuros ‘teoremas’.
Los físicos nos dicen: "El
universo ocurre porque hay ciertas leyes matemáticas
funcionando". Una persona reflexiva contestaría: "Muy
bien", y al instante se preguntaría: "¿Y esas leyes cómo y de dónde
surgieron?".
Es necesaria la preexistencia de lo
matemático para
que "eso matemático" pudiera haber obrado ya en el mismísimo Big
Bang, desde el inicio del universo. El universo no es entendible ni perceptible sin la
matemática. Por eso, Platón habló de que el Mundo tenía dos Aspectos: un Aspecto Inteligible (o Cosmos Noeticós) (1) y un Aspecto Sensible (o Cosmos Esteticós) (2).
Pregunta: ¿Entonces la matemática precede
al Big Bang? ¿Hay matemática antes del Big Bang?
Adolfo: Sí, porque como hoy se acepta casi unánimemente, todo lo que ocurre antes,
durante y después del Big Bang se expresa en leyes físico-matemáticas –durante un tiempo se creyó que el Big Bang comenzaba en una "singularidad" donde no valían las leyes físicas. El universo mismo
"existe" porque hay ciertas leyes físico-matemáticas funcionando.
Entonces, insisto, la pregunta que se impone es: ¿Y esas leyes cómo surgieron?
Partiremos desde este interrogante:
¿Cuál es el origen de lo
matemático?
En este orden, podemos preguntarnos, ¿qué son los números? ¿Meras cantidades? ¿Qué son las figuras geométricas, sólo dibujos planos?
Ejemplos que ponen en duda el ‘origen
humano’ de lo matemático:
Los
fractales:
Benoit Mandelbrot,
a quien se atribuye uno de los entes matemáticos más complejos, el
fractal más famoso, "el conjunto de
Mandelbrot", afirmó: "Yo no inventé los fractales, no
tengo tanta imaginación. Me topé con ellos, como quien se topa con un gran
oso".
El fractal se
obtiene realizando millones de veces -con una computadora- una operación
matemática muy sencilla. Sin embargo, de ello deriva una "geometría
fractal" de una complejidad tal, que posee una estructura tan
asombrosa y en infinitas escalas de tamaño, que hace inpensable que
"algún hombre" (por genial que lo imaginemos) la haya inventado.
Los números y los elementos químicos:
Fijémonos la importancia del número en
los átomos: el plomo no es oro justamente por
el número de protones y de electrones que tiene. Una
pequeña variación numérica determina cambios en todo lo que le sigue, en
particular, en las propiedades físicas y químicas.
Las constantes universales
fundamentales y el Principio Antrópico:
Tomemos otro ejemplo que nos ayude a
comprender la importancia del número:
¡Un problema de la Física moderna es
comprender que si las "constantes universales" (tales
como la constante de gravitación, la constante cosmológica, la velocidad de la
luz en el vacío, la constante de acción de Planck, la constante de estructura
fina, la carga eléctrica del electrón, etc.) variaran en
algunos aparentemente "despreciables" decimales (es decir,
en lo que para nuestra mirada humana sería una cifra "insignificante"),
no existiría el mundo, ni la vida, ni nosotros tal como los conocemos! Este
reconocimiento es tan impactante -el hecho de que una pequeñísima variación
numérica tenga tales consecuencias- que hay toda una posición dentro de la
Física actual que dice -con Freeman Dyson- “pareciera como si el
universo nos hubiera estado esperando” (al elegir esas ‘constantes
universales’): Esto ha dado origen a las múltiples versiones de lo que se ha
dado en denominar "Principio Antrópico" (de
"ántropos", "hombre"). Es decir, lo que este Principio
supone, es que estas constantes no sólo permiten que el
universo sea tal como lo conocemos, sino que son así,
justamente ‘para que’ (otros prefieren decir ‘porque’) la vida y el hombre
puedan, venir (otros dicen ‘vinieron’) a la existencia. ¿Entienden? Pero
todos los astrofísicos -independientemente de su posición
filosófico-epistemológica- acuerdan en que ‘el ajuste de las constantes
fundamentales’ es algo extraordinario y que debe ser adecuadamente explicado.
La "constante de estructura fina"
Una de estas constantes fundamentales,
es la denominada constante de estructura fina, que se llamó
así por razones históricas, ya que permitió explicar por primera vez la
"estructura fina", es decir de los niveles y subniveles de energía
del átomo de hidrógeno H (que fue la primera porque H es el átomo más simple, y
luego, también se fue explicando la estructura fina de los átomos de los demás
elementos más complejos). Esta constante regula la intensidad de las
interacciones de las partículas con carga eléctrica y la luz, o los campos
electromagnéticos, en general. Desde la probabilidad de que un electrón emita
(o absorba) un fotón de luz (o sea, un cuanto o "paquete mínimo de
energía" lumínica); la fuerza con la que el núcleo de un átomo atrae a sus
electrones, generando así la estructura de los niveles y subniveles de energía
de los átomos. ¡Y también controla hasta la formación de las
moléculas, la Química!
Es una constante adimensional, es
decir un mero número (sin unidades de medida como: ‘centímetros’, o ‘centímetro
sobre segundo’, etc.). Se la expresa con la letra griega "alfa", y
tiene el valor de 0,007297351..., es decir, muy aproximadamente:
α = 1/137
De hecho, difieren recién en el lugar
decimal de los millonésimos. La cuestión es que los físicos aún no saben por
qué es justo ése el valor numérico de esta constante.
Pregunta: Vos hablás de pequeñísimas diferencias en decimales de esas constantes. Pero la "constante", ¿no es una medición? Los físicos, cuando miden, ¿No están haciendo una descripción o una lectura matemática?
Adolfo: No, el valor de la constante es un hecho.
Pregunta: ¿Pero las fórmulas, no son acaso una interpretación para entender lo que está afuera?
Adolfo: Preguntate, más bien, cómo es que una fórmula matemática permite concebir e inteligir, entender de modo ‘codificado’ o ‘condensado’ lo que sucede, no ‘interpretarlo’. Las ecuaciones y fórmulas se ‘decodifican’ o se ‘despliegan’ sus implicancias. Sí, en cambio, se ‘interpretan’ las teorías físicas (o los símbolos cualitativos), tratando de captar su sentido general y sus posibles significados, pero las fórmulas y ecuaciones –si son correctas- sólo expresan relaciones cuantitativas ‘factuales’, o al menos, ‘hipotéticamente factuales’. A punto tal, que los físicos se dan cuenta que, si hubieran cambiado esa ecuación o ese número -esa 'constante'-, el universo, o nosotros, hubiéramos desaparecido, o sería todo muy distinto.
Pregunta: Yo me refiero a que los números constituyen un lenguaje que permite leer.
Adolfo: Pero ello, a su vez implica una mente que capta y es capaz de decodificar una información –al ‘leerla’- y que además, quiere comunicarse con otras mentes, y expresar lo que necesita compartir o entender. Quisiera que esto les quede claro. Es usual decir que ‘la matemática es un lenguaje’, sólo que uno muy preciso, exacto. Y como nuestros lenguajes (me refiero a los actuales) son tan arbitrarios y convencionales –y están tan condicionados por nuestros cerebros- tenemos la tendencia a pensar que lo matemático es una ‘creación humana’ (y del cerebro humano, como los lenguajes artificiales). Además, desde esa posición tendemos a separarnos –junto con la matemática- del Universo. Si, en cambio, reconocemos una mente ‘universal’ e inteligente que opera en nosotros, podremos concebirnos, o mejor aún, percibirnos como parte del universo. Es cierto que, si bien la ‘mente universal’ no es confundible con nuestro cerebro, puede expresarse a través de éste, pero ello ocurrirá con o sin distorsiones. Todo dependerá del estado del cerebro, de si éste está activo o pasivo, en el acto de la ‘trasmisión’. En el primer caso, actuará todo el condicionamiento cerebral como el factor contaminante y distorsivo. En el segundo, nos volveremos ‘Uno con el Universo’. Y así, siendo "partícipes holográficos" del Universo, estaremos involucrados y en plena ‘comunicación’ con Éste. Por lo tanto, lo matemático es un ‘lenguaje sagrado’, tanto en el sentido que dijimos al principio, como en el que usaba Eliade. Pero no es un ‘lenguaje profano’, ‘artificialmente construido’, sino uno ‘arquetípico’, ‘sagrado’, y del tipo de los buenos ‘neurotransmisores’ de nuestro cuerpo, sólo que ‘transustanciado’ en el Universo.
Patricia: Me parece que acá nos estamos refiriendo a dos aspectos o alcances de lo matemático. Vos Adolfo estás llevando nuestra mirada hacia "lo matemático como factor organizador y sostenedor mismo de todo lo existente", lo matemático como "fuente de". Y me parece que ella alude a un nivel de mayor explicitación, el del número como "representante", como cara visible que nos permite leer en lo manifestado.
Adolfo: Sí. Por supuesto, un aspecto de lo matemático involucra la posibilidad de lectura, de interpretación, como vos señalás en tu pregunta. Pero eso no es todo, y además, es lo de menos. Hay también otros aspectos mucho más profundos e importantes para la humanidad y el mundo. Y sucede que hoy intento focalizar sus miradas justo en esa dimensión de lo matemático que va más allá del cerebro, y que es la fuente del nivel que habitualmente manejamos. A esta dimensión de lo matemático que va más allá del pensamiento, se puede acceder con una mirada cualitativa, es decir, abordando lo numérico -o geométrico- en sus posibilidades simbólicas.
Una notable “sincronicidad” entre el 137 y W. Pauli
Les voy a contar una historia que
involucra a este 1/137. Wolfgang Pauli (1900-1958)
fue un físico austríaco muy reconocido. Obtuvo el Premio Nobel de Física en
1945 con su Principio de Exclusión, principio fundamental para
explicar la estructura atómica de la materia, y entender su propiedad de
‘impenetrabilidad’ (es decir, por qué no podemos atravesar las paredes, por
ejemplo), por qué hay una ‘tabla periódica de los elementos’, una física
nuclear, a su vez explicando la formación de estrellas "enanas
blancas", de estrellas de neutrones y de agujeros negros, entre otras
muchas cosas. Bueno, resulta que Pauli fue paciente del psiquiatra suizo Carl
Gustav Jung.
LA SINCRONICIDAD: Al final de su vida, Pauli estaba
muy enfermo y deben internarlo en un hospital. Le toca la habitación 137.
Cuando el físico vio este número dijo: "De ésta no salgo".
¡Porque era justamente el número ‘clave’ de la constante de estructura fina que
los físicos nunca pudieron resolver!
Pregunta: ¿Pauli, aquí, pensó "a lo
chino" [retomando lo dicho en la Parte 1]?
Adolfo: Sí, pensó "a lo chino", y
nosotros también seguiremos pensando simbólicamente, a ver qué más
podemos "extraer" de este maravilloso número. Veremos interesantes
analogías y resonancias con la Kabaláh, la Astrología y el Eneagrama, que
derivan de él.
Apartado: Jung y la Sincronicidad
Wolfgang Pauli tenía sueños muy
arquetípicos (vinculados al Inconsciente Colectivo), y Jung los estudiaba. Como
eran dos personas sumamente cultas e indagadoras de la Vida, se interesaban en
sus mutuos campos -de física y de psicología- y terminaron siendo amigos. Tanto
se interesó Pauli en las ideas de Jung, que fue él, quien impulsó a Jung para
que escribiera sobre las Leyes Acausales y el fenómeno
de la Sincronicidad.
Pauli se dio cuenta de que la sincronicidad -que
Jung denomina "coincidencias significativas"- estaba también
presente en la física cuántica. Este fenómeno se expresa también en niveles
cuánticos. Fue así que Jung y Pauli terminaron escribiendo juntos un libro
sobre este tema.
El sueño del escarabajo dorado:
Cuando Jung tenía que dar ejemplos
sobre el fenómeno de la sincronicidad, solía contar el caso de una paciente
quien durante una sesión le estaba contando a él que había soñado con un escarabajo
dorado. En el mismo instante que la paciente le está relatando esto a Jung,
ambos sienten un sonido en la ventana del consultorio. Miran hacia la ventana y
ven a un escarabajo dorado -o un bicho muy similar- sobre el vidrio.
El "pozo" depresivo: Otra historia familiar, con la cual
Jung ejemplifica a las manifestaciones sincronísticas, era la de un paciente
que había caído en un "pozo depresivo". En
ese momento, escuchando el relato que le estaba contado, Jung observa la 'significativa coincidencia' de que en el jardín de su paciente se había hundido un pozo
ciego.
La muerte de Jung: Otra historia muy conocida es que
cuando Jung falleció, cayó un rayo y partió por el medio al árbol en el cual él
frecuentemente meditaba.
Hay muchas historias por el estilo, y
si ustedes prestan atención verán cómo sus vidas cotidianas están llenas de
situaciones sincronísticas. Desde esta perspectiva, Jung se interesó en
la Astrología a la cual consideraba basada en las leyes
sincronísticas, como así también las otras artes oraculares o "adivinatorias"
-literalmente, que nos acercan a lo divino-.
(1) Este Orden Inteligible del
mundo se corresponde con un orden no visible ni perceptible por nuestros
sentidos, pero presente desde siempre, de los Arquetipos o Ideas Eternas (en el
sentido de ‘atemporales’, que siempre ‘son’).
(2) El Orden Sensible, es el de
la existencia, sujeta a devenir, es el mundo de lo transitorio, en que
permanentemente algo está dejando de ser, y algo está viniendo a ser. Es un
orden perceptible, accesible a nuestros sentidos.
(3) Son figuras que parecen
"fracturadas", como cuando se quiebra un lago helado. Tienen la
propiedad de "autosemejanza" -como son en una escala, así son en las
otras, "como son arriba, son abajo"- y su dimensión es
"fraccionaria". Los árboles, las montañas, las costas continentales,
las nubes, las galaxias y hasta la superficie de muchos microorganismos son
fractales. La "Geometría Fractal" subyace detrás de toda la
naturaleza.
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