La cuestión del simbolismo
Necesitamos
establecer una distinción entre dos modos de uso de nuestra capacidad
indagatoria, exploratoria, del pensar en sí.
- Tenemos un uso lingüístico más
habitual y cotidiano, más o menos corriente, que es el uso
lingüístico por medio de signos, para comunicar algo.
- Tenemos una capacidad también de acercamiento a la indagación de algo, de tipo simbólica. En nuestra cultura actual esta modalidad está más o menos en desuso, aunque viene abriéndose paso rápidamente. Hoy, abordaremos el tema de la Luna con una aproximación simbólica.
Me gustaría
primero –antes de encarar el simbolismo lunar-, “jugar” un poco, hacer el
ejercicio de ver qué nos posibilita por un lado, el abordaje lingüístico de
algo; y qué, por otro lado, el simbólico. La idea es irlo viendo en
alternancia, para captar la necesidad que tenemos los humanos de involucrarnos
con ambas modalidades cognoscitivas de la psique.
Ya veremos que la exageración de cualquiera de estas dos modalidades es nociva para el espíritu humano, por parcial. Nuestra especie requiere para una vida psíquica saludable, de la articulación balanceada de estas dos modalidades, que no son otra cosa que dos modalidades, con una lógica y abordaje complementario, de aquello que busca comprender y entender. Ambas, se necesitan mutuamente y en alternancia balanceada, porque son dos modalidades complementarias de acercamiento a lo que buscamos conocer y comprender.
Una y otra modalidad están inextricablemente unidas. Ambas son necesarias, y se complementan mutuamente en un funcionamiento psíquico balanceado.
Es
importante que ambos modos adquieran temple en el espíritu humano, porque
cuando uno de ellos adquiere un poder hegemónico –cualquiera - sobre el otro,
convoca a la invasión y expresión compulsiva y desmadrada de su opuesto
complementario. Si las disociamos, veremos las manifestaciones más sombrías de
ambas.
Ambas tienen una lógica propia; juntas enriquecen el entendimiento y ayudan a comprender el sentido de la vida.
Por
ejemplo, el abuso de la mirada simbólica llevó al
oscurantismo del medioevo, con sus definiciones tautológicas, auto recurrentes
y con la chatura consecuente en la actividad del pensar humano. Convocó así
–como movimiento compensador de la psique colectiva- a su opuesto, el
Iluminismo. A su vez, la manifestación iluminista extrema del S XVIII,
fue difusora de una confianza absoluta en la Luz de la razón, la cual derivó en
su hija, una cultura científico-técnica a ultranza, desprovista de
sensibilidad. Esta era tecnológica abusa de la mirada
semiótica.
Distingamos
aquí a aquellas manifestaciones medievales que fueron el diamante o la flor que
nos legó esa época. Solamente aludimos a los usos extremos de un simbolismo que
no dio lugar a la experimentación y a la contrastación experimental, métodos
más propios de la función complementaria.
Apreciemos,
también, los impulsos despertadores de la actividad de la conciencia,
motorizados por el Siglo de las Luces. Sin embargo, la falta de
inclusión de la modalidad simbólica y la carencia de la mirada cualitativa
trajeron las actuales manifestaciones sombrías. El abuso de la
mirada semiótica nos ha llevado a la fragmentación, a la
desintegración, y al vaciamiento de sentido. La vida se ha vuelto “chata”.
Notemos que
cualquiera de las modalidades, por sí sola, es ocasión de “chatura psíquica”, o
lo que aún es peor, de pérdida de la cordura.
Algunas consideraciones simbólicas acerca de la Luna
Hay astrónomos
que hablan incluso de “Planeta doble” cuando se
refieren al sistema “Tierra-Luna”, debido al desmesurado
tamaño que presenta este satélite con relación a nuestro
planeta: es sólo 3,6 veces menor que la Tierra (si el planeta fuese del
tamaño de una pelota de baloncesto, la Luna sería como una pelota de tenis).
Esta característica –su enorme tamaño para ser un satélite- es la que
posibilita que observando el cielo desde la Tierra durante un eclipse, la Luna
y el Sol (a pesar de éste último tener una masa mucho mayor que
la de nuestro satélite, pero por estar mucho más distante), se
nos presentan a nuestros sentidos como del mismo tamaño. Dicho de paso,
esta condición adquiere importancia simbólica (el percibir
desde la tierra al Sol y a la Luna del mismo tamaño durante los eclipses).
El hecho de
que su tamaño relativo para un observador terrestre sea el mismo, simboliza la
necesidad mutua y la alternancia entre estos dos principios en nosotros mismos:
aquello que está iluminado y es reconocido en nosotros y los aspectos oscuros
ignotos; el actor y su máscara.
Funciones
simbólicas complementarias de la Luna y el Sol
SOL
|
LUNA
|
PRINCIPIO
ACTIVO
|
PRINCIPIO RECEPTIVO
|
PRINCIPIO
FECUNDANTE
|
PRINCIPIO FECUNDADO
|
SER
|
DEVENIR
|
VIDA
|
SUSTANCIA
|
ACTOR
|
MÁSCARA, VESTIMENTA
|
FORMA
IDEATIVA
|
SUSTANCIA
|
ALMA
|
CUERPO
|
EXTERIOR
|
INTIMIDAD
|
RAZÓN
|
INTUICIÓN
|
DESPLIEGUE
|
REPLIEGUE
|
CONSCIENTE
|
INCONSCIENTE
|
PERMANENCIA
|
ALTERNANCIA
|
LUZ
|
OSCURIDAD
|
CALOR
|
FRÍO
|
Hay culturas, como la nuestra, que se manejan con calendarios solares -en nuestro caso, el gregoriano-, es decir teniendo en cuenta el ciclo de la relación Sol/Tierra. Esto, desde un punto de vista simbólico, tendría como correlación sincrónica el alinearnos con la lógica solar: diurna, consciente, masculina, lineal, extrovertida, activa.
Hay
culturas que se manejan con calendarios lunares –como la musulmana-, esto
correlacionaría el resonar con la percepción lunar: nocturna,
inconsciente, femenina, receptiva, cíclica.
Finalmente,
también están aquellas culturas que han aplicado el uso de un calendario
sol/lunar, como la cultura maya o la judía. Estos tipos de calendarios,
facilitan la integración de ambos principios complementarios, el solar y el
lunar.
Desde las religiones
comparadas, veremos que la Luna aparece en figuras
maternales como Isis, la Virgen María, Artemisa, Selene. En ellas, la
Luna es símbolo de fertilidad, de energía femenina,
de cuidado y de receptividad. En
cada cultura, los símbolos lunares –como los citados- aparecen con un marco
cultural que los referencian y a partir de los cuales toman
sentido.
Encontraremos
–menos frecuentemente- dioses lunares masculinos, como por
ejemplo, a Sin (de donde deriva el nombre del Monte Sinaí), en la mitología
mesopotámica.
Aparece representado como un anciano con cuernos y barba, aunque principalmente
con el símbolo de un creciente lunar. También encontramos al dios lunar
indo Soma, descrito como joven y bello, lleva en las manos un loto. Va
montado en un carro, que simboliza a la Luna, con el que recorre el cielo. El nombre de
Soma hace referencia al soma (jugo ritual) y convierte a la
Luna en el dios de las plantas y la vegetación. En su versión masculina, la
Luna suele representar el conocimiento esotérico, que suele ser
velado, que no se muestra abiertamente, y que se capta mediante la intuición
(función lunar), más que por la lógica clara diurna (función solar).
Para
enriquecer nuestro acercamiento a la función simbólica lunar, es interesante,
asimismo, ver cómo en diferentes culturas se asocia lo lunar con “mes”, y
por lo tanto, con “medida”, “repetición”, “recurrencia”, “ciclos”, ya
que en numerosos idiomas se utiliza la misma palabra para “luna” y “mes”:
- La palabra inglesa para mes, month, proviene de la forma sajona moonth, siendo la palabra moon, “Luna” en inglés. De forma similar, el nombre neerlandés de la Luna es maan, y la palabra neerlandesa para "mes" es maand. : “Mes” y “Luna” están relacionados debido al primitivo uso de un calendario lunar en la cultura sajona.
- En castellano el primer día de la semana “lunes” tiene su raíz en el “día de la Luna”(lunedí). Esto se puede ver también en el idioma inglés, en que monday viene de moon day y en francés donde se llama Lundi.
El simbolismo de la Luna en Astrología
También
podemos abordar la Luna como símbolo en la astrología. En
este caso, también aquí la luna como símbolo –
cobra sentido- en tanto forma parte de una matriz simbólica
estructural. Esta matriz simbólica estructural es
la carta natal.
La carta
natal la consideramos un mandala, un círculo sagrado, que tomamos como
una estructura simbólica portadora de una información
matricial codificada.
La matriz
simbólica estructural en la cual está inscripta la luna
como símbolo es la del zodíaco y los planetas de
nuestro sistema solar.
Las funciones
planetarias arquetípicas que representan los planetas podemos
tenerlas más o menos integradas a la conciencia. Cuando están menos integradas,
decimos que están en sombra, a oscuras para la
conciencia. Y por lo tanto, la persona las verá proyectadas en el afuera, las
proyectará sobre otros (y lo proyectado nos vendrá como “destino” que insistirá
hasta ser integrado). Cuando una función simbólica está menos integrada a la
conciencia, o directamente no lo está, el vínculo que tendremos con aquello
específico que representa, será más ambivalente y compulsivo.
Si, en
cambio, las distintas funciones planetarias están más integradas,
decimos que la función se encuentra bajo la luz de la conciencia; su
expresión es más diferenciada, se la discierne más y se la expresa más fluida y
creativamente.
Según hemos
ido viendo a través de las consideraciones previas sobre el simbolismo lunar,
podemos acordar en que la Luna,
- Simboliza lo femenino maternal, nuestra capacidad de dar cobijo, nutrición, protección. Alimentar para que algo tome forma, prolifere, crezca.
- Representa la capacidad de ser receptivos a las necesidades de protección de los otros.
- Simboliza la capacidad para establecer simbiosis durante los períodos en que ésta es necesaria: crianza tanto de un hijo como durante la protección de un proyecto en gestación.
- Los signos y las casas en las que se encuentra la luna matizarán las características de nuestra forma de nutrir, contener, y proteger. Por ejemplo, una Luna en Cáncer protegerá cocinando. Una Luna en Géminis contendrá al otro leyendo un cuento. Una luna en Capricornio protegerá trabajando y proveyendo el sustento.
- La luna simboliza nuestro modo de encontrarnos seguros en la vida, así como también el modo en que nos es más fácil darle seguridad al otro.
- La luna tiene dos caras: una es la posibilidad de dar contención y nutrir, es decir, cómo expreso el principio materno en mí. La otra cara es la posición infantil: el niño en nosotros. En una carta natal en la cual la persona no ha resuelto su situación edípica, la luna simboliza sus características infantiles demandantes, sus tendencias más regresivas, las formas que adoptarán su búsqueda de seguridad psicológica.
- Hasta que la persona no haga este “clic” que le posibilite pasar de un posicionamiento lunar infantil hasta un posicionamiento lunar materno, la luna simboliza el punto más regresivo en la carta natal.
- En astrología mundana la luna también simboliza al pueblo, las multitudes, el mundo de lo femenino en general, las cosechas, los cambios (porque está sujeta a fases), la popularidad.
Leer también >> Simbolismo de la Luna por Elemento y Signo
Muy interesante, muchas gracias
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