"El Número es
lo que cuenta [o importa]; aquello que realmente vale la pena contar."
Michael Stelzner
Dr. Adolfo R.
Ordóñez
La constante de estructura fina, el 137, y su simbolismo
Introducción
Hemos mostrado ya, en
las Partes 1 y 2, que el universo está organizado matemáticamente. Ahora
bien, lo matemático ‘es’ en dos niveles:
i) Nivel 1: Arquetípico, inconsciente, supramental,
oculto a nuestra captación consciente por profunda e intuitiva (en el sentido ‘sobremental’,
o de ‘buddhi’) que sea; y
ii) Nivel 2: Reflejado a) en nuestra
‘sobremente’ intuitiva como ‘símbolos’ e ‘imágenes arquetípicas’ (en sentido
junguiano); o b) en nuestra ‘mente’ como ‘signos’ (éste es el caso de la
matemática entendida en sentido ordinario por la mayoría de la gente). [Ver la
diferencia entre ‘símbolo’ y ‘signo’ en el cuadro comparativo del artículo Simbolismo de la Luna en Astrología]
Como los ‘mathemas’ son lo que nos hace inteligir al cosmos (1), ello explica por qué Platón hablaba de –se suele decir de dos, pero en rigor, habla de tres- aspectos del cosmos, en su famosa ‘alegoría de la caverna’ [La República, Libro VII]. Hay dos relacionados con ii) en el interior de la caverna: a) el de las personas que pasan portando objetos delante del fuego interior; y el de las ‘sombras’ que sólo ven los prisioneros aferrados con grilletes a la pared del fondo de la caverna. Y otro, correspondiente a i), en el inmenso mundo ‘más real’ iluminado por el Sol, representante –según Platón- de la Idea de las Ideas, la del Bien. Aunque no debemos dejar de tener presente que en nuestra metáfora hemos de considerar 'el negetivo' de la 'foto' de la caverna, ya que el Sol aparece en la oscura región de lo inconsciente, y las sombras en lo más profundo de la 'caverna cerebral', corresponde a aquello que, para nosotros, es más consciente y visible. En todo caso, la Matemática, además de regularlo todo, también nos posibilita abrirnos a la dimensión simbólica, de modo que pone en evidencia al Cosmos como portador de un Sentido, lo que va mucho más allá de lo meramente cuantitativo.
Como los ‘mathemas’ son lo que nos hace inteligir al cosmos (1), ello explica por qué Platón hablaba de –se suele decir de dos, pero en rigor, habla de tres- aspectos del cosmos, en su famosa ‘alegoría de la caverna’ [La República, Libro VII]. Hay dos relacionados con ii) en el interior de la caverna: a) el de las personas que pasan portando objetos delante del fuego interior; y el de las ‘sombras’ que sólo ven los prisioneros aferrados con grilletes a la pared del fondo de la caverna. Y otro, correspondiente a i), en el inmenso mundo ‘más real’ iluminado por el Sol, representante –según Platón- de la Idea de las Ideas, la del Bien. Aunque no debemos dejar de tener presente que en nuestra metáfora hemos de considerar 'el negetivo' de la 'foto' de la caverna, ya que el Sol aparece en la oscura región de lo inconsciente, y las sombras en lo más profundo de la 'caverna cerebral', corresponde a aquello que, para nosotros, es más consciente y visible. En todo caso, la Matemática, además de regularlo todo, también nos posibilita abrirnos a la dimensión simbólica, de modo que pone en evidencia al Cosmos como portador de un Sentido, lo que va mucho más allá de lo meramente cuantitativo.
Enrique Cornelio Agrippa
(1486-1535, médico alemán, alquimista y cabalista cristiano del Renacimiento)
pensaba que, así como los entes
sensibles -las cosas que vemos con nuestros cinco sentidos-
tienen cualidades, también los entes
inteligibles -aquéllos que no son directamente accesibles a
nuestros cinco sentidos, y que "se perciben" con el intelecto- tienen
cualidades. Si llegamos a "aprender" las cualidades de los números puros -como entes inteligibles, ideales,
abstractos- podremos comprender sus omniabarcantes
manifestaciones "cualitativamente", y ver detrás de lo numérico no
meras "signos-cantidades", sino “símbolos-fuerzas” diferenciadoras y organizadoras que
nos revelan múltiples sentidos (o significados), así como las energías
involucradas en el accionar característico de todos y cada uno de los procesos.
Algo parecido a lo que sucede con los 64 hexagramas (¡igual al número de los
codones del ADN celular!) del I-Ching,
o "Libro de las Mutaciones".
Hay propiedades de
una simetría y perfección maravillosas en lo matemático, que siempre se halla
"velando" las verdades más vitales del Cosmos: lo matemático dio origen al Cosmos, pero
también contiene "en clave numérica" a todo el Esoterismo.
Les había hablado de
las constantes universales
fundamentales. Una de esas constantes es la denominada "constante de estructura
fina". Les había contado una historia de Wolfgang Pauli,
¿recuerdan?, en la que intervenía el número vinculado a esta constante:
1/137 y una situación sincronística en la cual Pauli -a partir de este
número, y pensando "a lo
chino", como decíamos la vez pasada- pudo leer y comprender cuál iba a ser su
destino.
Quisiera continuar
mostrándoles propiedades
matemáticas simbólicas de este número.
La "constante de estructura fina" y el 137
A esta constante, se
la llamó así por razones históricas: permitió explicar por primera vez la "estructura fina", es
decir, la estructura de los niveles y subniveles de energía del átomo de
hidrógeno.
Esta constante regula la intensidad de las interacciones de
las partículas con carga eléctrica y la luz o los campos
electromagnéticos, en general (2). Desde la
probabilidad de que un electrón emita o absorba un fotón de luz; y la fuerza
con la que el núcleo de un átomo atrae a sus electrones, generando así la estructura de los niveles y
subniveles de energía de los átomos.
¡También controla la formación de las moléculas,
es decir, toda la
química, la base física de la vida!
Es una constante adimensional, es decir un mero número, que se
expresa sin "unidades" -como metros, segundos, etc.,
las que siempre implican alguna arbitraria "convención" humana-. Pero como esta constante de
estructura fina es adimensional, no involucra ninguna convención arbitraria.
Se la expresa con
la letra griega
"alfa", y tiene el valor de 0, 007297351..., o muy
aproximadamente:
α = 1/137
Lo misterioso del
asunto es que los físicos aún
no saben por qué justo es ése el valor numérico de esta constante.
La constante de
estructura fina, el 137, y algunos ejemplos del simbolismo implicado en ella:
A) El haz de luz, el prisma, y el arco iris: Decíamos que
esta constante está íntimamente vinculada al tema de la "luz". Y ya
Newton (en el siglo XVII) vio cómo de un haz de luz blanca, surgen los tres colores primarios, y
los siete colores del "espectro solar" (los que
vemos en el arco iris):
Ø 1 haz
de luz
Ø 3 colores
primarios (rojo, azul y amarillo)
Ø 7 colores
del arco iris (rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul, violeta e índigo)
B) La Unidad, la Trinidad y el Septenario en las Religiones: también,
este número está implícitamente presente en las grandes religiones:
Ø 1 Ya sea la
Vida Una, La Unidad Divina, Aquél (o "Aquello") Incognoscible del
cual todo lo existente -en última instancia- proviene. Como ‘la Causa sin Causa
de Todo’, o como la ‘Causa Primera’.
Ø 3 Las
Trinidades clásicas de las religiones: Padre/Hijo/Espíritu Santo, Brahma/Vishnú/Shiva,
Osiris/Isis/Horus, la Tríada Sefirotal Superior (Kéter, Jojmáh, Bináh), etc. En
el judaísmo se insiste en que "el Eterno es Uno" (y no Tres), pero
resulta que "uno" en hebreo es אחד "ejád", cuyas tres letras
(1; 8 y 4) suman 13 (es decir, 1 y 3).
Ø 7 En
el cristianismo se habla de los "Siete
Espíritus ante el Trono", el Séptuple Candelabro judío, símbolo "las 7 Sefirot de la
Construcción", etc.
C) El uno, el tres, y el siete por la Ley de combinatoria simple:
Y así como un haz de luz blanca está integrado por los tres colores primarios
(rojo, azul y amarillo); o así como en todas las religiones el "Uno" es Trino, -y esto que les voy a
contar a continuación es puramente matemático- por Ley de Combinatoria, si
tengo tres cifras,
al combinarlas -con la condición de que no se repitan los números-,
obtengo siete. Veamos:
Ø Tengo tres
cifras: 1, 2, 3.
Ø ¿Qué
combinaciones puedo obtener de dos o tres de
las mismas, sin repetir los números, y si no importa el orden? (si primero
tenemos rojo y luego agregamos azul, obtenemos violeta; y lo mismo ocurre
partiendo del azul y añadiendo el rojo)
Ø
Respuesta: [1,2] [1,3] [2,3] [1,2,3].
Ø Con lo
cual, naturalmente, si parto
del tres, soy remitido al siete, pues nos quedó: [1],
[2], [3], [1,2], [1,3], [2,3], [1,2,3]. (Ahora hemos añadido las
combinaciones de las tres cifras originales tomadas de a una, a
las tomadas de a dos y a las tomadas de a tres).
Si los contamos, vamos a ver que son siete
elementos constitutivos.
Síntesis: Cualquier unidad constituida por tres aspectos, naturalmente
por combinaciones lleva al siete.
La constante de estructura fina, el 137, y la Kabaláh:
Ustedes saben que en las ‘lenguas sagradas’ antiguas
-como el hebreo, el griego, el sánscrito, etc.-, las letras también tenían un
valor numérico. Si nosotros tomamos la palabra hebrea "Kabaláh", y sumamos el
valor de cada letra, nos encontraremos "curiosamente" con el
número 137:
La palabra "kabaláh" se forma con las
siguientes letras: ק Quf (nuestra
"K", o "Q" de valor numérico 100), ב
Beit (nuestra
"B", de valor 2), ל Lámed (nuestra "L", que vale
30), y ה Hei (nuestra "H", de valor 5). El hebreo es una lengua que
se escribe sin vocales y de derecha a izquierda (en el sentido inverso a
nuestra escritura). Las vocales las agregamos al pronunciar la palabra.
Quedaría entonces una palabra que en español podríamos escribirla más o menos
así: קבלה kabaláh, suma de estos valores numéricos
de las letras correspondientes: 100 + 2 + 30 + 5 = 137.
Abajo les escribo la palabra en hebreo junto a
los valores numéricos de las letras correspondientes, y la suma de estos
valores:
"Kabaláh" significa "recepción" (y se sobreentiende:
"recepción de la Luz", en sentido metafórico). ¡Pero según
vimos, la constante de estructura
fina es la
cantidad de luz (en sentido literal) que pueden absorber o emitir las
partículas cargadas"!
Por lo tanto, la constante de estructura fina -o
la recepción/emisión de la luz-, está ya presente en la palabra Kabaláh, la
cual es antiquísima.
En el Árbol de la Vida cabalístico, encontramos:
Ø 1 Árbol de la Vida
Ø 3 Sefirót "intelectuales" (3) o Tríada Sefirotal Superior.
Ø 7 Sefirót de la Construcción (del
Mundo, las seis sefirót
"emocionales" más Maljút, o "Reinado", la séptima, que
"recibe" a todas las demás).
La constante de estructura fina, el 137, y la Astrología
Fíjense que la Astrología tiene implícito
al 137, pues
trabaja con el Zodíaco -mandálico, uno-,
con los tres planetas transpersonales, y con los siete cuerpos celestes
tradicionalmente conocidos:
Ø 1: Simbolizado
en la unidad zodiacal
Ø 3: Simbolizando
los tres planetas
transpersonales (Urano, Neptuno y Plutón) (4).
Ø 7: Representando a siete ‘planetas’ (en rigor, 7 astros) personales:
las Luminarias (Sol y Luna), y los planetas tradicionales (Mercurio, Venus,
Marte, Júpiter, y Saturno).
Estos son sólo algunos de los ejemplos
astrológicos.
La constante de estructura fina, el 137, y el Eneagrama
El Eneagrama es un esquema simbólico antiquísimo, que
podemos rastrear hasta en la India, tanto en la filosofía Sankhya, como en el
esotérico "juego" de ajedrez. Sin embargo, en el siglo XX pasó a ser
más públicamente conocido a través de la escuela denominada Cuarto Camino fundada por el
armenio Georg I. Gurdjieff (1877-1949), quien sacó a la luz este sistema -que
es tan antiguo como el mundo-. Seguidores de él, en particular, el famoso Pedro
Ouspensky y el físico-matemático e industrial inglés John G. Bennett, lo
retomaron. Hoy el tema está muy difundido, especialmente las tipologías
psicológicas del eneagrama, que,
sin embargo, son sólo algunas de sus "implicancias menores" -digo
esto no para disminuir el indudable valor de las tipologías, sino para remarcar
la trascendencia del
eneagrama-. Tal como su nombre lo indica, el eneagrama (que etimológicamente deriva de "ene", "nueve";
y del griego "gráma",
"escritura", dibujo, tratado o doctrina), constituye una
estructura simbólica fundamentada en los nueve dígitos. Todo proceso dinámico, sea atómico, humano, planetario,
solar, galáctico -incluido cada uno de los 12 signos del Zodíaco- o cósmico
sigue una "evolución eneagrámica".
Lo que me interesa enfatizar es que el Eneagrama posee una trina dinámica circulatoria implícita,
que deriva del 1, del 3 y del 7. Quiero
decir, que el eneagrama mismo surge
a partir de relaciones con el 137.
Como veremos,
Ø El 1 simboliza
a la estructura mandálica-circular del eneagrama mismo.
Ø El 7 será
determinante en la dinámica vinculada a la circulación energética de este
esquema. Esto lo explicaré más abajo con lo que denominaré la LEY DE OCTAVA (O LEY
DE SIETE): Todo
en el Cosmos es de naturaleza septenaria (de ahí los 7 Días del Génesis
Bíblico, así como el carácter omnipresente y sagrado del 7 en toda la Tradición
universal).
"Cromáticamente" hay 7 colores en que
se dispersa la luz blanca al incidir sobre un prisma de cristal (o sobre gotas
de agua que flotan en el aire luego de una lluvia, formando un arco
iris).
"Musicalmente" consiste en las 7 Notas Do, Re, Mi, Fa, Sol La, Si,
y un nuevo Do "en una octava superior". Sin embargo, es muy conocido
que sólo hay 6 tonos y 12 semitonos entre las 7
notas, y esto es muy remarcable. En efecto, entre dos notas diferentes hay un tono, o
sea dos semitonos de
diferencia, salvo entre el Mi y el Fa, así como entre el Si y el Do -entre las
que sólo hay un semitono-.
En cambio, a un semitono de un Do (o Re) hay un "Do sostenido" (o un
"Re sostenido", respectivamente), etc.
Y "matemáticamente" esta Ley se
descubre al subdividir la unidad en siete partes, y hacer luego
sucesivamente 1/7, 2/7, 3/7, 4/7, 5/7, 6/7, etc.
Cuando desarrolle el tema, veremos que en el
resultado de las divisiones aparece una sucesión periódica que simboliza "el movimiento interno y
atemporal" del eneagrama.
Ø El 3 nos
indicará tres momentos del
proceso (en términos musicales, estarían entre las notas Mi-Fa, y Si-Do de tres Octavas consecutivas), en los
cuales, para que la dinámica continúe su desarrollo, harán falta
"saltos", "choques", o shocks" (para "poder
llegar" de Mi a Fa, y de Si a Do). Cada una de estas tres influencias, simbólicamente
hablando, nos "destraban" y obligan a salir de la inercia del
movimiento mecánico, o del azar [relacionada con el famoso 'número de la bestia 666' del Apocalipsis de San Juan], y nos posibilita "saltar" a otro
nivel superior del proceso. Tengan presente en todo momento, que aquí no nos
referimos a una aplicación meramente "cuantitativa" de lo matemático.
Juntos vamos a ver, que esas relaciones numéricas -que parecen obvias y
naturales, porque se obtienen a través de una operación numérica, en este caso
la división-, son la
"fachada" de un simbolismo profundísimo que puede
aplicarse en los "procesos psicológicos", y en el
"desenvolvimiento psicomadurativo" de toda Entidad Viviente, desde un
ser humano, hasta el Cosmos mismo.
Desarrollo del Eneagrama
a) Entonces, como explicábamos más arriba,
partimos de la unidad
mandálica del eneagrama, que
podemos representar con el espacio encerrado por un círculo:
Uno (1), la Totalidad
b) A continuación, vamos a explicar la importancia
fundamental en el eneagrama del número
7:
Si dividimos 1 por este número
-7- y multiplicamos por 1, por 2, por 3,...
y así siguiendo hasta llegar a 7 (sin incluir), veremos que aparece recurrentemente un
período decimal. Veamos:
c) Es importante observar que únicamente
aparecen en estas expresiones decimales periódicas los números: 1, 2,
4, 5, 7, y 8. Y que las cifras 3, 6 y 9 [tres números
considerados fundamentales por Nikola Tesla] no aparecen. Esta cuestión se relaciona con la Dinámica Simbólica del Eneagrama que
veremos a continuación.
Podemos graficar el 137 implicado en el
eneagrama. Recordemos:
Ø 1, la
unidad mandálica del eneagrama.
Ø 3, son
las cifras que "quedan por fuera" de la circulación
"natural" o "espontánea" de los nueve dígitos: que son
el 3, el 6, y el 9. Este es un
hecho simbólico que abordaremos oportunamente.
Ø 7, es
fundamental, porque su relación con los 9 dígitos establece la dirección
circulatoria del movimiento dentro
y alrededor del eneagrama.
(1) Recordemos que lo matemático -etimológicamente-
es "lo aprendible".
(2) Ocurre como cuando durante una tormenta
eléctrica cae un rayo. Este es como una cascada "fractal" de
electrones, y las probabilidades dadas por α hacen que, de cada 137 electrones, uno emita
un fotón de luz, que percibimos como "el relámpago" que precede al
trueno ¡Si α fuera
menor, podríamos no ver nada, y si fuera mayor, el resplandor del rayo podría
cegarnos!
(3) La
palabra sefirá (voz
singular de sefirót) se relaciona con la palabra "cifra" o número.
(4) Actualmente,
deberíamos decir "los tres transpersonales principales". En efecto, Plutón ya no es considerado un
planeta, sino un "planetoide" menor que está rodeado por el "cinturón de Kuiper" y
mucho más allá aún, por la "nube de
Oort", llenos de cuerpos "planetoidales" de distintos
tamaños y con órbitas aún más alejadas dentro del sistema solar, marcando el
límite “efectivo” de la atracción solar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus dudas o comentarios son bienvenidos!