Tanto
el Espíritu como la Materia son el Brahman
Adolfo
Ramón Ordóñez
“Todo
esto es el Brahman; este Atma es el Brahman y el Atma es cuádruple”
Mandukya
Upanishad [Versos 2, 7]
“La
Materia es el Brahman” […] “la Energía es el Brahman”
Taittiriya
Upanishad [III, 1, 2]
Entre los científicos 'actuales' (aunque seguidores de la ‘vieja escuela’) –y desde los ‘Principia’ de Newton- es
común la postura ‘agnóstica’ o francamente ‘atea’, y aunque hay muchos que se
consideran ‘creyentes’ en un Dios Único, lo conciben como si fuera ‘Puro
Espíritu’ o ‘absolutamente inmaterial’, y ‘Creador de la Materia y sus Leyes’,
las que ‘por sí mismas’, ciega y mecánicamente
dan origen y continuidad al pre-ordenado despliegue del Universo. Es cierto que,
en su concepción, ese desarrollo se da siguiendo al pie de la letra las
Indicaciones y las Fórmulas establecidas por el Único Vidente Divino ‘en el
principio’, y que se consideran tan ‘matemáticamente perfectas’ que cubren todo
lo necesario, hasta el final. No es de extrañar que, en semejante paradigma, no
quepa en ningún ‘paper’ o artículo científico la menor alusión a ‘Dios’, ya
sean sus autores (los del ‘paper’) ateos o ‘religiosos’ en el sentido arriba mencionado.
Podríamos muy bien preguntarnos, como hiciera Napoleón Bonaparte con Pierre Simon
Laplace, respecto de su “Exposition du Systeme du Monde”: ¿Por qué, en las
obras científicas acerca del Mundo, no encontramos la más mínima mención a
Dios?
En cambio, es bien sabido
que la concepción Vedántica es muy diferente –así como la de las Tradiciones
Esotéricas de todo el mundo-. Las citas de las Upanishads que encabezan estas líneas tratan de sugerirnos su
postura. Dice Sri Aurobindo hablando de ‘las dos Negaciones’:
“La afirmación de una
vida divina sobre la tierra y de un sentido inmortal de la existencia mortal no
puede tener base a no ser que reconozcamos
no sólo al Espíritu como habitante de esta mansión corporal, el
usufructuario de esta vestimenta mutable, sino
también que aceptemos a la Materia con que ésta está hecha, como material
apropiado y noble con la que Él constantemente teje Sus atavíos y construye
recurrentemente la interminable serie de Sus mansiones.” […] “Si aseguramos que
existe sólo un Puro Espíritu y una sustancia o energía mecánica carentes de
inteligencia, llamando Dios al primero y Naturaleza a la segunda, el fin
inevitable será que negaremos a Dios [ateísmo o ‘la negación materialista’] o
daremos la espalda a la Naturaleza [‘la negación del ascetismo’].” [“La Vida
Divina”, Cap. II, 12-13]
En cuanto a la postura de
muchos científicos con respecto a la Conciencia,
por lo general, y salvo algunos físicos cuánticos, o las mentes más ‘espirituales’
o de tendencias más ‘transpersonales’ que trabajan en algún campo científico,
aquella es considerada una ‘propiedad
emergente’ de la Materia-Energía, y no como un ‘Principio independiente’. Ésta
última postura, es lo inverso: se hace derivar de la Conciencia (en la que,
para simplificar, incluimos tanto lo consciente como lo inconsciente, la
información, la memoria, etc.) tanto al Espíritu como a la Materia-Energía, como
sus dos polos expresivos.
Como decía H. P. Blavatsky: “El
Espíritu es Materia en el plano más elevado, y la Materia es Espíritu en el
plano más denso”. Son como el vapor de agua y el hielo: H2O en
diferentes estados, uno gaseoso y el otro sólido. Comprender esta identidad de
sustancia entre ambos polos (que son como el calor y el frío, ambos son 'temperatura' pero con valores
en los extremos opuestos de un mismo ‘termómetro’) nos haría mucho bien. Y lo mismo
ocurre con los problemas entre los dos ‘géneros’, femenino y masculino, yin y
yang. El célebre psiquiatra y psicoanalista suizo Carl Gustav Jung, decía que muchos problemas mundiales se podrían haber evitado si el
Cristianismo hubiera sido capaz de avanzar más en la comprensión del tema que él llamaba de
las tres M’s: Materia, Mujer y Mal.
¡Qué importante sería que
aprendiéramos a ‘espiritualizar’ y 'ennoblecer' a la Materia, así como a ‘economizar’ nuestras
energías y 'materiales' para el bienestar del Espíritu!
De hecho, la Materia es tan
‘respetada’ y 'ennoblecida' en el Esoterismo, que también es considerada de naturaleza
‘Angélica’ [o Dévica], al igual que lo es el Espíritu. La única diferencia está en la ‘Cualidad’
de los correspondientes ‘Coros Angélicos’ intervinientes. Y no es casual que el
nombre ‘materia’ derive de ‘Mater’ o Madre. Es que, en el maravilloso Misterio del Ser del Hijo (o Alma), si el Padre (vía
el Espíritu y su irradiación subjetiva ‘paterna’) lo mantiene unido a su
Esencia, la Madre es la que (vía la Materia y sus ‘vehículos’ más objetivos) le
otorga su Existencia. Ambos, Padre y Madre, confluyen en su Hijo a través
de la entrega de sus ‘séptuples vestiduras’, las de su ‘Huevo Áurico’ de siete
pieles (además de brindarle todo su amor y la mejor educación que les sea posible).
Volviendo a Blavatsky,
ella dijo: “[…] si bien es imposible definir a Parabrahm, sin embargo cuando hablamos de lo primero que puede ser concebido, eso debe ser tratado como un
Principio Femenino. En todas las cosmogonías, la primera diferenciación fue
tratada como femenina. Es Mulaprakriti [la Raíz de Prakriti o la Naturaleza;
HPB aclara que es tomada como sinónima de la Luz de ‘Aditi’] que oculta o vela
a Parabrahm; Or Ein Sof, [término
hebreo de los kabalistas, que significa ‘Luz Sin Fin’ o Infinita] la Luz que
irradia primero de Ein Sof [Sin Fin
o Infinito]; y en la Teogonía de
Hesíodo es Gaia que surge de Caos
precediendo a Eros. Esto se repite en todas las subsiguientes y menos
abstractas creaciones […] Siempre es la Diosa o las diosas las que vienen
primero. La primera irradiación deviene la Madre
Inmaculada [¡De aquí deriva lo de la ‘Virgen
Madre’, porque Parabrahm no
tiene género, y a Su nivel no tiene sentido la sexualidad!] de quien proceden
todos los Dioses o las antropomorfizadas fuerzas creativas.” […] “Lo primero es
la Diosa Madre… Luego sigue, surgiendo de,
o mejor, residiendo en esta Diosa Madre, el Logos inmanifestado [el
1° Logos], el cual es su Hijo y Esposo a
la vez, llamado el ‘Padre oculto’. De ambos procede el primer Logos manifestado
o Espíritu y el Hijo [el 2° Logos; no confundir con el 'Hijo-Esposo' del 1° Logos] de cuya sustancia emanan los Siete Logoi,
cuya síntesis, vista como una Fuerza colectiva, se convierte en el Arquitecto
del Universo Visible. Ellos son los Elohim [palabra que en hebreo es un plural]
de los judíos.” [“Collected Writings”, vol. X, 302-303]
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