Geometría Sagrada
Dr. Adolfo R. Ordóñez
Los orígenes de la Geometría (etimológicamente:
"medición de tierra") están, sin duda, en la misma Naturaleza. En
efecto, cada patrón de formación o de crecimiento, ya sea del reino mineral,
del vegetal, del animal o del humano, se halla estructurado geométricamente. Ya
Pitágoras pretendía que "Todo es Número" (incluso las figuras
geométricas); Platón decía: "Dios Geometriza", y para Galileo Galilei
la Matemática -en general- es el "lenguaje de la Naturaleza".
Ya sean los copos de nieve, las diferentes estructuras
de los cristales, los pétalos de las flores, la forma de las moléculas de ADN,
la simetría bilateral y la proporción áurea del cuerpo humano, o los modernos
rascacielos, todos son "himnos" a la Geometría. Incluso la moderna
Cosmología nos lleva a considerar la "Geometría del Cosmos".
Es innegable que uno de los orígenes del
estudio de la Geometría fue la necesidad de planificar y ejecutar los ritos
religiosos antiguos en relación a la agricultura, con la consecuente
construcción de los Templos equinocciales y solsticiales. Además, en las
culturas antiguas predominaba la suposición de que al mirar las diversas formas
de "la Creación", uno se hallaba en presencia de "códigos
divinos", que eran símbolos de estructuras de índole espiritual.
Según el neoplatónico bizantino Proclo, el gran
Euclides (Alejandría, alrededor del 300 a. C.) llamó a su obra cumbre de 13
Libros "Los Elementos", porque en su último Teorema del Libro XIII
probaba que sólo podía haber 5 "poliedros regulares". Eran los cinco
sólidos platónicos, asociados a los 5 Elementos y a los 5 sentidos humanos.
(¡No eligió ese título por considerarla una obra "introductoria" y
"elemental"!)
Ya en la Edad Media los diferentes
"gremios" o guildas de constructores, usaban un gran número de
"Principios de la Geometría Sagrada" para la edificación de las
grandes Catedrales que todavía nos asombran por su belleza y esplendor.
Durante el Renacimiento también se siguió
elaborando y enriqueciendo, con el aporte de los grandes Maestros, que como
Leonardo da Vinci usaron las comprobadas cualidades estéticas de "la
Divina Proporción" -como llamó Fray Luca Paccioli a la "Proporción
Áurea", ya conocida con el nombre de "media y extrema razón"
desde mucho tiempo antes- y que sigue enseñándose en las modernas escuelas de
arte. Basta recordar al famoso "Hombre de Vitrubio", de 1492, donde
Leonardo mostró cómo relacionar las proporciones del cuerpo humano con el
"número de oro" mediante una ingeniosa utilización de un círculo y un
cuadrado cuidadosamente escogidos (Marco Vitrubio Polio fue el arquitecto de
César Augusto, un Iniciado que escribió para la posteridad una obra en diez
libros sobre las reglas de construcción de los Templos griegos erigidos los
dioses). Los Círculos Druídicos, los Dólmenes, los Templos solsticiales o
equinocciales de la India, Egipto, Grecia, América Central, el sudeste asiático
(como el de Angkor en Camboya), etc. que en el pasado consideraron los
asombrados europeos que los descubrieron ‘de origen ciclópeo’, fueron todos Obra
de arquitectos-sacerdotes Iniciados, descendientes de los míticos
“Constructores” primordiales.
También se produjo la irrupción de la
"perspectiva" en la pintura, que luego derivaría en lo que se conoce
como "Geometría Proyectiva". En esta tarea debemos recordar a Filippo
Brunelleschi, arquitecto y constructor del domo de la catedral de Florencia; y
a Piero della Francesca, que supo aunar en sus Obras su dotada "mano"
de artista con sus conocimientos prácticos de Matemática. El
"realismo" y la sensación de tridimensionalidad resultantes fueron,
desde entonces, in crescendo.
Hemos de mencionar lo que conmovía a Kepler
(autor de las tres famosas leyes del movimiento planetario) la proporción áurea
y los cinco sólidos platónicos, que él relacionó con las órbitas de los planetas
conocidos en su época (Mysterium Cosmographicum, 1596).
Incluso el genial sir Isaac Newton dedicó
muchos años de su vida al estudio de la "Geometría del Templo de
Salomón", así como a tratar de hallar el "Saber" en códigos
dentro de las Sagradas Escrituras.
Desde luego, hoy en día, con el auge de las
Ciencias y Tecnologías, todo -no sólo la Geometría- se ha
"desacralizado". La Geometría se considera el estudio "de toda
posible forma de espacialidad", de cualquier número de dimensiones y con
"espacios" de un número finito o infinito de puntos.
Sin embargo, aún en el presente, hay gente
-como por ejemplo, los continuadores y los admiradores de la profunda labor del
Dr. Carl Gustav Jung- quien sostuvo que cualquier expresión de la Vida, desde
la que podemos observar con nuestros propios ojos, como en una selva o en un
lago, o bien mediante el uso de microscopios (u otra tecnología), representa
una manifestación de "arquetipos del inconsciente colectivo".
En todo caso, es válido decir que la diferencia
existente entre considerar un conjunto de figuras más o menos armónicas como
mera "Geometría", o bien
como "Geometría Sagrada" se
halla en la actitud con la que "el observador" contempla y comprende
tal conjunto. Son dos tipos de
"apetitos" e intenciones-atenciones muy distintos los que entran en
juego. Y también son muy diferentes los "procesos digestivos" que
ambos tipos de "alimentación" requieren...
Siguiendo la definición de Dan Winter, podemos
considerar "Geometría Sagrada" como:
El estudio de las
formas geométricas en sus relaciones metafóricas con la evolución humana, así
como un estudio de cómo se reflejan (o qué efectos pueden inducir) algunas
transiciones geométricas desde una forma hacia otra, en los fluídicos cambios
de los estados de conciencia de la mente, las emociones y el espíritu.
La llamada "Geometría Sagrada" –cuyo
lema bien podría ser el que eligió el físico danés Niels Bohr (uno de los
‘padres’ de la Física Cuántica) para su escudo de armas cuando lo nombraron
‘Caballero’: el Tai Chi rodeado de la inscripción en latín ‘contraria sunt complementa’ (es decir,
‘los contrarios son complementarios’, como el Yin y el Yang)- se caracteriza por poseer:
1) una equilibrada cantidad de figuras recortadas
con líneas rectas y curvas
2) una equilibrada cantidad de figuras claras y
oscuras
3) uso tanto de patrones antiguos (como
triángulos, círculos, etc.) como modernos (como los fractales)
4) muy lenta (pirámides; catedrales) o muy
rápida destrucción de esos patrones (por ejemplo, los mandalas de los
tibetanos, que son destruidos ni bien se terminan de completar; los agroglifos
se forman en minutos y duran unos pocos días)
5) utilización preferencial de recursos
naturales y autóctonos
6) presencia evidente de inteligencia y de un sentido
estético de armonía-arte
7) mínima (o nula) cualidad destructiva, y por
el contrario, sus formas tienen un efecto conmovedoramente
"pacificador" y relajante.
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