Las tendencias del pensamiento en Occidente
Durante los últimos cuatro
siglos (y lo que va del siglo XXI), el círculo de los intelectuales y eruditos que más han sobresalido en la cultura y
los ámbitos ‘académicos’, sea en la
Filosofía o en las Ciencias desarrolladas en Occidente, supuestamente tomando como base las experiencias de toda
la humanidad, han ‘reflexionado,
especulado y discutido’ acerca del origen de la Conciencia y de su relación con la Materia, y en especial si existe alguna “prioridad” de una –y por ende un carácter
secundario de la otra- en relación con la Realidad. En general, y en la medida
que “la mayoría que sobresale” tenga relevancia en cuestiones filosóficas tan
profundas, durante el transcurso de esos cuatro últimos siglos en Occidente,
podemos observar –entre los integrantes del mencionado círculo- las siguientes tendencias:
1. Una marcada preferencia por
concebir que nuestros “conocimientos” –todos ellos, salvo quizás los puramente
matemáticos o lógicos- no son a priori (como suponen el Racionalismo y el Idealismo), sino que son a posteriori, o sea que provienen o surgen
sólo de nuestras experiencias en el mundo (Empirismo); y además,
2. Una tendencia mayoritaria a
concebir que existe una Realidad Objetiva Externa a nosotros, en la que la Materia es la base fundamental
(Materialismo), y que ve a la Conciencia
como algo “derivado” de la Materia, como una “propiedad emergente” de la Materia, cuando ciertos sistemas
físicos (materiales, como el sistema nervioso de algunas especies animales)
alcanzan un grado suficiente de complejidad. Contrastando con esta postura,
siempre ha habido una minoría que optó por la tesis opuesta, es decir, que ve a
la Conciencia Pura como la base fundamental (Idealismo ‘extremo’), y a
la Materia como una concreción producida
(o emanada) por la Mente.
3. Una variante en cierto modo
‘intermedia’ entre ambas tendencias, la predominante “empirista-materialista”, y la “idealista-espiritualista”,
fue la concepción “psicologista”
del filósofo inglés John Stuart Mill (1806-1873), quien pensaba que los
llamados “fenómenos externos” y la “Realidad Objetiva” de la Materia son una
mera “apariencia”, una ilusión de nuestras sensaciones, emociones y
pensamientos. Más aún, Mill sostenía que es también una mera apariencia
ilusoria la del “Ego” noumenal, Psique o “Alma”, como si éste fuera algún tipo
de “Realidad Subjetiva”. En rigor, en lo que al ser humano concierne –según
Mill-, sólo tenemos certeza de la
cadena de nuestros cambiantes estados mentales y de sus “leyes de asociación”
-del pensamiento-. Esa sería toda la “Realidad”: un “monstruo de dos cabezas
ilusorias” (lo Subjetivo-Interno y lo Objetivo-Externo), como bien se la
describió. En todo caso, es interesante señalar que en ese lapso, así como hubo
occidentales que pensaron la materia
generando a la mente –la mayoría-, o al revés, la mente generando a la
materia, también hubo otros (como Mill) que, en cambio, se decidieron por la mente
(o los variables estados de la conciencia) como dando lugar a las ilusiones de la “Materia” y del “Ego”.
Hemos de aclarar que, a diferencia del antiguo Oriente, en el pasado Occidente no tuvo casi nunca el cuidado de diferenciar
entre la “conciencia pura”, o
conciencia ‘en sí’, como fuente de ‘luz’ y de atención, de inteligencia y
compasión, de esa otra “conciencia
cerebral”, que –casi siempre- está condicionada, programada como una
computadora, surcada por innumerables hábitos y modos ‘pre-juiciosos’ de
pensar, dominada por múltiples emociones,
pasiones y vicios, que reacciona violentamente ante lo que la hace sentirse
amenazada o le da miedo, etc. Como estas últimas cualidades son las que más parecen
predominar en toda la historia de la humanidad, no es de sorprenderse que los occidentales hayan considerado a la
‘conciencia’ (física y cerebral) como una propiedad emergente de la materia (en
particular de la ‘materia gris’). Y es que eso
es verdad. ¿No?
¿O acaso la ‘conciencia’ de un asesino serial –elijo un
ejemplo bien grosero para hacer patente la respuesta- viene de otra parte, ‘más
sutil’ que la enfermiza contaminación de su cerebro?
Pero ahora quisiéramos inquirir en la ‘conciencia pura’,
en la esencia de la vida inteligente y la fuente de la sabiduría y el amor.
¿También ella es ‘fabricada’ por la materia?
La influencia ejercida por dos grandes revoluciones científicas del siglo XX:
1. La Física
Cuántica –desarrollada en la primera mitad del siglo XX-.
2. La Teoría de los
Sistemas Dinámicos Caóticos –surgida en la segunda mitad del siglo XX-, a
veces designada simplemente –aunque no es lo mejor- Teoría de Caos.
Pero ahora debemos advertir que, desde el siglo pasado, se han ido borrando cada vez más las diferencias
entre Occidente y Oriente –en particular, en lo que hace al pensamiento y
la actividad científica-. Muchos orientales –ya no sólo los occidentales- han
contribuido apreciablemente a los dos últimos desarrollos mencionados.
Antes de seguir, quiero puntualizar que, rigurosamente
hablando, las dos teorizaciones anteriormente señaladas son “científicas”, y
por ende, no tratan “directamente” los aspectos más abstractos y filosóficos
del Sujeto y del Objeto. Sin embargo, es sensato “filosofar” un poco sobre este
tema tomando como base esos dos hallazgos científicos tan notables. La
Cuántica apunta en la dirección de que “el Observador modifica lo Observado”.
Por lo tanto, no sería válido separar “el Sujeto del Objeto” o viceversa. Tan
es así, que el notable físico norteamericano John A. Wheeler, acotó que –a
partir de la Cuántica- en Física no hay que hablar más, como antes se hacía, de
los “Observadores”, ya que todos somos
“Participantes” activos en lo que “observamos”. Dicho de otro modo, la
siguiente afirmación sería coherente con la visión aportada por la Física Cuántica:
El Universo que percibimos “objetivamente”
depende del Estado de Conciencia “subjetivo” desde el cual lo apreciamos.
En particular, si –como afirman muchos místicos,
esotéricos, clarividentes e incluso mucha gente ‘común’ pero que ha tenido
experiencias ‘sui generis’, tal como las hoy llamadas ECM’s: experiencias
cercanas a la muerte- existen otros “Estados Alterados de Conciencia”, entonces
habría varios “Universos”, o por lo
menos existirían varias “visiones” sub-ob-jetivas
muy distintas del mismo Universo.
Eso en lo que a la Cuántica se refiere. Por su parte:
La Teoría de Sistemas Dinámicos Caóticos
nos ha demostrado que las complejidades,
inestabilidades, la imprevisibilidad e incluso el caos no son privativas de la
psicología de las Mentes de los humanos, así como de nuestras sociedades
–como antes pensábamos- porque también
existen en la Materia. Y recíprocamente, que el majestuoso orden matemático
de la Materia, tiene su correlato en las maravillas del Arte y la Razón, en la
brillante organización y sistematicidad de que es capaz la Mente.
En otras palabras, las mismas cualidades de “desorden y
caos aparente” que se observan en buena parte de las Mentes humanas (la
‘Materia gris’), se pueden observar en la –que hemos descubierto sin ninguna
duda- “ordenadísima” Materia (de los físicos). La Materia es caótica en
muchísimos fenómenos, incluso si la suponemos “aproximadamente” sometida a las
más rígidas y deterministas leyes clásicas.
Para los antiguos griegos, Caos y Orden eran conceptos contradictorios y antitéticos. Sin
embargo, los sistemas dinámicos caóticos, nos han enseñado que:
El Cosmos y el Caos –así como la Mente y la Materia- tienen algo en común, y no son tan incompatibles como
suponíamos, sino que son como los dos extremos de un mismo termómetro: el
extremo “caliente” y el extremo “frío”. O mejor aún, son los dos extremos de un
“espectro de órdenes” similar al espectro de las ondas electromagnéticas. Sólo
que, en vez de depender su graduación –como en este último- sólo de las
frecuencias, o sea de las Energías, (quizás
más intensas y diferenciadas en la Mente-Cosmos
y menos en la Materia-Caos) dependen
también de la producción de Entropía.
Es decir, que sus lugares en el espectro dependen de cómo las dinámicas que les
son propias procesen la Información, haciendo
variar así su grado de predictibilidad a medida que van completando o madurando
sus posibilidades de evolución dinámica hasta llegar a un estado final.
El Reloj Químico
Existen sistemas como el llamado “reloj químico” (basado en la reacción química de
Belusov-Zhabotinsky, conocida desde 1960) que pasa muchas veces del caos al orden, y del orden vuelve al caos,
repitiendo cíclicamente –como un “reloj”- este notable comportamiento. Se
puede apreciar “la auto-organización”
que va sucediendo en este sistema por la vivacidad de los colores que van
siendo producidos por la serie de reacciones químicas encadenadas. Uno comienza
observando la composición gradual de un
orden lleno de hermosos colores, y luego de un ratito, el “bello y colorido
orden” del sistema comienza a modificarse, hasta
disgregarse en un caos monótono y homogéneo. Y después de otro ratito, comienza a resurgir nuevamente el orden a
colores, aunque no es exactamente igual al primero. Y así sucesivamente,
durante una cantidad (limitada) de ciclos.
Las nuevas “experiencias” de científicos, sabios y gente espiritual del siglo XXI
6) Consideremos las “experiencias akáshicas” mencionadas
por el Dr. en Filosofía de la Ciencia –entre otros muchos títulos y notables
cualidades, autor de 83 libros traducidos a 23 idiomas- Ervin Laszlo. Él ha reunido
las experiencias profesionales, psíquicas y espirituales, así como también las
opiniones de muchas autoridades mundiales en campos como la física, la
filosofía, la psiquiatría, la antropología, etc. Muestra con claridad magistral
la existencia de “un campo de memoria cósmica” –llamado los ‘Registros
Akáshicos’ en la antigua India- en el que se aloja toda la información
universal. Es el contenido del “Espacio” (que es el significado de ‘akasha’ en
sánscrito) que nos vincula y conecta a todos en una Unidad espiritual. Los entrevistados por él afirman que les fue
posible acceder a una parte de ese campo, y cuentan sus experiencias de vida
(no nos ofrecen meras teorías intelectuales, aunque personalmente puedan ellos ser
intelectuales), así como las notables consecuencias que les dejaron. [Ahora
lo expresaré ‘al modo mío’] Dichas experiencias, demuestran la enseñanza
cuántica de que la Materia o la
Naturaleza “Físis” (cuya letra inicial Φ en griego, se usa en física
cuántica para los campos de materia) es
inseparable de la Información contenida en la Psique o “Psijé” (cuya letra
inicial ψ en griego, se
usa en física cuántica para los estados y la información que guía a los campos
de materia).
7) El autor Gregg Braden, que desde hace varios años se dedica a conectar la Ciencia (su
campo ha sido la Geología y la Computación, aunque ha leído sobre muchos temas)
con la Espiritualidad, tema sobre el que
escribió varios libros. También ha viajado por casi todo el mundo,
aprendiendo y relacionando la sabiduría antigua con la contemporánea. Él se
refiere al campo akáshico como “La Matriz Divina”, un campo de energía que
conecta todas las cosas, y del que todo en el Cosmos surge. “Es el puente entre
las creaciones de nuestro mundo interior y nuestro mundo exterior”. “Esta Matriz de toda la Materia es una Mente
Inteligente y Consciente”.
8) El psiquiatra ‘transpersonal’ Stanislav Grof, autor de
tantos libros y estudios sobre este tema, y creador de la famosa ‘respiración
holotrópica’, se ha dedicado durante
mucho tiempo a investigar los Estados Alterados de Conciencia (EAC’s) en sí
mismo y en otros, y se ha convencido de que la Conciencia no es algo
‘secundario o derivado’ de la materia, sin que es algo primario, que es ‘por sí
misma’.
9) Las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM’s), en
particular la del neurocirujano norteamericano Eben Alexander (que fue 15 años
Profesor en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard), quien pasó
por una ‘experiencia consciente fuera del cerebro’ durante el coma profundo de
una semana producido por una grave meningitis bacteriana. Él confiesa haber pensado antes de su ECM que la conciencia –por lo
menos la humana- sólo existe en relación al cerebro, el cual es su
‘fabricante’, y declara que luego de experimentar por sí mismo esa “ultra-realidad”
–como la describió- con su cerebro anulado por la meningitis, tuvo que cambiar su
parecer respecto al origen de la Conciencia. (Los invitamos a escuchar su
propio testimonio en el valioso reportaje que le hizo Andrés Oppenheimer para
CNN en español, aquí en nuestro blog).
10) El testimonio viviente de Krishnamurti. Él ha dejado
en claro que la conciencia cerebral es
muy limitada y, además, está condicionada o contaminada. Por eso, los tremendos
problemas de la humanidad, que provienen –en su totalidad- del pensamiento
(basado en la actividad cerebral), jamás podrán ser resueltos por éste, que
sólo les cambiará de forma. El futuro de la humanidad mejorará solamente si nos
damos cuenta con todo nuestro ser –y no sólo intelectualmente”- cómo estamos condicionados
y esclavizados por nuestra conciencia cerebral. Entonces, decía, el cerebro se
calmaría y en su estado pasivo, habría espacio y silencio para contactar con lo
que se halla “más allá del pensamiento”: una “Mente” incontaminada, universal,
inteligente y compasiva, con otro tipo completamente diferente de Conciencia. (Ver el libro, o mejor aún, las
dos partes del YouTube’s “El Futuro de la Humanidad”, diálogo de Krishnamurti
con David Bohm).
Los antiguos aportes de la Sabiduría de Oriente
Considerando lo anterior, estamos ahora en mejores
condiciones de comprender los grandes aportes que el Oriente ha brindado a la
humanidad –ininterrumpidamente desde hace milenios-. En efecto, muchos de sus sabios antiguos y
modernos, han examinado (e incluso
habrían investigado “experiencialmente”, según sus relatos) las relaciones entre la conciencia y la materia en cada condición
de la existencia en que esa diferenciación (o dualidad, como la de
onda-corpúsculo de la cuántica, o el Yin-Yang) se presenta. Y ellos han
afirmado siempre lo que las últimas conclusiones de Occidente han mostrado, y hoy
somos testigos de la confirmación de su ancestral sabiduría.
Es conocido que el esoterismo (hindú y universal) sostiene
una “cosmovisión septenaria”. Según ésta, habría Siete Principios tanto en el Hombre como en el Universo, y
también, Siete Centros de Energía (Chakras) en cada vehículo de
conciencia del Alma, cada uno con sus cualidades características, etc. De ahí, toda la proliferación de septenarios en todos los símbolos y arquetipos
religiosos: Los 7 Días del Génesis, los 7 colores del espectro de la luz
blanca, las 7 notas musicales, los 7 Espíritus ante el Trono del Apocalipsis,
los 7 caballos que tiran del carro solar en el Rig Veda, etc.
Restringiéndonos a considerar sólo la condición humana y
sus potencialidades, (alcanzables
sólo al completar la total “liberación espiritual”: Moksha, Nirvana, etc.),
habría Siete Estados posibles.
Mejor dicho, según aclaró el sabio brahmín y teósofo T. Subba Row (contemporáneo
de la Sra. Helena P. Blavatsky, y cuyos “conocimientos esotéricos” eran muy
apreciados por ella), habría Seis
Estados de Conciencia, ya que el “Séptimo” sería una “Inconciencia”
imposible de concebir mentalmente, pero que, sin embargo, constituiría “el Germen o la Raíz” de los otros Seis.
Esto se ve
reflejado en la Música. En efecto, si bien hay 7 Notas (Do, Re, Mi, Fa,
Sol, La, Si) en cada Octava, sin embargo, sólo existen 6 Tonos de diferencia
entre ellas ya que si bien hay un Tono entre el Do y el Re, el Re y el Mi, el
Fa y el Sol y el Sol y el Si, hay sólo un Semitono entre el Mi y el Fa, así
como entre el Si y el Do de la siguiente Octava.
Por lo tanto,
habría Seis Estados diferentes de Percepción del Universo, conocidos
como Planos cada uno con diferente cualidad de Conciencia
y Materialidad, y un Séptimo “nivel o
dimensión” que no es, en rigor, ni de Conciencia ni de Materia, sino “un
Rayo de la Absolutividad” (del Tao). Aunque, según dicen los más grandes
Sabios, así como ocurre con los ciclos menores que yacen dentro de Ciclos Mayores,
siempre hemos de tener presente que se trata de “septenarios anidados” unos
dentro de otros: los 7 planos del sistema solar son los siete Subplanos de 7
Planos Cósmicos y así siguiendo, ‘hasta que la mente vacila y queda exhausta’.
Pasa como con las inimaginables cifras numéricas astronómicas.
Así pues, ¿Cómo terminaría nuestra investigación de la pregunta formulada en el título?
1) La Conciencia y la Materia constituyen una dualidad inseparable y por
ende ninguna es “secundaria” respecto de la otra. Ninguna ‘sale’ de la otra
como ‘producto emergente’.
2) Son como el vapor de agua y el hielo: ambos son H2O pero
en diferente densidad. Como dice H. P. Blavatsky en su libro “La Doctrina
Secreta”: “El Espíritu es materia en un plano superior, y la Materia es
espíritu en un plano inferior”. Pero no hay Uno sin la Otra, y viceversa. Son
como los dos polos inseparables de un imán (no hay ‘cargas magnéticas’ separadas,
como hay sí ‘cargas eléctricas’).
3) Esta dualidad existe en 7 niveles (Planos, chakras, etc.) diferentes,
desde la conciencia física hasta la Inconsciencia original.
4) El 7mo nivel es ‘especial’: constituye la “fuente originaria”,
necesariamente Inconsciente, tanto de la Conciencia como de la Materia.
5) De la conciencia física cerebral puede decirse, en cierto sentido,
que ‘emerge’ de la materia gris cerebral.
6) Pero existen tipos “diferentes” –más que alterados- de conciencia –
correlativos a la materia más sutil que no están tan condicionados como la que
se asienta en la triple estructura de nuestros cerebros: el neocórtex, el
cerebro límbico y el paleocórtex.
Por ejemplo, según el Plano de que se trate, hay estados de conciencia
sin ‘un centro’ o sentido de “yo”, o donde ‘no se notan separaciones entre uno
mismo y otros’. Es como la luminosidad que percibimos en una sala con varias
fuentes de luz encendidas, donde sólo vemos una luz, no varias luces diferentes
entrecruzadas. Conciencia de una profunda sensación de ‘unidad amorosa’ con
todo, de una paz maravillosa, sin la experiencia de una separación entre un “adentro” y un “afuera”, sin ningún tipo de
miedos, sin una acumulación de memoria psicológica, etc.
7) En realidad la Conciencia y la Materia son como la trama y urdimbre
de ‘la Tela con la que están tejidos los Mundos’, y durante los periódicos Ciclos
de Manifestación, ambas van descendiendo (en el ‘arco involutivo’ del ciclo) desde
los Planos más “paradisíacos” hacia una mayor insensibilidad y rudeza en el
Plano Físico (piénsese en las rocas, las montañas, los extremos climáticos de
frío o de calor, los tornados, etc.), y luego van re-ascendiendo (en el ‘arco
evolutivo’) hacia la ‘Gloria radiante’ –así es descripta la sutil “Materia” correspondiente-
del Espíritu (o la “Conciencia” en la Paz más plena) en el Plano Monádico. Para
finalmente, al cerrarse el ciclo, quedar ambas sumidas en un Hálito
Indescriptible en el Plano Ádico (el 7mo comenzando a contar desde el Físico).
Me encantó el artículo. Me estimula para hacer muchas vinculaciones con lo que se ha encontrado en el campo de la Psicología. También aquí se habla de 'Observador Participante' y que el 'Observador modifica lo Observado'. Por otro lado, en relación al vínculo entre Conciencia y Materia, Jung se pregunta dónde empieza y dónde termina la Psique, y llega a una conclusión análoga a la de la Teoría del Caos y la Filosofía Oriental: No existe una diferenciación absoluta entre 'adentro y afuera' (ésta es la base del fenómeno de Sincronicidad), por lo tanto, todo el Universo es Psíquico, o la psíquico se extiende desde la misma base material hasta alcanzar los confines del Espíritu. Por lo tanto, desde esta perspectiva psicológica, es impensable un cambio de conciencia sin un cambio material (alquimia).
ResponderEliminarMuchas gracias, Adolfo, nos das mucho material importante, valioso de reflexión.
A mi para pintarr!!caos y orden cosmos y caos
EliminarABRAZO!!