lunes, 11 de marzo de 2019

TAROT (Parte 1)



INTRODUCCIÓN AL TAROT
Dr. Adolfo Ramón Ordóñez

En esta primera Parte, los introduciremos en los 22 “Arcanos Mayores”, que son sólo una parte de los 78 naipes de la baraja del Tarot. También hay 56 “Arcanos Menores” (los 10 Números de Basto, los 10 de Espadas, los 10 de Copas y los 10 de Oros; y las 16 “Cartas de la Corte”: los 4 Reyes, las 4 Reinas, los 4 Caballeros y los 4 Pajes, de los cuatro palos).

¿Qué es el TAROT? Se trata de una ‘sistematización simbólica’ de Arquetipos que nos pueden permitir comprender –o, al menos ‘ir vislumbrando’- los grandes Misterios y posibilidades de la Vida humana. Los Arcanos Mayores trasuntan nada menos que los diferentes niveles, crisis, estados y facetas tanto de la esencia como de la personalidad de los seres humanos a medida que vamos viviendo y recorriendo nuestro destino (que es como un ‘juego interactivo’, con cierto grado –mayor o menor- de libertad, pero ni completamente fijo, ni totalmente abierto a todo).

Según los datos históricos ‘oficiales’, no mucho después de que aparecieran en Europa las primeras referencias escritas acerca de ‘los naipes’, al comenzar el Renacimiento en Italia (en el siglo XV), un artista llamado Bonifacio Bembo pintó para la familia Visconti de Milán, un mazo de cartas sin títulos ni números, llamados los Tarocchi: con cuatro palos formado cada uno por 14 cartas, más 22 cartas adicionales que mostraban una especie de catálogo de diferentes escenas ‘típicas’, y que más tarde fueron llamadas triomffi, en castellano, ‘triunfos’.

En los siglos posteriores, el Tarot fue asimilado ‘como un juego de azar’, y su sentido profundo solía pasar desapercibido. Hasta que, en el siglo XVIII, el pastor protestante y francmasón Court de Gébelin (1728-1784), en el octavo volumen de su enciclopedia Monde Primitif (1781) atribuyó al Tarot características esotéricas y lo declaró proveniente del Libro de Toth egipcio, y publicó un mazo del que hoy conocemos como “Tarot de Marsella”.

Posteriormente comenzaron a aparecer ‘tarots’ egipcios, alquímicos, cabalísticos, rosacruces, astrológicos, masónicos, mitológicos, etc.
Como es natural, esos nuevos naipes de Tarot fueron apareciendo con imágenes diferentes, y algunos cambios en los números que les asignaban. Por ejemplo, el Tarot de Arthur Edward Waite, conocido estudioso y practicante de esoterismo, que trabajó con la artista Pamela Colman Smith. Hoy se lo suele designar como ‘mazo o Tarot Rider’ (por el nombre del editor inglés) y apareció en 1910.

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Los 22 Arcanos Mayores del Tarot de Waite-Colman Smith

A pesar de esta información, la Tradición Esotérica nos dice que los Arquetipos (no sus imágenes concretas) del Tarot  nos han llegado de una fuente ‘prediluviana’ (lo que significa que nos fue legada desde una época tan antigua, que la Atlántida aún no se había hundido bajo las aguas). Sin embargo, a nosotros, etimológicamente, la palabra ‘Tarot’ parece habernos llegado de Egipto: Tar = camino, y Ro = real. Es “el Camino Real”, con el que la Diosa egipcia de la Iniciación, “Ator”, transmitía sus enseñanzas esotéricas, sus “arcanos”. Se supone que desde Egipto pasó a Grecia, y también a la Kabaláh Judía -vía Moisés, quien según la Biblia, fue criado como un príncipe egipcio, y por ende, tuvo que haber sido Iniciado en las Escuelas de Misterios de Egipto-. De ahí los Rollos (o Rota, Rueda) de su Torá (así como la palabra ‘baraja’ viene del hebreo: ‘berajá’ o bendición). En todo caso, es muy clara la conexión entre:

·         las 22 letras del alfabeto hebreo, asignadas por los cabalistas a los
·         22 “Senderos del Árbol de la Vida”, que conectan a las 10 Sefirot
·         con los 22 Arcanos Mayores.

Esto habrá de ser abordado en otras Partes subsiguientes.

Podríamos hacer una analogía entre la Tierra y la Galaxia, con la Psique individual y la Psique colectiva, veamos: Así como estamos parados sobre un planeta del sistema solar, relacionado con múltiples constelaciones (que los astrónomos han dividido –arbitrariamente- en 88 en la esférica ‘bóveda celeste’ que nos es perceptible) que se hallan dentro de nuestra galaxia llamada la “Vía Láctea”, y dentro de esas 88 estamos especialmente ‘conectados’ con las 12 del zodíaco. Del mismo modo, nuestra psique se halla inmersa en una ‘constelación familiar”, dentro de una “psique nacional”, inmersa en la “psique colectiva” humana y mundial, la cual está incluida en una Psique o Alma Universal. Por lo tanto, así como contemplamos la luz que nos llega de los innumerables astros del Universo físico, también hemos de percibir las “energías cualificadas” que nos alcanzan de todas las zonas del “Psiqueverso”, las cuales -al entrelazarse-, hacen de nosotros lo que somos, un pequeño ‘paquete de ondas’ dentro de los Inmensos Oleajes del Gran Océano Cósmico. Es el Inconsciente Colectivo de Jung, poblado por múltiples Arquetipos, entre los cuales están los 22 “Arcanos Mayores” del Tarot. Como se imaginarán, estas consideraciones ya nos preparan para entender las íntimas relaciones que existen entre el Tarot y la Astrología.  Además, digamos que éstas no se originaron en el siglo XIX con la Orden Hermética inglesa de la Aurora Dorada (“The Golden Dawn”), como sostienen algunos, sino que es antiquísima, ya que se halla implícita, por ejemplo, en las asignaciones astrológicas de cada una de las 22 letras hebreas en el cabalístico “Libro de la Formación” (Séfer Ietziráh). E incluso en el Mahabárata del Hinduísmo, los Prajapatis son 3x7 = 21 = 10+6+5, los números de los dos Tetragramas judíos (AHIH y IHVH). Pero, naturalmente, explicar esto requiere de otros conocimientos adicionales y más avanzados.

En realidad, considero que sería muy importante –y desconozco que alguien lo ha intentado hasta ahora- relacionar a los Arcanos Mayores del Tarot con las enseñanzas psico-espirituales basadas en el Eneagrama y los ‘eneatipos’ (de los que nos transmitieron Gurdjieff, Ichazo, Naranjo, Almaas, etc). En efecto, los 22 Arcanos se componen de ‘El Loco’, y otros 21 Arcanos que se dividen en tres grupos septenarios:

1)      El primer grupo, formado por ‘La Suma Sacerdotisa’, ‘El Mago’, ‘La Emperatriz’, ‘El Sumo Sacerdote’, ‘El Emperador’, ‘Los Enamorados’ y ‘El Carro’, describe el despertar y comienzo del ‘despliegue’ de nuestra ‘esencia’ en la niñez, y su tipología (según la ‘resonancia’ que tenga cada uno de estos arquetipos en nosotros).
2)      El segundo grupo, está constituido por ‘La Fuerza’, ‘El Ermitaño’, ‘La Rueda de la Fortuna’, ‘La Justicia’, ‘El Colgado’, ‘La Muerte’ y ‘La Templanza’, nos muestra la crisis madurativa que supone la formación de nuestro tipo de ‘personalidad’, con sus características específicas. Inicialmente esto presupone una ‘opacidad’ que oculta y frena el ulterior despliegue de la esencia.
3)      El tercer grupo, lo configuran ‘El Diablo’, ‘La Torre’, ‘La Estrella’, ‘La Luna’, ‘El Sol’, ‘El Juicio’ y ‘El Mundo’. Indica la posibilidad de apertura hacia el nivel ‘transpersonal’, que puede llevarnos desde una clarificación psicoanalítica hasta un grado más o menos avanzado de ‘alquimia psicológica’ (en nuestro ‘proceso de individuación’, diría Jung), o a una verdadera Iniciación, cuando la esencia complete su despliegue a través de la personalidad que de ‘opaca’, se ha vuelto ‘traslúcida’ a nuestra verdadera esencia.

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El Loco y los tres grupos septenarios en el Tarot de Marsella
En el curso de sus primeros acercamientos a los Arcanos Mayores, ustedes mismos podrán apreciar asombrados cómo se auto-presentan en nuestra imaginación, sueños, sincronicidades (en el sentido de Jung) y meditaciones –las cuáles podemos proponerles, junto con un adecuado ‘sistema de protección psíquica’-. Porque, en efecto, estos ‘psico-astros’ de nuestro ‘Psicoverso’, y su notable y fantástica ‘autonomía’ dinámica respecto de nuestro ‘ego’, pueden sernos muy útiles, pero también involucran ciertos riesgos psicológicos (por ejemplo, de ‘obsesión’ a nuestra persona desde los arquetipos y fuerzas del inconsciente colectivo) que debemos conocer. Sin embargo, con un poco de práctica ‘prudente y segura’, podrán aprender a realizar -por ustedes mismos- la hermenéutica que les posibilitará ir decodificando el simbolismo de sus primeras ‘tiradas’ de los Arcanos Mayores en su vida. Esto les proporcionará un ‘camino real’ capaz de brindarles una valiosísima ayuda para el conocimiento propio, y para decidir sus elecciones de vida con una gran armonía entre lo que piensan y lo que sienten en lo profundo, entre lo que para ustedes es consciente, y lo que es inconsciente (movilizado y trasmitido proyectivamente por las ‘tiradas’ de los naipes).

Además, corregiremos los números de los Arcanos, distorsionados por el error  generalizado de asignar al ‘Loco’ el número cero. En efecto, el Cero es el elemento neutro de la suma de los números enteros (pues sumar 0 no cambia el valor resultante), es ‘la anulación (o la aniquilación) de todos los opuestos’ [1+ (-1) = 1-1 = 2+ (-2) = 2-2 = … = 0], el color negro y lo Absoluto. Pero ‘El Loco’ es “uno mismo”, somos nosotros mismos en esencia, y siempre se le ha asignado la letra Álef, cuyo valor numérico es uno (no cero). Y el número Uno, es el elemento neutro de la multiplicación de los enteros (porque multiplicar por 1 no altera el producto), es ‘la integración de todas las multiplicidades’ [1x1-1 = 1x1/1 = 1:1 = 2x2-1 = 2x1/2 = 2:2 = … = 1], el color blanco, como la luz blanca es la integración de todos los colores del arco iris. Por otro lado, es erróneo asignar el número uno al Mago. Por ejemplo, Pitágoras, el gran conocedor de la Sabiduría Numérica (o “Aritmosofía”), sostenía que el Uno no es un número (pues no está compuesto por una ‘multiplicidad’, sino que es ‘la fuente de todos los otros números’, ya que 2 = 1+1, 3 =1+1+1, etc.), y que el primer número impar y ‘masculino’ era el 3, así como el primer número par y ‘femenino’ era el 2. Por eso asignaban como número del matrimonio de un ‘femenino’ con un ‘masculino’ al cinco: 5 = 2 + 3.

            Haremos uso de la enorme ventaja de conocer las asignaciones de las letras hebreas a los Senderos del Árbol de la Vida del mayor cabalista de todos los tiempos: el Rabí Itzják Lúria (1534-1572), así como de la información del Séfer Ietziráh. De este modo, el valor numérico de cada Arcano coincide con el de su letra hebrea correspondiente, y así el simbolismo numérico se vuelve mucho más correcto, sugerente y coherente.

Para finalizar, queremos expresar nuestro convencimiento de que el Tarot es una síntesis magistral de todo lo más básico del Esoterismo Universal. Y como todos los Arcanos Menores están en los juegos de naipes (incluyendo los Cuatro Mundos de diez Sefirot cada uno, y las Cuatro Letras del Sagrado Tetragrama de la Kabaláh) esa parte básica del Tarot, siempre estuvo a salvo de la quema de libros ocurridas en las oscuras épocas de los ‘rebrotes’ del fanatismo religioso. ¿Quién iba a quemar por herético a un simple juego de naipes? ¡Sin embargo, para los que sabían meditar, los Arcanos Mayores, que en los niveles espirituales, siempre ‘rondan cerca’ de los Arcanos Menores, todo estaba concentrado sintéticamente ahí!

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