Dr. Adolfo R. Ordóñez
En la Kabaláh ‘Dios’ es considerado como
una Esencia Incognoscible (Atzmut
Haneelam) que tiene la posibilidad de autoexpresión tanto como una Voluntad
Infinita (Ein Sof), como una Voluntad
Finita –ocultando su Infinitud- en
los diferentes grados y Mundos del Adam
Kadmón y las Sefirot. De dicha
Esencia Inescrutable irradia (en un metafísico ‘Big Bang’) la Luz Divina –también
Infinita y Finita- que da origen y nacimiento al Cosmos, tanto al Ideal como al
sensible, y a todos los Seres y Energías Vivientes (o ‘Constelaciones’) que en
él moran (o moraron, o morarán). Estas últimas son consideradas como
‘Instrumentos’ para las operaciones ‘omni-entrelazadas’ (o las
‘omni-sincronicidades’ que todo lo conectan) de la Única y Absoluta Deidad. De
otro modo, se trataría de una ‘idolatría’ para los cabalistas. Admiten a la
Astrología, pero no concebida como una ‘Astrolatría’.
La Kabaláh nos dice que ‘al principio’
sólo estaba la Luz Infinita (el Or Ein
Sof) cuya Plenitud todo lo llenaba. Entonces, la Divina Voluntad produjo un
Gran Repliegue sobre Sí Misma, un Auto-Ocultamiento
divino (Tzimtzum), que posibilitó la
aparición de un ‘Espacio-Lugar’ vacío –digamos una Gran Esfera Oscura en la que
la Luz Infinita se ha ocultado- donde brotarán a la existencia todos los Mundos
de diversos ‘grados de finitud’. Es como un Gran Maestro que ‘repliega Su Saber’,
a fin de transmitir una enseñanza voluntariamente limitada a lo que sus alumnos
puedan asimilar. Dicha ‘Enseñanza de Vida’ se transmite vía un Rayo (o Kav) de Luz Finita y con diferentes ‘medidas’
según las distintas capacidades de recepción de los ‘alumnos'. Se forma así por
la acción del Rayo de Luz reincidente (pero limitada y finita) en el Espacio Primordial
dejado por el Tzimtzum (u Ocultamiento),
la Primera Imagen Divina, el ‘Gran Hombre Primordial’, el Adam Kadmón, que es el Logos
de Filón.
Las ‘Constelaciones’ (zodiacales o no)
–pero con la salvedad antes hecha- son las ‘Potencias’ Mayores o menores, los Lógoi de Filón.
Ahora bien, resta aclarar por qué dijo que
hay Cinco ‘Potencias Mayores’ a partir de la Kabaláh, de la cual era un
evidente entendido. Para decirlo en pocas palabras: ¡Son las Cinco Severidades del ‘Anciano de los Días’ (Atík Iomín), el
aspecto más profundo de la Sefirá ‘Corona’ (Kéter)! ¿Recibimos de Dios sólo
‘Severidades’, y no ‘Bondades misericordiosas’? Trataremos de explicar cómo
responde la Kabaláh a esta incómoda y paradójica situación.
Según el Judaísmo (y todas las Tradiciones
Esotéricas) el tiempo mundanal no es ‘lineal’, sino que transcurre ‘circular’ o
cíclicamente. Ello significa que la Energía Vital (Jaiut) no fluye como un río continuo y rectilíneo, sino que se
distribuye ‘discontinuamente’, en gigantescos ‘cuántos’ (o ‘dosis’) uno para
cada período o ciclo (por ejemplo, anual). Cada uno de estos ‘cuántos’
desciende al mundo al comienzo de un ciclo, y se va descargando poco a poco hasta
agotarse; luego comienza otro ciclo con una nueva provisión energética, para
ser distribuida según el Poder Directivo de Justicia (Hanagat haMishpat) de la Divinidad (o sea, según la ‘Ley del
Karma’, como le acostumbra llamar cada vez más gente). ¿Ahora bien, cómo es que
ocurre la llegada de la nueva Energía Viviente para cada ciclo? Según los cabalistas -y restringiéndonos a
considerar lo que mejor conocemos, los ciclos anuales de nuestro mundo-, ello sucede
en Diez Días (del calendario hebreo,
que es luni-solar) de una importancia
trascendental: son los días entre cada ‘Cabeza de Año’ y el siguiente ‘Día
del Perdón’ (Rosh haShaná - Iom Kipur).
Nótese que no se dice ‘Comienzo del
Año’ (Tejilat haShaná), sino ‘Cabeza del Año’. Esa expresión se debe a
la existencia de una notable y muy instructiva analogía ‘Tiempo-Alma’ entre la
forma en que la energía llega al nuevo año, con el modo en que la vitalidad del
Alma desciende desde el centro ‘corona-rio’, ubicado sobre la cabeza, hasta diseminarse por todo el cuerpo. Es sabido
que el Día del Perdón, Iom Kipur, rememora
al sexto día donde fue creado Adán, el
primer hombre, y cuando bíblicamente se produjo su primera ‘transgresión’, y su
ulterior ‘Perdón divino’.
De hecho, en todas las Tradiciones
Sagradas de la humanidad, se ha considerado que esto se halla representado en una Sabiduría ya contenida en los
aspectos ‘cualitativos’ de los Números –enteros y positivos-: el Uno (o el
Diez, que es otra ‘octava’ superior –para decirlo ‘musicalmente’- del Uno)
contiene en sí mismo a la Totalidad o ‘multiplicidad’ que se despliega en los
otros Números, desde el Dos (o Veinte, Doscientos, etc.) hasta el Nueve (o
Noventa, Novecientos, etc.). Esta ‘Aritmosofía’ se ve claramente en las
enseñanzas de la Escuela Pitagórica, en la de los Arcanos Menores del Tarot,
etc. El Número ‘Uno’ en hebreo se representa por la letra Álef (א),
que corresponde a la Sefiráh de Kéter, la Corona, y el Diez corresponde
a la Sefiráh de Maljut, el Reinado. Para mencionar otra forma parecida de
‘sintetizar las energías de los doce meses anuales’ –aunque menos esotérica,
por la casi total ignorancia de su existencia, y la pérdida de su sentido entre
los cristianos, y la consecuente pérdida de su eficacia simbólica-. Ésta es de
tipo duodecimal (12) y sigue el calendario cristiano, que es únicamente solar: son
los Doce Días entre la Navidad y el Día de los Tres Reyes Magos, que traen sus ‘regalos’ para todos los ‘niños’ en el sexto día [otra similitud con el 'Día del Perdón', el último de los Diez Días de 'recarga energética' (o 'sintetizadores') del año nuevo judío, en vez del último de los Doce Días de 'recarga energética' (o 'sintetizadores') de los Doce Meses del año nuevo cristiano].
Volviendo a la Kabaláh, tenemos que añadir
que luego del Adam Kadmón surgen
cuatro Mundos: 1) el Mundo de la
Emanación (Olám haAtzilut) que es
inseparable del Adam Kadmón o Primera
Imagen de Dios (como el brillo del diamante es inseparable de éste); y luego
siguen otros tres Mundos que son como
un ‘ropaje’ de Dios, y no sólo no evidencian la unión con Él, sino que
distorsionan o ‘tapan’ la percepción de Dios: 2) el Mundo de la Creación (Olám haBriáh) de las almas y los ángeles superiores; 3) el Mundo de
la Formación (Olám haIetziráh) de los
restantes ángeles; y 4) el Mundo de la Acción (Olám haAsiáh) que, mediante una ‘Creación de la Nada’ de la
Sustancia Primordial (hiulí o el hilé griego), [ver otro artículo de este
mismo blog] por parte de la Voluntad Divina, y de Su operación -siguiendo la
base formal-ideativa provista por el Adam Kadmón y los cuatro mundos antes
mencionados- sobre el hiulí, se
condensan en el mundo material que percibimos. Los ‘tres mundos inferiores’
existen para que sea posible desarrollar un sentido de ‘yo’, una existencia
‘propia’ y que se sienta independiente de Dios. (Eso no significa que de verdad
lo sea, ni mucho menos ‘oponerse al Propósito o a la Voluntad Divina’, para lo cual hacen falta
las ‘cáscaras’ o Kelipot, de las
cuales nos hemos ocupado en otros artículos de este blog).
En relación a las Energías Vitales
entrantes en cada año, tenemos que decir que ellas se van acumulando durante
los diez días entre Rosh haShaná - Iom
Kipur en la décima Sefiráh de Maljút del Mundo de Atzilut. Como el Árbol de la Vida cabalístico con sus diez Sefirot es holográfico, hay una Maljút en Iesód (de la cual emana una Iesod
en Maljut),…, hasta una Maljút en Kéter (de la cual irradia un Kéter
en Maljut). Así, desde Rosh haShanáh hasta Iom Kipur, la Maljut del
Mundo de Atzilut se va llenando con
las diez diferentes energías sefirotales que, en última instancia, provinieron
desde Kéter de Atzilut. La primera noche de Rosh
Hashaná, al término de las oraciones, se acostumbra a saludar diciendo –además
de “leshaná tová”- que incluso se puede
desear a los amigos en los días anteriores, “que seas inscripto y sellado”, en
hebreo: “ticatev vetejatem” (para un
buen año). Más aún, durante el
momento más solemne de Iom Kipur, en
la Neilá (plegaria que significa ‘cierre’,
pues se recita al final de Iom Kipur) descienden sobre Maljút las Cinco Severidades
del ‘Anciano de los Días’, y son ellas
las que ‘sellan’ el destino ‘kármico’ del año para cada uno. Y luego, esta Sefiráh de Maljút (que se dice ‘la
Madre de toda la vida’, Em kol jái)
hace que esas energías vayan descendiendo por los tres mundos inferiores a medida
que transcurre el año, brindando así todas las ‘riquezas’ (en salud, hijos, trabajo,
dinero, etc.) correspondientes. Hemos
de aclarar que este ‘sellado’ en la Neilá
no determina completa y definitivamente el destino anual personal. También
depende del comportamiento personal ulterior.
Para que se entienda mejor: El ‘sellado’ es como si a alguien le depositaran
una suma de dinero en una cuenta bancaria, lo cual, por sí mismo, no le asegura
que reciba efectivamente esa plata, pues podría ocurrir que esa persona no vaya
en su búsqueda, o que vaya, pero sin su documento de identidad, o fuera del
horario de atención del banco, etc.
Dice la Kabaláh que en el mes de Elul, el anterior al fin de año judío,
es como si Dios fuera un Rey que pasea por el Campo, y se deja observar por
cada campesino que pasa a su lado. Pero desde Rosh haShaná hasta Iom Kipur es
como un ‘tiempo solemne’ durante el cual el Rey está adentro de su Palacio, y
ya no se deja ver, ni recibe a cualquiera ante Su Presencia. De hecho, se lo
compara con el tiempo de la ‘Coronación (Keter)
del Rey’ en su ‘Reinado’ (Maljut). Un
verdadero Rey debe ser ‘elegido’ y ‘aceptado’ como tal por su pueblo. Por eso,
en este período, debemos ‘elegir’ (o ‘confirmar’) a Dios como nuestro Rey, para
que reine en nuestra vida, por medio de nuestra teshuváh. Sólo de ese modo despertaremos en Él el atributo de ‘Reinado’,
el más oculto y difícil de evocar.
En nuestra experiencia, cuando está
terminando un año y la energía anual ya se está acabando, ello se siente en
forma de ‘dificultades’ u obstrucciones, que se van rápidamente con la nueva y ‘fresca’
energía entrante para el nuevo año. Y esto no es sólo para los judíos: ¡Conocemos
numerólogos europeos muy apreciados, que en sus cálculos cambian el número del
año común al del año siguiente partir del Rosh
haShaná judío!
Ahora estamos en condiciones de entender
la solución de la paradoja que planteamos al comenzar: Si bien es evidente que Dios
es Bondadoso, y que, obviamente, existen
Cinco Bondades del ‘Anciano de los Días’ (en Kéter del Mundo de Atzilut)
que también contribuyen a la ‘construcción’
cíclica de la Sefiráh ‘Reinado’ (Maljut) del Mundo de la Emanación (Olám haAtzilut). Sin embargo, esas Cinco Bondades son de una naturaleza tal
que -por sí mismas- obrarían de modo general y para todo el universo, y no
estarían destinadas a llegar a cada alma o persona en particular. ¡Para que
ello sea posible es necesaria la acción de las Cinco Severidades del ‘Anciano de los Días’, que separan las Bondades
para que puedan manifestarse ‘individualmente’! Después de todo, el libro del Resplandor o Séfer haZohar nos enseña que en el ‘Anciano de los Días’ no hay un ‘pilar
izquierdo o de la Severidad’ separado del ‘pilar derecho o de la Bondad’ –como pasa
en el Árbol de la Vida a partir de la Sabiduría (Jojmáh) y el Entendimiento (Bináh)-.
Podremos comprender esto mejor haciendo algunas analogías: a) nuestras manos
nos son tan útiles para trabajar o escribir con ellas, gracias a que tenemos cinco dedos separados de nuestras palmas; b)
del mismo modo, la lluvia es tan benéfica porque su enorme masa de agua está dividida en gotas, de otro modo al caer
aplastaría a todo ser viviente sobre la tierra; c) la voz que surge del núcleo
del aliento puede pronunciar a cada letra individualmente, gracias a los ‘cinco órganos fonatorios’: garganta,
paladar, campanilla, lengua y dientes.
Como este año Rosh haShaná cae en el atardecer del 9 / 9 / 18 (¡A prepararse, son
Números muy ‘fuertes’!) desde Nexo Cielo Tierra les deseamos a todos que puedan
hacer un profundo ‘examen de consciencia’ y un balance del año que pasó, que
puedan replantearse y –si es posible- corregir de todo lo que hicieron mal, o
no debieron hacer, o deberían haber hecho pero no hicieron (es decir, que hagan
su teshuváh), y QUE TENGAN UN AÑO
BUENO Y DULCE: “LeShaná Tová Umetucá”.
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