lunes, 10 de octubre de 2016

La Sombra


La Sombra
Patricia  Fernández Acosta de Ordóñez

Introducción
Carl G. Jung descubrió la indisolubilidad del ego y de la sombra, en un sueño que recoge en su autobiografía, “Recuerdos, sueños, pensamientos”:

            “Era de noche y me hallaba en algún lugar desconocido avanzando lenta y penosamente en medio de un poderoso vendaval. La niebla lo cubría todo. Yo sostenía y protegía con las manos una débil lucecilla que amenazaba con apagarse en cualquier momento. Todo parecía depender de que consiguiera mantener viva esa luz.
            De repente, tuve la sensación de que algo me seguía. Entonces giré y descubrí una enorme figura negra que avanzaba tras de mí. A pesar del terror que experimenté, no dejé de ser consciente en todo momento de que debía proteger la luz a través de la noche y la tormenta.
            Cuando desperté me di cuenta de inmediato de que la figura que había visto en suelos era mi sombra, la sombra de mi propio cuerpo iluminado por la luz infinitamente más pequeña y frágil que el poder de las tinieblas, pero, al fin y al cabo, una luz, mi única luz.

“Cada uno de nosotros lleva consigo un “Dr Jekyll y un Mr. Hyde”, una persona afable y una
entidad tenebrosa. Bajo la máscara del Yo consciente se encuentran todo tipo de emociones y conductas negativas: rabia, celos, resentimiento, codicia, lujuria, mentira, tendencias asesinas y suicidas… este territorio inexplorado de nosotros mismos es conocido en psicología como la sombra personal.
Todo el mundo tiene una sombra como contrapartida de su Ego. Una sombra que comienza ya a desarrollarse en la infancia, a través de la educación, cuando negamos la parte oscura de nosotros mismos y finjimos identificarnos con nuestros ideales: una sombra que permanece siempre al acecho y que emerge con fuerza en cualquier momento. Así, por ejemplo, cuando sentimos un inexplicable sentimiento de antipatía hacia alguien, o cuando descubrimos un rasgo de nosotros mismos inaceptable, o cuando repentinamente nos invade el odio, la envidia, la vergüenza."
Encontrar la propia sombra, enfrentarse con ella, aprovechar su poderosa energía, todo ello pertenece a la autorrealización más profunda del ser humano. Ya dijo Jung que "uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz sino haciendo consciente la oscuridad.”

Cómo se va constituyendo la sombra
       Durante el momento inicial del proceso madurativo hay una necesidad de ir configurando y afianzando un centro de conciencia. En la medida que  se van estableciendo identificaciones (de pertenencia, y se van constituyendo hábitos que generan identidad -a menos que estemos muy atentos-, esa suma de identificaciones van determinando un centro anímico que denominamos yo. El mismo tiene raíces emocionales, mentales y neuronales. Al ser material, generará una sombra (al igual que cualquier objeto material).  Irremediablemente, la definición de un yo, con sus identificaciones características conlleva un polo opuesto complementario personal e inconsciente. A modo de metáfora podríamos decir que la relación entre el yo y su sombra es como  la imagen de la Luna con su cara visible, y la cara oculta que nunca nos muestra.
En el devenir psíquico, será imperativo posteriormente, cuando el yo está muy fijado en sí mismo, ir integrando la sombra. El yo debe ser capaz de aceptar como propios, ciertos aspectos de su personalidad que tiene proyectados.

Definiciones acerca de uno mismo del tipo que sigue abajo, generarán una contraparte complementaria que en algún momento habrá que integrar:
·                    “Soy impulsiva, soy impaciente, me gusta sociabilizar y estar con amigos…”
·                    “Soy de carácter fuerte, me molestan las personas tibias e indecisas, me atraen los desafíos…”
·                    “Soy obsesivo por los detalles, me cuesta tomar decisiones porque pienso una y otra vez cuál será la opción más adecuada…”, etc. etc.

Por ejemplo, en el primer caso, tendré que tropezar con la paciencia, y el aprender de la soledad e intimidad. En el segundo, tendré que ver qué me pasa cuando me siento débil frente a determinadas situaciones que no sé cómo manejar, y que temo afrontar. Y en el tercero, qué me pasará cuando reconozca que me expreso de modo impulsivo frente a determinadas circunstancias, o cuando éstas “me apuren” a tomar decisiones rápidas. ¿Se entiende?
La sombra se va constituyendo pari pasu con la definición del ego. 
a) Será más fuerte cuanto más estrecha y estricta sea la educación. Si la moral es muy rígida, esto
contribuirá a una disociación mayor con lo que queda a oscuras. Esto no implica de ningún modo no transmitir valores y el sentido de bien. Hay que transmitir valores y poner límites con firmeza. Al mismo tiempo, esto tiene que ir siempre acompañado con amor y con un sentido de que la naturaleza humana siempre es digna ser en esencia, y que los errores, equivocaciones o minusvalías, se relacionan con la cáscara, con el ropaje, con la cara más externa que rodea a la esencia o núcleo del ser en cada uno de nosotros.
Las figuras de autoridad y los educadores, así como cualquier  persona que sea influyente en nuestra formación como seres humanos (padres, maestros, hermanos mayores, sacerdotes, figuras sociales o colectivas relevantes: conductores políticos, líderes, etc.) serán determinantes también en la constitución de la sombra (y del yo).
b) Asimismo la sombra será más fuerte cuanto más orientada esté la educación hacia disvalores narcisistas. Es importante, desde pequeños, estimular al niño hacia la integración con el resto de los humanos (humanismo), la naturaleza (ecología), y un sentido de pertenencia al Universo. Esto  último facilitaría que la constitución del ego sea lo suficientemente flexible como para ir integrando instancias que se encuentre más allá del mismo, y facilitan los necesarios duelos de las falsas identificaciones.

Cómo trabajar con la propia sombra, e ir integrándola
           
“La sombra representa un problema ético que desafía la entera personalidad del yo. (…)… se trata de reconocer como presentes aspectos oscuros de la personalidad. Este acto es el fundamento indispensable de todo conocimiento de sí, y consiguientemente encuentra resistencia considerable. (…)… constituye un proceso laborioso que puede llevar largo tiempo[2].
“Una investigación más precisa acerca de los rasgos de carácter oscuros, o minusvalías, que constituyen la sombra, muestra que tiene naturaleza emocional y cierta autonomía, y por consiguiente son del tipo de la obsesión, o mejor de la posesión. (…)… la emoción (…) es un suceso que uno le sobreviene[3]. Lo emocional ocurre en general, en momentos de mínima adaptación, y pone a la vez de manifiesto la base de adaptación disminuida, o sea, la presencia de una cierta minusvalía[4], y la presencia de cierto nivel inferior de la personalidad. En este plano más profundo, con las emociones  poco o nada sujetas a control, uno se comporta primitivamente, que carente de voluntad cae como víctima de sus afectos, y tiene una incapacidad notable de juicio moral”.[5]
Estas resistencias están, por lo general, ligadas a proyecciones (…) cuyo reconocimiento significa una empresa moral muy grande”.
            “Con un poco de autocrítica, la sombra es susceptible de hacerse transparente sin dificultad mayor en la medida en que es de naturaleza personal.”  “…Esta mayor transparencia y realizabilidad la diferencia del  ánima /ánimus que está señaladamente más lejos de la conciencia, de modo que en las condiciones usuales rara vez o nunca puede ser objeto de realización.” [6]
Cuando alguien supera esta primera gran crisis vital -el encuentro con la sombra-, se observará externamente con claridad, pues la persona despliega un sentido de tolerancia a las diferencias, un sentimiento de comprensión y compasión frente a límites ajenos, y por sobre todo, sabe, que e 'yo' no controla el devenir de la vida.

“Quisiera destacar, que la integración de la sombra, o sea, la comprensión consciente del inconsciente personal, representa la primera etapa del proceso analítico[7], sin la cual resultará imposible el conocimiento del ánima o del ánimus. La sombra sólo puede ser realizada por medio de una relación de enfrentamiento con otro; y el ánima o el ánimus, sólo puede serlo por medio de la relación con el sexo opuesto [enfrentamiento de las polaridades], pues sólo entonces operan sus proyecciones.”[8]

Entonces, una diferencia importante a considerar, es que la sombra, consiste en un trabajo de integración de adquisiciones de la vida individual que quedaron por fuera de la conciencia. En cambio, cuando abordamos la integración del ánima, del ánimus  o del Selbst, estará involucrado el inconsciente colectivo y estaremos trabajando con arquetipos, “siempre presentes y a priori”.[9]

La sombra y la relación con el entorno
“el proyectante no es el  sujeto consciente, sino el inconsciente. Por lo tanto, uno no hace la
proyección: la encuentra hecha. El resultado de la proyección es el aislamiento del sujeto con respecto a su entorno, porque establece una relación ilusoria con éste.  Las proyecciones transforman al entorno en propio pero desconocido rostro del sujeto.” (…)… Se interpretan a su vez, por proyección como malevolencia del entorno, y por este círculo vicioso crece el aislamiento. Cuantas más proyecciones se insertan entre el sujeto y el entorno, tanto más difícil resulta para el yo ver a través de sus ilusiones. (…) Ese tejido [de proyecciones] termina de hecho en un capullo donde el sujeto queda finalmente encerrado.



La persona 'poseída' por la sombra'Lo más frecuente es proyectar la sombra y tener que integrarla. Sería el caso de las personas que ven
el 'mal afuera', y se desligan de toda responsabilidad con relación a lo que sucede alrededor de ellos (y en ellos). Pero también encontramos casos de identificación con la sombra. Aquí, lo que sucederá es una especie de 'obsesión maléfica', esas personas que percibimos como 'oscuras'. De hecho, el yo queda capturado en el lado oscuro y proyecta lo luminoso. En este caso tampoco se realiza una tarea de integración, y por consiguiente no habrá alquimia anímica. Fenomenológicamente, observaremos aquí a la identificación con Mr Hyde, una degradación progresiva, y el estancamiento del proceso de individuación.



La sombra colectiva
Jung distinguirá entre la 'sombra personal', de la cual expresará que 'susceptible de transparencia y realizabilidad' -según vimos más arriba-, de la 'sombra colectiva'. Esta última involucra al Inconsciente Colectivo (la primera al Inconsciente Personal), por lo tanto,  es una expresión arquetípica con la contundencia de las manifestaciones colectivas, y nos confronta con el 'mal absoluto'. En la historia de la humanidad hubieron momentos de confrontación con la misma: durante el holocausto, las matanzas de Stalin, y cada vez que presenciamos genocidios o matanzas 'abstractas', nos vemos 'cara a cara' con la misma.
De aquí la importancia ética de realizar el trabajo de integración de la sombra personal. Pues cada elaboración anímica individual, resquebraja el espejismo inherente a la trama colectiva.
En un período mundial como el actual, globalizado y con armas nucleares, es imperativo que cada uno de nosotros dispongamos de la libido necesaria -energía vital- para dedicarla al trabajo de desvelamiento de las motivaciones reales que subyacen detrás de nuestros pensamientos, emociones y acciones.




[1] Contratapa del libro, “Encuentro con la Sombra”, de autores varios (Jung y otros). Kairós
[2] Aión”, Cap 2: La Sombra”, pág.23
[3] Jung no se refiere aquí a la emoción como la capacidad o facultad de la sensibilidad, sino a la incapacidad de ser objetivos, la pérdida de la perspectiva y de la observación tranquila.
[4] O “sentimiento de inferioridad”.
[5] OP. Cit.
[6]La Psicología de C. G. Jung”, pág 24.  Jolande Jacobi
[7] Inicio con “conciencia” de proceso de individuación.
[8] “Aión”, Cap 3: La Sicigia: Ánima y Ánim,us, pág. 35.
[9]Aión”, Cap 2: La Sombra”, pág. 22

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