Simbolismo espiritual de las Fases Lunares
Patricia
Fernández Acosta de Ordóñez
Psicóloga,
Ms Psicología Junguiana, Astróloga
Las Fases de la Luna, nos muestran la relación
entre el Sol y la Luna observada desde la Tierra. Estos tres factores implicados,
representan simbólicamente tres aspectos constitutivos de la naturaleza humana
(debido a la analogía fractal de la misma con el sistema solar).

La Luna,
que mirada desde la Tierra se nos aparece con sus distintas fases cambiantes,
naciendo y muriendo cada mes, simboliza
los aspectos transitorios y perecederos de nuestra naturaleza humana, aquello
que constantemente está tornando, modificándose en nosotros: Los pensamientos,
las emociones, el cuerpo físico en continua renovación. Es decir, la Luna está
correlacionada con los tres campos -pensante, emocional
y físico- que se forman, cada vez que
venimos a la existencia, cada vez que
encarnamos o nacemos, y también aquellos que están sujetos a las
modificaciones cíclicas que estudiamos en astrología (por ejemplo, en el ‘Ciclo Sol/Luna'). Considerados como una totalidad funcional,
estos tres campos citados, el pensante, el
emocional y el bío-físico, cuando se entraman y vinculan
constituyendo una organización dinámica, conforman lo que denominamos
‘Personalidad’. Es decir, la Luna - relacionada asimismo con el aspecto sustancia-, simboliza a las Fuerzas de la Personalidad
en su conjunto, con sus distintas facetas, cambios, y corporeidad (en neurociencias hablaríamos del eje 'psico-neuro-inmuno-endocrinológico').
La Tierra,
constituye el punto de observación desde el cual apreciamos las diferentes
fases lunares. Simbólicamente, representa
la mirada de la conciencia encarnada que posibilita la concientización cerebral. Esto nos
permite darnos cuenta de la interacción entre ambos factores -Sol y Luna-, uno trascendente
espiritual, portador del 'propósito- información' del núcleo del ser (simbolizado
en el Sol); y el otro, material, encarnado, corpóreo -la Luna- que puede ser
moldeado, y guiado y sujeto a la posibilidad de renovación, para servir como
expresión del primero ( lo cual no siempre sucede, cuando no se produce un
encuentro alquímico y la relación trina es mecánica y no consciente).

También, en
este baile, como en otros, cada paso es una fase de la danza, y con su
movimiento de acercamientos y alejamientos expresa mensajes, llenos
de sentido. Esto es lo que desarrollaremos más abajo.
Pero en principio me gustaría dejar asentado -antes
de desarrollar el tema- que al igual que sucede en muchas danzas en las cuales
uno de los partenaires oficia de guía y el otro se deja guiar, o expresado de
otro modo, un partenaire es
predominantemente activo y el otro lo acompaña receptivamente; aquí, en esta
danza sucede lo mismo.
En este caso, el Sol, oficia como el factor espiritual-álmico-vital, emisor y guía. Es él quien emitirá los ‘pulsos’ vitales que cualificarán al ciclo mensual lunar.
La Luna, simbolizará a la Personalidad, la ‘Elena’ de los gnósticos, aquélla que debe ser elevada, salvada y transmutada, gracias a la vitalidad recibida por el Sol.
Me apuro a aclarar, por el momento planetario que atravesamos, que aquí no se trata de machismos o feminismos, ya que ambos factores -yang y ying- están ‘vivitos y coleando’ en cada uno de nosotros. Y en todo caso, se trata más bien de un romance y entrelazamiento amoroso, dinámica que tiene lugar constantemente en todo ser viviente, en este caso, terrestre.
En la India, denominan ‘Pitris Solares’ (‘Padres Solares’) a aquellas entidades no visibles dadoras de Alma, las mismas están astrológicamente representados en el Sol. Y llaman ‘Pitris Lunares’ (‘Padres Lunares’), a aquellas entidades dadoras de cuerpo o sustancia (pensante, sintiente, y corpórea), las cuales están representadas astrológicamente en la Luna.
Cada Fase Lunar, nos mostrará simbólicamente (para todo aquél que lo quiera ver), cómo este pulso de acercamiento y distanciamiento mensual del Sol y la Luna, representa su correspondiente pulso danzante entre el Alma y la Personalidad.

Como el factor guía en esta danza amorosa es el solar, llamaré por ejemplo, “Luna Llena de Acuario”, a cuando el Sol se encuentra en Acuario (aunque la Luna esté en Leo). Porque esto significa que en este movimiento es el Sol quien ‘emite’ la ‘nota’, y es la Luna quien la recibe, se permea y resuena con ella. Por supuesto, como se trata de una hierogamia, o casamiento sagrado, la Luna aportará con sus matices (en el caso de la luna llena de Acuario, la recepción lunar tendrá matices leoninos).


Y sólo veremos anillos separados que se suceden sin solución de continuidad, uno detrás de otro.
Los invito a danzar ‘helicoidalmente’ conmigo. ¿Me acompañan a meditar sobre el simbolismo de las fases lunares?
Lo veremos en el siguiente artículo:
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